El reconocido patólogo mexicano Ruy Pérez Tamayo compartió una charla con estudiantes de la Universidad Veracruzana (UV), donde expuso las 10 razones para ser científico, en la que destacó que México necesita transitar de ser una sociedad consumidora a una sociedad creadora donde la ciencia adquiera relevancia.
“La ciencia es un universo generoso, estimulante, atractivo, teórico y aplicativo, cualitativo y práctico”, expresó a manera de exhorto a los jóvenes, para que establezcan un vínculo con la ciencia desde su contexto familiar, personal y social.
La UV ha reconocido el legado del científico, por eso en el Consejo Universitario General se formalizó la Cátedra “Ruy Pérez Tamayo” durante la Sesión Ordinaria de marzo de 2014. La cátedra inició en 2005 con la participación de destacados académicos nacionales invitados por el propio científico, inclusive él mismo ha sido parte del claustro de conferencistas.
Proveniente de una familia de cuatro hermanos, Ruy Pérez platicó la forma en que la ciencia y él establecieron un vínculo: “Desde que tengo memoria el médico jugó un rol importante en nuestra vida”.
Expuso que el doctor que lo trajo al mundo se convirtió en uno de los mejores amigos de su padre, y por tanto “en un personaje importante en la vida familiar, quizá por eso mis padres siempre quisieron que yo y mis hermanos fuéramos médicos, y se les cumplió”.
Sin embargo su interés por ser científico se desarrolló gracias a un entrañable colega y amigo desde la universidad, quien tenía un laboratorio y ahí practicó durante gran parte de su carrera. También influyó notablemente su maestro y tutor, Isaac Costero; fue a través de él que se interesó por la patología.
Dentro de las razones para ser científico comentó que la primera es “Para no tener jefe”, en este punto resaltó la creatividad como punta de lanza para emprender proyectos e investigaciones, que aunado a la curiosidad científica pueden dar brillantes resultados. La segunda es “Para no tener horario de trabajo”, aunque se debe tener en cuenta que nunca hay descanso, “pues el cerebro siempre está pensando”.
Ante la tercera razón subrayó que hoy en día él considera que la peor tragedia del ser humano es el aburrimiento, por lo tanto el “no aburrirme en el trabajo” es otro argumento para decidirse a tomar el camino de la ciencia. “He estado aburrido muchas veces en mi vida personal, en cambio nunca me he aburrido en mi laboratorio”.
La vocación y el aprendizaje dan como resultado la cuarta razón, “Para hacer siempre lo que me gusta”. Consideró que en esta vida siempre se está aprendiendo y que la vocación es cuando “nos gusta lo que hacemos bien y conforme lo hacemos mejor nos gusta más”.
La quinta razón que dio el científico mexicano fue “Para usar mejor mi cerebro”, ya que si bien tener ideas es sencillo, tener buenas ideas requiere de un proceso más complejo del pensamiento, más aún cuando estas ideas están constantemente a prueba y el fin es provechoso.
La sexta razón es “para que no me tomen el pelo”, y aquí disertó sobre el papel del científico. El hombre dedicado a la ciencia debe ser escéptico y cuestionar lo que sucede a su alrededor para que de ahí se encuentren las respuestas necesarias. “Se debe adoptar el espíritu científico como una forma de vida y aceptar sólo de forma preliminar aquello para lo que hay pruebas”.
La séptima y octava razón van de la mano: “Para hablar con otros científicos” y “Aumentar el número de científicos”. Hay pocos científicos en comparación a los que deberían ser, afirmó. En México por cada 10 mil habitantes hay menos de un investigador, mientras que Chile tiene seis veces más y en Alemania, por cada 10 mil habitantes, 42 personas se dedican a la ciencia.
“Para estar siempre contento” y “Para conservar la eterna juventud” son las últimas dos razones que Ruy Pérez Tamayo consideró. Ambas obedecen a su experiencia y han sido el resultado de dedicar casi 70 años de su vida a la ciencia, rodeado y viviendo de ella.
La plática del científico mexicano se dio en el marco de la exposición de los avances de proyectos de investigación de los alumnos de la Maestría en Micro y Nanotecnología de la UV.