Los científicos y los políticos mantienen una distancia que sólo se acorta en caso de desastres naturales. Mientras tanto, continúa la pérdida de bosques, microclimas y ecosistemas íntegros, expresó en la Universidad Veracruzana (UV) Cecilia Conde Álvarez, investigadora del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la Universidad Nacional Autónoma de México.
“No tenemos todo el tiempo del mundo, llegará el momento en que digamos ‘hubiera estado muy bien hacer algo, pero desgraciadamente ya es irreversible’ ”, expresó.
Abundó que por un lado está el científico que se preocupa por investigar sobre su tema de interés, publicar al respecto y dar clases, sin importarle el impacto social de su investigación; por otro lado, el político busca acciones e infraestructuras que reditúen votos a favor de su partido, más allá de tratar de evitar deforestación, implementar un manejo más inteligente del agua, entre otras cosas que no se ven, que no hacen ocho columnas.
“En la práctica podríamos seguir siendo como agua y aceite, pero la realidad nos está obligando a crear puentes de comunicación. A un científico puede no gustarle hablar con un político, pero un desastre natural lo obliga, y viceversa. Ellos necesitan explicaciones y nosotros preguntas. Lo ideal es que el político nos planteara preguntas”, destacó.
Por otro lado, mencionó que los científicos suelen ser “políticamente incorrectos”, por decir que una fuente de desastres son las políticas de manejo de agua, la deforestación, el manejo ecológico, entre otras acciones.
“El problema es que la parte política no ve la importancia de tener esta información para tomar mejores decisiones y para plantear el desarrollo futuro. Los políticos son quienes van a tomar decisiones y a decir qué tipo de desarrollo futuro vamos a tener; es decir, cada vez va a haber más desastres, vamos a tener pérdidas mayores o se está planteando un desarrollo donde haya más bienestar. Yo creo que tomándonos en cuenta se podrían corregir rumbos.”
Recordó que hay una “construcción del desastre” desde el momento en que se permiten asentamientos humanos en lugares de alto riesgo, por intereses políticos o demagógicos. Como ejemplo de las desgracias citó el hecho frecuente de que se arrase con un bosque para favorecer el crecimiento de la mancha urbana, son acciones irreversibles.
En ese sentido, destacó que “estrategias de gran alcance requieren de información científica y técnica bien fundamentada y estrategias para ganar la próxima elección no requieren mucho, nada más sacarse la foto en los días festivos del medio ambiente”.
Asimismo, consideró que las universidades públicas han jugado un rol fundamental en los estudios de cambio climático. México es pionero en muchos temas, “y en particular la UV fue la que tomó a su cargo la primera acción climática que luego trataron de reproducir los otros estados”.
Además, dijo, las universidades públicas también cuentan con una visión crítica, porque “se necesitan ojos creativos y también críticos”.
A decir de la entrevistada, uno de los problemas entre ciencia y política es que quienes toman decisiones no ven la importancia de reforzar y aumentar el número de científicos y de investigaciones.
“No tenemos todas las respuestas y cada vez somos menos, necesitamos gente joven, que se prepare, que aporte a la ciencia”, destacó.
Lo ideal es que la población civil empiece a tomar cartas en el asunto y pida a los científicos estudios específicos y a los políticos acciones que respondan a sus necesidades: “El problema es que seguimos pensando de arriba para abajo. Se necesita una participación más decidida e informada de la sociedad que le pida a estos dos extremos que actúen en la dirección que se requiere socialmente”.