Bolivia es el país conocido por sus golpes de Estado; entre 1936 y 1983 registró 20 de estos acontecimientos, uno cada dos años en promedio, expuso Manuel de la Fuente, catedrático e investigador en la Universidad Mayor de San Simón, en Cochabamba, al disertar con el tema “Movimientos y conflictos sociales en Bolivia, 2000-2006” en el auditorio “Gonzalo Aguirre Beltrán” del Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales de la Universidad Veracruzana, el martes 17 de junio.
El conferencista indicó que desde 1985 a Bolivia se le denominó el “buen alumno” del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, al aplicar fielmente las medidas del Consenso de Washington.
Sin embargo las cosas no tardaron en modificarse, pues a partir de 2000 se le ubicó como una nación conflictiva y generadora de movimientos sociales capaces de derrocar a dos presidentes, luego del estallido de la llamada “guerra del agua” en Cochabamba, cuando desde enero hasta abril la población confrontó fuertemente al gobierno, después de decretarse la expropiación del agua.
Todo el líquido de la región, desde el agua entubada hasta la que se encontraba en pozos y aljibes, pasó a ser propiedad privada y ello resultó en el detonante para una serie de movimientos que cuestionaron fuertemente uno de los importantes pilares del neoliberalismo y las políticas de privatización. La empresa beneficiada elevó los precios y pretendió cobrar el agua incluso a quienes carecían de la misma, así como a los propietarios de los sistemas de riego en el campo.
Fue esto un movimiento de protesta espontáneo y horizontal que se hizo extensivo más tarde a la exportación del gas boliviano hacia Chile y Estados Unidos. Todo ello hizo retroceder a un gobierno neoliberal y fue observado como un gran logro que motivó a otros a continuar por la misma senda.
De la Fuente indicó que desde 1985 prácticamente no había oposición en Bolivia, pero en 2003 las revueltas cobraron la vida de decenas de manifestantes y el presidente Gonzalo Sánchez de Lozada se vio en la necesidad de dimitir.
Tales conflictos evidenciaron el desgaste de los partidos políticos y su incapacidad para establecerse como mediadores entre la sociedad civil y el gobierno; su descrédito fue resultado del prebendalismo y la corrupción, y abrió el camino para que el discurso del Movimiento Al Socialismo (MAS) lograra la aceptación que culminó con el arribo de Evo Morales a la presidencia.
El racismo y la exclusión social fue otro de los factores que condujeron a distintos estallidos sociales. En diversos lapsos desde 2000 a 2003 se registraron bloqueos de caminos sobre el altiplano de La Paz, protagonizados por habitantes de la etnia aymara. Ello, sumado a las movilizaciones en el oriente boliviano, en 2002, planteó la necesidad de una mayor atención hacia los campesinos e indígenas.
Por otra parte, diversas exigencias –mejor distribución de la tierra, inclusión social y política, asamblea constituyente de carácter plurinacional, entre otras– y la defensa de estos planteamientos por parte del MAS, fueron otras de las razones de su triunfo en las elecciones de diciembre de 2005.
“El primer presidente indígena de Bolivia ganó porque ‘se subió al carro’ de los movimientos sociales, por su participación en la guerra del agua y la recuperación de los hidrocarburos, así como por su esfuerzo en función del reconocimiento oficialista hacia los pueblos indígenas”, añadió De la Fuente.