El cáncer de mama es tan solo uno de los más de 100 tipos de cáncer que existen. Se trata de un tumor maligno que se origina en el tejido de la glándula mamaria. Si las células tumorales provienen del tejido glandular de la mama y tienen capacidad de invadir tejidos sanos a su alrededor, así como alcanzar órganos alejados e implantarse en ellos, se trata de cáncer de mama.
Según el artículo «Cáncer de mama en México: una prioridad apremiante», publicado en Reproductive Health Matters en 2008 y retomado recientemente por la revista bimestral Salud Pública de México, del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), desde 2006 el cáncer de mama en México es causante de mayor número de muertes que el cáncer cervicouterino. Y de acuerdo con estadísticas recientes del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en su apartado Causas de mortalidad, el cáncer de mama es la primera causa de muerte entre mujeres mexicanas de 35 a 64 años de edad.
En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, Adriana Pérez Fortis, maestra en investigación en epidemiología clínica y psicosocial del Departamento de Psicología de la Salud del University Medical Center Groningen, en Holanda, dijo que la prevalencia de ansiedad y depresión en personas diagnosticadas con algún tipo de cáncer ha sido un tema ampliamente investigado en países desarrollados; sin embargo, en México, pese a que el cáncer es la tercera causa de mortalidad, la investigación sobre implicaciones psicológicas de la enfermedad y el bienestar emocional del paciente oncológico aún es escasa. La atención hospitalaria en el sistema de salud mexicano se ha centrado principalmente en el tratamiento de aspectos físicos de la enfermedad, dejando de lado los psicológicos.
De acuerdo con Pérez Fortis, estudios de otros países han mostrado que el estrés suscitado por un diagnóstico de cáncer es un importante predictor del ajuste emocional positivo o negativo del paciente a la enfermedad; la forma de afrontamiento también puede influir en el proceso de recuperación. Estudios del campo de la psiconeuroinmunología han mostrado que el estrés psicológico, sobre todo cuando es crónico, provoca cambios inmunológicos que son potencialmente perjudiciales para la salud física de las personas.
“Cuando estamos expuestos a mucho estrés por un periodo largo, la secreción de cortisol puede aumentar y causar alteraciones en la distribución y actividad de las células inmunes, lo cual llevaría a un pobre funcionamiento de nuestro sistema inmune. En el caso de los pacientes oncológicos, muchas veces los tratamientos médicos como la quimioterapia debilitan per se el sistema inmune, y si a eso agregamos un componente de estrés psicológico negativo, el paciente estará físicamente más debilitado. Ahí radica la importancia de desarrollar estrategias de intervención para ayudar a las pacientes a llevar un mejor manejo emocional de la enfermedad”, enfatizó la especialista.
En la actualidad, la mayoría de los estudios psicológicos en pacientes con cáncer se ha centrado en evaluar diversas variables psicológicas a lo largo del tratamiento y/o durante el proceso de recuperación de la enfermedad, pero muy pocos estudios se han centrado en evaluar el impacto inmediato del diagnóstico de cáncer, afirmó Pérez Fortis, quien motivada por estos datos llevó a cabo un proyecto de investigación piloto en coordinación con el Departamento de Medicina Conductual y Psicología de la Salud de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el Hospital de Ginecología y Obstetricia del Centro Médico Nacional La Raza (CMNR).
El estudio piloto tuvo como objetivo principal evaluar el primer impacto psicológico de un diagnóstico de cáncer en términos de prevalencia de ansiedad y depresión en mujeres con cáncer de mama diagnosticadas por primera vez, mediante un estudio transversal de una sola medición, señaló la investigadora.
Se utilizaron cuestionarios estandarizados y adaptados para población mexicana. Con la colaboración de dos psicólogas clínicas que realizaron entrevistas a las pacientes, se recolectaron datos en las salas de consulta externa del CMNR, lugar donde el oncólogo da el resultado, positivo o negativo, después de practicar una biopsia, explicó Pérez Fortis. Después de que la paciente recibía la noticia, las psicólogas hacían una breve intervención en contención emocional y después aplicaban la entrevista únicamente a las pacientes que aceptaban participar.
