En la majestuosidad de la Reserva de la Biosfera de Sian Ka’an en Quintana Roo, una comunidad pesquera es referente nacional e internacional de la pesca artesanal sustentable de langosta.
Ubicado en la costa caribeña a 40 kilómetros de Tulum, a donde se llega por un camino de terracería, Punta Allen es un poblado que desde hace más de 40 años centra sus actividades productivas en la organización por cooperativas, obteniendo un éxito sin precedentes.
¿A qué se deben estos resultados positivos en la gestión de recursos marinos? Los factores son múltiples y van desde la cohesión social en la comunidad, los fuertes liderazgos, su capacidad de respuesta a las perturbaciones socioambientales, su cumplimiento de las leyes estatales y federales, así como el respeto a las reglas de las cooperativas, entre otros.
Ana Crisol Méndez Medina, estudiante del doctorado en ciencias en ecología y desarrollo sustentable de El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur), ha analizado los elementos que han influido en la trascendencia de esta forma de organización. Durante la maestría, estudió el caso de la cooperativa pesquera Vigía Chico y actualmente centra su atención en tres cooperativas de la Reserva de Sian Ka’an que son consideradas exitosas, buscando similitudes y diferencias.
En su trabajo identificó que no hay una razón única que haya desembocado en el éxito, sino que este se debe a la influencia de diferentes actores y a los procesos de cooperación entre ellos; por ejemplo, las políticas públicas que se han implementado, la forma en que se ha desarrollado el mercado, sus cambios en las artes de pesca con un enfoque no invasivo, la participación de la academia y las condiciones biogeográficas del territorio.
A través de un trabajo etnográfico —que incluye entrevistas a profundidad a actores dentro y fuera de las comunidades y la revisión de archivos históricos—, ha observado que a pesar de que los actores son los mismos, cada una de las cooperativas ha generado procesos distintos de empoderamiento y prioridades.
Un componente importante es el valor simbólico con que se asume esta actividad, incluso en su concepción lingüística, debido a que los habitantes de Punta Allen no dicen que pescan langostas sino que las cosechan.
Cooperación, sustentabilidad y cumplimiento
Ana Crisol Méndez Medina —que realiza su investigación con financiamiento del Marine Stewardship Council y la beca Fulbright— detalla que las formas de organización desarrolladas por las cooperativas se han traducido en resultados positivos.
“Los primeros pescadores tuvieron que aprender a resolver situaciones de la vida cotidiana en equipo, necesidades básicas como conseguir alimento o vestido, o sobrevivir a los huracanes; eso sentó una parte muy profunda de cooperación en la comunidad. Las cooperativas se crearon a finales de los años 60, encontrando en esa forma de organización la manera de beneficiarse en conjunto”, dice en entrevista.
Señala que los pescadores han observado las ventajas de mantener un control y vigilancia de los recursos del territorio, pues al encontrarse en una Reserva de la Biosfera han sido testigos de que la conservación les reditúa en tener un aprovechamiento de largo aliento.
Ello, contrario a lo que ocurre en otras partes de país, donde los niveles de captura no están completamente registrados, la caza furtiva y la violación de las temporadas de veda se presentan constantemente en las costas mexicanas, siendo que la sobrepesca a pequeña escala puede llevar a grandes consecuencias ambientales y económicas locales.
En ese sentido, parte de su trabajo aborda la implementación y apropiación de políticas públicas en la pesca artesanal, con el propósito de encontrar estrategias que contribuyan a la práctica sustentable, destacando la relevancia de los comités de vigilancia comunitaria.
Adicionalmente, la comunidad de Punta Allen tomó conciencia de la importancia de sumarse a las políticas públicas para subsistir e incluir algunas de esas prescripciones en las reglas internas de las cooperativas. Además de desarrollar tres estrategias preponderantes: la cooperativa no solo como una organización productiva, sino como una institución social primaria; reconocer la Reserva de la Biosfera de Sian Ka’an como una estructura para la gestión exclusiva del espacio marino, y utilizar las concesiones pesqueras para controlar el acceso a los recursos extractivos.
Participación de la academia
Socióloga de base y ahora ecóloga en formación, utiliza estos acercamientos complementarios para entender las relaciones de poder desiguales y cómo influye esto en la conservación de los recursos, Ana Crisol Méndez hace hincapié en que la presencia de académicos y de organizaciones no gubernamentales (ONG) en Punta Allen ha contribuido a legitimar la estrategia estatal para hacer cumplir la normatividad en materia de conservación coordinada con las actividades extractivas.
Esta participación ha ubicado a la comunidad científica y a las ONG que trabajan en la región como mediadoras entre el Estado y los actores locales.
“El conocimiento co-producido a nivel local y académico sobre las características del recurso y de las instituciones involucradas en su regulación hace que los usuarios conozcan cuáles prácticas pueden afectar tanto el recurso como la existencia del grupo a largo plazo. Esto ayuda a la comunidad a mantener sus intereses informados a la vanguardia de las negociaciones con agencias gubernamentales y compradores”, destaca Ana Crisol Méndez en el artículo The Punta Allen cooperative as an emblematic example of a sustainable small-scale fishery in the Mexican Caribbean, publicado en la revista Maritime Studies.
Interés personal
Proveniente de una comunidad de Zihuatanejo, en la costa de Guerrero, esta joven investigadora siempre ha tenido un interés personal por los temas de territorialidad en áreas costeras.
Al realizar sus estudios de posgrado en Ecosur, unidad Chetumal, identificó a Sian Ka’an como su objeto de estudio por tratarse de un caso de éxito a nivel mundial en temas de organización social, con el propósito de tratar de entender qué prácticas podrían replicarse y contribuir a mejorar las pesquerías en el país.
Bajo la dirección de la doctora Birgit Schmook concluyó la maestría y, sin dudarlo, siguió con el doctorado a fin de conocer a profundidad los factores que han llevado a las cooperativas pesqueras de Sian Ka’an a mantener un modelo de gestión productivo y social exitoso.
A la fecha, trabaja en coordinación con la Universidad Duke, de Carolina del Norte, y con ONG enfocadas a la pesca en Baja California Sur; además de haber colaborado en años previos en proyectos de investigación con la Universidad de Utah y la Universidad de Carolina del Norte.
El aporte que su trabajo ha dado a las comunidades pesqueras radica en brindarles conocimiento que los empodere y les permita entender que la colaboración con otros actores les ha ayudado a consolidar su actividad productiva.
“Tengo una fuerte conexión con la actividad pesquera, creo profundamente en el trabajo científico para mejorar el estado de conservación de nuestros recursos. El trabajo de los científicos busca contribuir con el país, pero además es una pasión personal; en mi caso, el estar en las comunidades y trabajar en el mar me llena de emociones y es muy bonito saber que cada día te levantas a hacer tu trabajo disfrutándolo y haciéndolo con pasión”, reconoce.
Al respecto, concluye que su labor ha sido gratificante, ya que en su trabajo con las comunidades ha constatado que los pobladores están interesados en saber más de sus recursos y de vincularse con la academia.
• Ana Crisol Méndez Medina
Doctoranda en ciencias en ecología y desarrollo sustentable de Ecosur, unidad Chetumal
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