Una novedosa tecnología permite sacar fotos microscópicas de gran resolución bajo el mar para registrar los cambios que se producen en los miles de microorganismos que forman el plancton durante un tifón. Previo a este avance, se determinaban los cambios a través de mediciones realizadas antes y después de esos fenómenos naturales.
Según revela la revista The Journal of Oceanography, la cámara es capaz de tomar (en condiciones adversas) cuatro imágenes de alta resolución cada segundo en volúmenes de 30 microlitros de mar, lo que equivale a una pequeña gota de agua. El equipo liderado por la doctora Mary Grossmann, de la Unidad de Biofísica Marina del Instituto de Ciencia y Tecnología de Okinawa, en Japón, identificó más de 50 mil organismos diferentes.
“Los arrecifes de coral y las zonas costeras son muy vulnerables a los impactos ambientales y humanos. Para comprender sus efectos y proteger los ambientes, el uso continuo de sistemas de monitoreo es necesario. Además puede proveer información para proteger esos ambientes”, afirmó Grossmann a la Agencia CyTA.
Para la investigadora, la tecnología para tomar imágenes submarinas ha cambiado dramáticamente en las últimas décadas. La calidad y cantidad de los datos que se puede almacenar en pequeñas tarjetas de memoria SD, y las imágenes de alta resolución que se pueden obtener sin necesidad de utilizar lentes de cristal grandes y pesados, entre otros factores, han revolucionado este campo, destacó Grossmann. “A medida que las cámaras sean más pequeñas y más baratas y las fotos de más resolución, imagino que la toma de imágenes submarinas en el ámbito científico tendrá un importante desarrollo”, avizoró.
Antecedentes históricos
El estudio japonés corona más de un siglo y medio de esfuerzos para registrar la vida que fluye debajo de las aguas. El doctor en Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), Alejandro Martínez, describió en la última edición de Manguinhos (publicación de la Fundación Oswaldo Cruz, en Brasil) los primeros intentos conocidos por tomar fotografías bajo la superficie de los mares, iniciados poco después de la aparición del daguerrotipo en 1839.
Algunos proyectos y desarrollos eran tan “heroicos” como ingeniosos. Por ejemplo, uno de los primeros dispositivos pensados para ese propósito fue el del médico y fisiólogo francés Paul Regnard (1850-1927) en 1891. En una caja de cobre redonda iría cual iría colocada la cámara fotográfica, y se conectaría con un globo que se utilizaba para contrarrestar el efecto de la presión del agua. Un mecanismo de relojería determinaría el momento en que se tomarían las imágenes, destacó Martínez, aunque no hay evidencias de que alguna vez se haya construido.
También hubo experiencias contemporáneas a las de la fotografía subacuática, en las que un dibujante “se sumergía dentro de un sofisticado aparato conformado por una campana que recibía oxígeno desde la superficie”, señaló Martínez, que también es docente de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la UNLP.
(AGENCIA CYTA-INSTITUTO LELOIR/DICYT)