La Universidad Veracruzana (UV), a través del Centro de Investigaciones Tropicales (Citro), trabaja en el norte de la entidad con el objetivo de restaurar la selva totonaca, de la cual sólo queda siete por ciento de su totalidad (remanentes).

 A decir de la investigadora del Citro, Silvia del Amo Rodríguez, la razón de que en el país haya ambientes naturales totalmente perturbados o que sólo persistan remanentes de la vegetación nativa –como es el caso de la selva totonaca–, es la homogeneización de los programas de gobierno del siglo XX.

“Los indígenas en particular y los campesinos en general no han sido atendidos de manera diferenciada de acuerdo con su territorio, cultura y forma particular de manejar sus recursos”, señaló.

         Añadió que esa manía por una modernidad productivista, con uno o dos cultivos fundamentales, “deshizo todas nuestras zonas”. Enfatizó sobre todo a las áreas tropicales, porque son las zonas que han mantenido una mayor riqueza en biodiversidad.

         Como resultado de esa “modernidad productivista”, 91 por ciento de las selvas y bosques de Veracruz son potreros; sin embargo, éstos también están en el abandono, puntualizó.

Asimismo, mencionó que la vocación de las zonas tropicales son los sistemas agroforestales –como los vainillales, cacaotales y cafetales– que mantienen una enorme biodiversidad biológica, además del importante producto que se obtiene –en estos casos sería la vainilla, cacao y café–.

         En ese contexto, justificó que el cuerpo académico en formación Manejo y Conservación de Recursos Bioculturales del Citro –del que forma parte– haya decidido trabajar en la región del Totonacapan.

Otro de los motivos es que ahí se concentran comunidades que destacan –a nivel nacional– por sus altos grados de marginación. Asimismo, se trata de incidir en un grupo étnico –que son los totonacos–; trabajar con recursos emblemáticos, como la vainilla, y rescatar otros, por ejemplo el cacao.

         “Los totonacos tienen un recurso emblemático que se ha ido a pique: la vainilla. Puedo decir que el año pasado no se produjo vainilla en Papantla porque han tenido muchos problemas como el precio –que se fija internacionalmente–, los acaparadores; con tanto impacto que hemos tenido sobre la naturaleza, Papantla que era una zona cálido-húmeda se ha vuelto seca, no favorable para la vainilla”, resaltó la investigadora.

         La propuesta del Citro, continúo Silvia del Amo, es trabajar con los recursos bioculturales y tomar en cuenta a las comunidades, porque “el otro tiene cosas que aportar, mismas que van a enriquecer nuestro proyecto, es decir, que hay una sabiduría colectiva y una inteligencia social que debemos tomar en cuenta”.

En ese sentido, dijo que la herramienta de los trabajos de investigación que realiza el Citro en el Totonacapan es la restauración ecológica productiva, lo que conlleva al rescate de los recursos bioculturales.

“Nuestra propuesta empieza por lo biológico y cultural. La parte social es la que hay que salvar, promover, para luego pensar en los mecanismos económicos locales, no globales, es decir, industrias comunitarias”, puntualizó.

 

Parcelas demostrativas

Angélica Hernández Ramírez, otra de las integrantes del cuerpo académico, habló sobre los estudios ecológicos que se han realizado en el Totonacapan, que son la base para poder desarrollar la parte práctica de la agroecología y la restauración ecológica de recursos bioculturales.

Comentó que como cuerpo académico han realizado investigaciones en las selvas mayas y totonacas: “Buscamos la diversificación productiva de los recursos bioculturales. El objetivo es enriquecer los ambientes simplificados o que ya fueron degradados, que es lo que domina en las selvas del país. Lo que queremos hacer es una restauración etnoecológica”.

Habló sobre todo de lo concerniente a Veracruz, donde de la llamada selva totonaca “se conserva sólo siete por ciento de la vegetación original”, lo que es posible constatar con tan sólo observar ese paisaje que fue selvático y hoy es de potreros con rematantes de arboledas.

Explicó que los principales estudios realizados –concretamente en el municipio de Zozocolco de Hidalgo– versaron sobre el análisis de la estructura y composición de la vegetación riparia (asociada a los ríos), con respectos a diferentes usos del suelo –vegetación secundaria como cafetales, monocultivo y pastizales.

Toda vez que en las comunidades tienden a conservar la vegetación riparia, que se conforma con especies nativas de la zona, lo que permite analizarlas y reproducirlas.

Otra de las experiencias prácticas que realizaron fue la de las parcelas demostrativas –también llamados sistemas experimentales–, que consiste en un manejo activo de la vegetación original en ambientes sumamente perturbados, con el fin de conocer cuánto sobreviven las especies nativas que se busca recuperar y cómo modifican las características del suelo.

“Nosotros generamos información que nos permite conocer qué especies nativas es posible introducir en un ambiente perturbado –como pastizal–, con grandes posibilidades de que sobrevivan. Por ejemplo, si tienes un vainillal que quieres enriquecer, sabemos qué especies pueden soportar la sombra”, destacó.

Esta información se logró con un monitoreo constante de las parcelas demostrativas durante dos años consecutivos.

 

El seminario

Lo anterior fue expuesto durante el Seminario de Investigación que el Citro ofreció del 7 al 10 de agosto, como bienvenida a la sexta generación de la Maestría y Doctorado en Ecología Tropical, y en el que su claustro de investigadores expuso los avances de sus diferentes proyectos.

La primera ponencia de este ejercicio académico estuvo a cargo del investigador, José María Ramos Prado, quien explicó de manera minuciosa el enfoque del cuerpo académico en formación Manejo y Conservación de Recursos Bioculturales, cuyas Líneas de Generación y Aplicación de Conocimiento son: Rescate productivo del medio rural, Agroecología y Restauración Ecológica, y Desarrollo Comunitario.

Este cuerpo académico está conformado por el propio José María Ramos Prado y Enrique Hipólito Romero; además de Silvia del Amo y Angélica Hernández Ramírez, quienes expusieron de manera amplia los proyectos en que están involucradas.

Por su parte, José María Ramos Prado reiteró que entre los enfoques que tiene como cuerpo académico figura el desarrollo empresarial rural, a través del modelo de investigación-acción participativa, término acuñado por el brasileño Paulo Freire y que significa hacer investigación al tiempo de dar soluciones a las comunidades donde se trabaja.

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