“Los resultados fueron interesantes: hasta 89 por ciento de las pacientes mostró niveles clínicos de ansiedad, mientras que alrededor de 44 por ciento mostró niveles clínicos de depresión. El estudio destacó además que ninguna de las variables sociodemográficas o médicas marcó diferencia en los resultados de la prevalencia de ansiedad y depresión. Los hallazgos completos del estudio han sido publicados recientemente en la revista Psycho-Oncology bajo el título ‘Psychological burden at the time of diagnosis among Mexican breast cancer patients’”, indicó la investigadora.
La alta prevalencia de ansiedad y depresión se puede deber al shock emocional del momento, debido a que las pacientes fueron entrevistadas inmediatamente después de recibir el diagnóstico, pero también puede influir en los resultados el periodo de incertidumbre: un cúmulo de emociones por los exámenes previos y la sospecha misma de que podría recibirse un diagnóstico de esa naturaleza. Por otra parte, las consultas en las que se da el diagnóstico tardan alrededor de 10 minutos, la paciente se queda con muchas dudas al final de la consulta y eso puede añadir más ansiedad, indicó Pérez Fortis.
“Nosotros proponemos que las consultas sean más largas para que a las pacientes se les dé la información con más detalle, o bien, después de la consulta en la que el oncólogo revela el diagnóstico, canalizar a la paciente, ya sea con una psicóloga, trabajadora social o enfermera entrenada para proporcionar mayores detalles de la información relacionada con el diagnóstico y con el tratamiento”, afirmó la especialista.
Según Adriana Pérez Fortis, la mayoría de las pacientes que son candidatas a recibir un diagnóstico de cáncer van acompañadas de algún familiar o por lo menos un cuidador cercano, algún amigo y no necesariamente un familiar.
Cáncer, lección de vida: testimonio
En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, Diany, una mujer de 43 años de edad que recibió diagnóstico de cáncer a los 38 años, expresó que recibir la noticia fue impactante para ella. “Lo primero que sentí fue un gran temor de qué iba a pasar conmigo, incluso llegué a pensar que podría morir, por desgracia escuchamos la palabra cáncer y de inmediato la relacionamos con muerte y sufrimiento, pero afortunadamente puedo decir que pude con eso, no fue fácil, pero aquí estoy”.
Para Diany, otro de sus temores fue dar la noticia a su familia. “Estaba llena de incertidumbre, de mucho miedo, pensaba qué voy a hacer, cómo lo voy a solucionar, es algo que iba a causar un gasto muy grande, entonces fueron muchos pensamientos que me bloquearon; al recibir esa noticia me sentía suspendida, tuve que esperar a que fuéramos con el doctor y él se los explicara a ellos de una forma en que lo pudieran entender”.
La rutina de Diany no cambió a pesar de la noticia, continuó su vida de manera normal en su trabajo y con su familia, pero siempre con incertidumbre y temor, ello derivó en padecimientos físicos y psicológicos: “Una gastritis terrible que duró meses, primero por la angustia y el estrés, y después por tanto medicamento que me administraron en el tratamiento de quimioterapia”. Asimismo, la entrevistada padeció insomnio antes y después de la cirugía, “tuve que recurrir a pastillas para relajarme y dormir, eso me angustió porque no quería hacerme dependiente. Las estuve tomando varias semanas y después, con mucha fuerza de voluntad, las dejé y empecé a recuperar el sueño poco a poco”.
Antes de empezar los tratamientos de quimioterapia, Diany tuvo que trabajar con la depresión, “con esa tristeza, porque me encerré totalmente, no quería salir ni ver a nadie, tenía miedo de no resistir esos tratamientos, era un gran temor por lo que se dice: las consecuencias, las reacciones ante esos medicamentos tan fuertes”.
