Se está regresando a las políticas clientelares, asistencialistas, pues la lógica federal se está evidenciando por una recuperación centralista, pues si bien nunca hemos tenido un federalismo pleno, la alternancia y los gobiernos divididos daban mayor juego a las entidades subnacionales.
La maestra en políticas públicas Pilar Berrios Navarro, coordinadora del Seminario Nacional Territorio y Política Social en el Ámbito Subnacional, organizado por la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y la Comisión de Desarrollo Social de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, señaló lo anterior y puntualizó que cada administración federal llega con los desafíos de enfrentar los problemas fundamentales como son la pobreza, la exclusión y la desigualdad, y a pesar de los recursos y los esfuerzos que se destinan para ello, los indicadores tienden a acrecentarse.
El problema, destacó, es que la mayoría de los programas es de subsidios condicionados, con alto carácter asistencial y poco contribuyen al fortalecimiento de la cohesión social, la promoción de la organización y la autogestión, que es un activo que la política social está desaprovechando no sólo en el ámbito federal sino en los estados.
Berrios Navarro, del Departamento de Relaciones Sociales advirtió que hasta hace poco la ciudad de México se había caracterizado por un enfoque de derechos humanos donde se promovía la participación. Sin embargo, cada vez se alinea más con la perspectiva mundial de subsidio monetario condicionado, puesto que resulta más barato política y administrativamente a los gobiernos.
Con el regreso del PRI hay un vuelco a la dinámica centralista que revive en los estados y municipios y pone en riesgo la participación y evidencia un mayor control político.
Apuntó que para que las políticas sociales puedan considerarse efectivas y exitosas deben incorporar un enfoque de derechos humanos integrales que recupere la perspectiva de género, la sustentabilidad; es decir un enfoque basados en los derechos humanos plenos.
Otro aspecto que debe incluirse es la incorporación de la ciudadanía como un activo fundamental de la política, pues la mejor alternativa de solución a un problema, viene de quienes lo viven, padecen y lidian con él, por ello se requiere de un esquema participativo. Un tercer aspecto es la cultura de la evaluación que permita potenciar aquello que sí funciona y modificar o reorientar lo que no está dando resultados.
Destacó que la participación ciudadana no tiene un recorrido lineal, incremental sino más bien presenta esquemas oscilatorios, un auge y un declive. Hubo un descalabro en las últimas elecciones federales y surgieron esquemas tradicionales. Hoy la participación ciudadana lidia con una crisis económica endémica porque no hay crecimiento económico, lo cual desincentiva pues la crisis lleva a pensar en el día a día. Por tanto, afirmó, la esperanza está en las nuevas generaciones, son quienes pueden levantar la voz y construir propuestas.
El Seminario diseñado por los departamentos de Relaciones Sociales y de Política y Cultura, tuvo como objetivo intercambiar experiencias y detectar elementos innovadores en política social, en las diferentes entidades del país para potenciar experiencias efectivas.