Lindau, Alemania. “Lo que Brasil es para el futbol, Lindau lo es para la ciencia”, asegura Ilse Aigner, Ministra de Asuntos Económicos y Medios, Energía y Tecnología del estado de Bavaria, arrancando los aplausos de los presentes en la inauguración de la 64 Reunión de Laureados con el Nobel en Lindau (Lindau Nobel Laureate Meeting).
 
Y aunque pueda parecer exagerado, el hecho es que el domingo inició la más grande reunión de premios Nobel que hay en el mundo, con excepción de la entrega del galardón (asisten 36 laureados), pero que tiene, además, el muy claro propósito de estimular la convivencia y el intercambio de ideas entre los científicos más reconocidos y cerca de 600 jóvenes investigadores provenientes de casi 80 países, seleccionados por sus sobresalientes capacidades de entre unas 3 mil 500 solicitudes.
 
“Es donde se reúnen los mejores del mundo”, continuó con su analogía la ministra para explicar por qué el estado de Bavaria se propone invertir más en la realización de estas reuniones, “la joya de la corona” de los esfuerzos bávaros en ciencia.
 
A la reunión, que este año se encuentra dedicada a la Medicina, asisten siete mexicanos, tres que trabajan en México (María del Sol Díaz de León, Zila Martínez-Lozada y Juan Pablo Pánico-Molina) vienen por parte de la Academia Mexicana de Ciencias, dos que están actualmente en la Universidad Yale (Juan Pablo Arroyo y María Castañeda Bueno) y dos más (Paola Kuri y Esteban Hernández-Vargas) por parte de instituciones alemanas.
 
Con esta distribución de cuatro mujeres y tres hombres, por cierto, la delegación mexicana es representativa del encuentro en el que, este año por primera vez en su historia, hay más mujeres que hombres entre los jóvenes investigadores.
 
Sobre sus expectativas en torno a la convivencia con los premios Nobel, los jóvenes investigadores mexicanos (menores de 35 años y en el inicio de sus carreras, son los requisitos) saben que es muy probable que no se encuentren con novedades
 
“Pero es gente que obviamente tuvo carreras muy exitosas y será interesante saber a qué obstáculos se enfrentaron y como los sortearon” dice María del Sol “y si también encontramos nuevas técnicas pues mejor”.
 
Cuando vas a un congreso, explica María Castañeda, hay conferencias especiales o magistrales a las que vas no porque estén en tu campo de trabajo sino porque son muy interesantes y te motivan, “en esta reunión es como si hubiera sólo conferencias magistrales”.
Castañeda comenta esto poco antes de salir rumbo a su primera sesión de discusión con un Nobel, que no son conferencias sino charlas en grupos reducidos.
 
Sin embargo, aún le falta lo mejor, ya que el comité organizador sabe que los lazos se forman sobre todo en ambientes relajados, como las comidas, los tiempos libres en torno a una taza de café o un vaso de cerveza (y sobre la cerveza, no hay que olvidar que estamos en Bavaria), así que estimula a los jóvenes para que les pierdan si no el respeto al menos sí la reverencia a los Nobeles y compartan con ellos esos momentos, igual que con los colegas que vienen de una multitud de lugares del mundo. 

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