Todavía recuerda con pesar el piso nueve de la clínica en Monterrey, Nuevo León: el continuo ir y venir de la gente, la espera de hasta cinco horas y la alergia, vómito, alteración, taquicardia y otros efectos del medicamento; sin embargo, “vi casos tan grandes, que me volteaba a ver y decía ‘lo mío es mínimo comparado con lo que veo’. Mucha gente luchaba, trabajaba en vender galletas, cosas, juntar dinero para viajar hasta Monterrey a recibir el tratamiento, yo tenía muchas cosas que me favorecían, no podía quejarme”.
Lo que recomienda a las mujeres que presenten síntomas es que acudan al médico inmediatamente, pues “el chequeo es esencial, y cuando estés con el temor de que te puedan dar una noticia así, nunca ir sola porque es terrible, lo peor que te puede pasar es que vayas sola y te den esa noticia; siempre apóyate en tu gente, la que más amas, la que más te quiere: papá, mamá, hijos, esposo, esposa, nunca te sueltes de ellos”.
“Para mí el cáncer no fue una enfermedad, fue una gran lección de vida porque me cambió en muchas cosas para bien y lo que más gané fue ver el cariño de tanta gente: su amor, apoyo, solidaridad; el apoyo de mis papás es algo que jamás voy a olvidar”, expresó.
Un nuevo estudio de Pérez Fortis
La investigadora Adriana Pérez Fortis dijo a la Agencia Informativa Conacyt que, como parte del proyecto para obtener el grado de doctora, inició en 2014 un estudio longitudinal para evaluar las necesidades de cuidado, el funcionamiento psicológico y recursos de afrontamiento de pacientes mexicanas con cáncer de mama. Al igual que el estudio anterior, este proyecto es una colaboración entre Holanda y México.
“Hemos reclutado una nueva muestra de pacientes de cáncer de mama, las cuales están siendo evaluadas desde el diagnóstico, pero ahora hacemos evaluaciones también después de la cirugía, cuando están en tratamiento de quimio o radio, ya sea neoadyuvante o adyuvante, y en su primera cita de seguimiento, cuando han terminado con los tratamientos”.
Según Pérez Fortis, el objetivo es evaluar la fluctuación no solo de los niveles de ansiedad y depresión sino también de las necesidades de cuidado de las pacientes. “Estamos evaluando cinco dimensiones de necesidades de cuidado: psicológicas, físicas y de la vida cotidiana, de cuidado y apoyo, de información y relacionadas con el sistema de salud, y necesidades sexuales. Incluimos también un componente de necesidades prácticas como por ejemplo trasladarse de su casa al hospital para los tratamientos, entre otras”.
Estas necesidades están siendo evaluadas con un instrumento estandarizado que se ha utilizado en Australia, Europa y Estados Unidos, señaló. “Hicimos una adaptación siguiendo los pasos que marca la Comisión Internacional de Tests para adaptar un instrumento a otra población. Los resultados preliminares nos han permitido identificar qué variables predicen las necesidades de cuidado de las pacientes con cáncer de mama, algunas son variables médicas, otras, psicológicas y otras más, sociodemográficas”.
Además, Conacyt otorgó el año pasado un financiamiento para iniciar una tercera fase del estudio, la cual consistirá en llevar a cabo un ensayo controlado aleatorizado, con el objetivo de probar los efectos de una intervención psicológica para disminuir niveles clínicos de depresión en pacientes con cáncer de mama, afirmó la investigadora.
Para Adriana Pérez Fortis la atención psicológica en pacientes crónicos, en general, es de vital importancia, “me enfoqué ahora en pacientes con cáncer de mama porque es uno de los padecimientos que más afecta a las mujeres en México. No obstante, es necesario que dentro de nuestro sistema de salud mexicano integremos un sistema de atención psicosocial al paciente crónico basado en evidencia científica. No debemos olvidar que el contexto hospitalario es uno de los escenarios donde más emociones se presentan, por lo tanto, la figura del psicólogo en el ámbito hospitalario resulta prioritaria”.