Cuando el ser humano llegó a la Luna en 1969, Rodolfo Neri Vela tenía 17 años. Junto con sus compañeros de la Escuela Nacional Preparatoria número 2 de la ciudad de México, se preparaba para ingresar a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) porque quería ser ingeniero… y nada más.
En ese entonces “no pasó por mi mente ir al espacio” platicó Neri Vela. Sin embargo, varios años después, el 26 de noviembre de 1985 todo México vería por televisión al originario de Chilpancingo, Guerrero, a bordo del transbordador espacial Atlantis para la misión STS-61-B de la agencia espacial de Estados Unidos, la NASA.
A sus sesenta y un años de edad, el primer astronauta mexicano compartió a varios jóvenes de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Veracruzana (UV) en Boca del Río, Veracruz “Sí existen las oportunidades, cualquiera de ustedes se puede ir al espacio”.
Con una diapositiva de fondo en la que se apreciaba a la Tierra como un minúsculo punto en la inmensidad del Universo, Rodolfo Neri Vela les dijo “Vivimos en la aldea global, pero esta aldea global realmente es una jungla. Una selva en la que el que no se prepara, el que no aprovecha el tiempo en adquirir las herramientas profesionales necesarias, va a quedar rezagado, y va a perder las oportunidades”.
“Nadie sabe cuándo se puede presentar la oportunidad, lo que sí es seguro es que si no ha sabido aprovechar su juventud y su tiempo para ir avanzando en su profesión, (…) esa persona no va a poder aprovechar las oportunidades” dijo Neri, con el logotipo de la NASA en su playera.
Primero, estudió ingeniería en la UNAM con especialidad en Comunicaciones. Al finalizar su carrera, estudió la maestría en Sistemas de Telecomunicación en la Universidad de Essex, en Reino Unido y finalmente, en 1979, se graduó como doctor en Sistemas de Telecomunicación en la Universidad de Birmingham.
Sin embargo, cuando llegó a sus manos la convocatoria de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes para elegir a un astronauta mexicano, lo primero que vino a la mente de Neri Vela fue “qué raro, México no tiene agencia espacial. ¿Le entro? No ¿para qué?”.
“Es algo que tenemos que hacer todos en algún momento de nuestra vida” el decidir, y en ese entonces Rodolfo Neri se dijo: “no sé exactamente de qué se trata, pero me interesa. Le voy a entrar, si no jamás voy a saber si yo era capaz o no”. Envió sus documentos, sin esperar nada.
Continuó con su trabajo de profesor en la Facultad de Ingeniería de la UNAM. Meses después, recibió una llamada. “Quedé entre los 20 finalistas, de 800 que aplicaron” recordó Rodolfo Neri. Meses después, en la ciudad de Houston, Texas, su nombre estaría en la lista de los 5 integrantes de la misión espacial que cambió su vida.
“Llevamos nuestros experimentos, llevamos nuestro satélite (MORELOS II), llevamos música, llevamos muchas cosas y yo dije, pues voy a añadir a estas contribuciones mexicanas en el espacio, me voy a llevar mis tortillas para hacerme unos tacos” mencionó el astronauta. Los jóvenes en el auditorio y funcionarios de la UV, soltaron risas.
Así, las primeras tortillas llegaron al espacio exterior junto con el primer mexicano. Durante 7 días, Rodolfo Neri Vela se la pasó junto con sus acompañantes de nacionalidad estadounidense alrededor de la Tierra “flotando, dando maromas, agarrado al techo como murciélago”, como dijera el guerrerense.
“Es bastante divertido, después de un rato” dijo el ingeniero y platicó que estar en un ambiente de “microgravedad” o “gravedad cero”, no es agradable al principio. “Tus líquidos se redistribuyen, las piernas se adelgazan y la cara se te hincha, tu columna vertebral se estira 5 centímetros (…) hasta que tu cuerpo se estabilice ya perdiste 2 litros de sangre” comentó.
Rodolfo regresó a la Tierra y luego, a México. A pesar de las ofertas de trabajo de la NASA, prefirió no ser un cerebro más en fuga. “Yo no me arrepiento de haber tomado esa decisión, de haber regresado a mi familia, a mi gente. Entré a trabajar a la UNAM, a recorrer el país” explicó a los chicos y chicas del auditorio.
“Creo que sí sería muy bonito y muy importante que dentro de 5 o 6 años, México tenga un representante, un chavo o una chava, alguien que nació en México que vaya a representar a la nación (…) que esté comprometido a regresar a México y a trabajar” dijo.
“Porque sí existen las oportunidades cualquiera de ustedes se puede ir al espacio, pero para eso necesitan chambear, necesitan esforzarse, necesitan trabajar. Esa es la clave” expresó Rodolfo Neri Vela.