El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) se deslindó de los daños causados a la estatua ecuestre de Carlos IV, el Caballito, como se le conoce popularmente, al afirmar que los trabajos que pretendían restaurarla se hicieron sin su autorización ni conocimiento.
El INAH en un comunicado asienta que funcionarios del Centro Histórico de la Ciudad de México ordenaron realizar el llamado por ellos “Servicio para la restauración y rehabilitación del monumento ecuestre a Carlos IV de España conocido como El Caballito limpieza y mantenimiento de la escultura ecuestre, incluye el pedestal”.
Después de constatar los hechos, el INAH requirió la suspensión de las obras por no contar con la autorización correspondiente. La responsabilidad de la intervención la asume el Sr. Arturo Javier Marina Othón presuntamente contratado por funcionarios del Centro Histórico de la Ciudad de México.
El Fideicomiso del Centro Histórico de la Ciudad de México del Gobierno del Distrito Federal pretendió tardíamente obtener una autorización para los trabajos ya iniciados sin autorización.
Dado que la intervención no contó con un proyecto que la justificara, el INAH constituyó una comisión de especialistas para establecer un dictamen sobre los daños que había sufrido el monumento histórico.
La comisión estuvo integrada por las restauradoras especialistas en metales Luisa María Mainou Cervantes, Patricia Gabrielle Meehan Hermanson, Jannen Contreras Vargas y Gabriela Peñuelas Guerrero; el químico metalúrgico Ángel García Abajo y los arquitectos Saúl Mendo Muñoz, Alfonso López Heredia y Antonio Mondragón Lugo, de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural, de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía, y de la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos.
Derivado de la visita de inspección que realizó el 25 de septiembre de 2013 la comisión rindió un Dictamen del que se destaca lo siguiente:
De acuerdo con la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos vigente, la Estatua Ecuestre de Carlos IV está incluida en el Catálogo Nacional de Monumentos Históricos Inmuebles del INAH, con el número de ficha 090060071258, e inscrita en el Registro Público de Zonas y Monumentos Arqueológicos e Históricos en la Sección de Muebles y Declaratorias, Libro 1, a foja 129, número 288/82, desde el 10 de septiembre de 1982.
La pátina oscura con que contaba la escultura hasta antes de la intervención de septiembre de 2013 estaba compuesta por una capa de productos de corrosión verdes y negros, formada por óxidos, carbonatos, sulfuros y sulfatos (cuprita, tenorita, malaquita, covelita y brocantita, principalmente).
Estos productos de corrosión son pasivos; es decir, se encuentran estables.
El Sr. Marina Othón planteó que utilizaría ácido nítrico al 30% para realizar una limpieza de la escultura.
Es de señalar que durante la visita de inspección para elaborar el presente dictamen, se encontró un bidón con ácido nítrico al 60% in situ en uno de los andamios.
Al utilizar el ácido nítrico en concentraciones tan elevadas se eliminó de manera irreversible tanto la pátina que protegía la superficie, como una cantidad de metal de la aleación del bronce, poniendo en riesgo la integridad de la escultura.
El ácido nítrico atacó inicialmente a la pátina de la escultura, disolviéndola. Así, se perdió de manera irreversible el 50% de esa capa estable que protegía al bronce original.
Al eliminarla, el metal quedó expuesto a nuevos y más agresivos procesos de corrosión. Además, la eliminación de la pátina no ocurrió de manera homogénea.
El uso de ácido nítrico a concentraciones tan elevadas causó además una disolución diferencial del bronce, es decir, que atacó en un primer momento a los elementos minoritarios y menos estables de la aleación del bronce, compuesta por cobre y estaño, así como zinc y pequeñas cantidades de plomo. El ácido nítrico disolvió inicialmente el estaño y el zinc, generando una coloración superficial rosa salmón característica del cobre. El ataque del ácido nítrico también aumentó la rugosidad superficial del metal a nivel microscópico y consiguientemente aumentó en gran medida el área susceptible a reaccionar, en un fenómeno conocido como desaleación que favorece fenómenos de corrosión, específicamente de corrosión galvánica.
La corrosión galvánica se presenta cuando un metal se corroe más al estar en contacto con otro metal más resistente en presencia de humedad y sales. La corrosión galvánica en este caso ocurrió en el monumento histórico, ya que la disolución diferencial del bronce causada por el ácido nítrico dejó en superficie al cobre (metal más resistente), lo que se conoce como enriquecimiento superficial.
El cobre que quedó en la superficie de la escultura es menos reactivo que la aleación de bronce original, la cual deriva en un siguiente efecto: al quedar expuesta, la aleación del bronce original se corroe y, posteriormente, exfolia al cobre en la superficie causando su pérdida irreversible.
En síntesis, la aplicación del ácido nítrico provocó daños en la escultura de bronce, creando una superficie heterogénea compuesta por:
- zonas doradas brillantes y mates que corresponden a bronce decapado;
- zonas rosa salmón, que corresponden al bronce que perdió la aleación, y sólo tiene cobre en la superficie;
- zonas rojo tornasol, que corresponden a la oxidación del bronce causado por el uso del ácido nítrico;
- zonas verde pulverulento, correspondientes a productos de corrosión (nitratos de cobre solubles);
- zonas con restos de la pátina oscura original;
- zonas con restos de capa de protección con suciedad y hollín.
Aunque el tratamiento con ácido nítrico se aplicó directamente al 35% de la escultura, se pudo constatar que los daños se extendieron a aproximadamente 50% de la superficie del monumento, a causa de los escurrimientos y manchas en numerosas áreas de la escultura y del pedestal de piedra.
Durante la visita de inspección se encontraron evidencias adicionales de descuido en los trabajos realizados. Se dejaron objetos en la base de la escultura, tales como basura y una cruceta de andamio suelta que deja manchas de productos de corrosión de hierro sobre la base. También se dejaron tablones de madera que provocan la acumulación de humedad y generan áreas de corrosión. Todo ello muestra la falta de capacidad profesional para intervenir un monumento histórico.
Es importante señalar que los ácidos inorgánicos, como el ácido nítrico, se han dejado de emplear en restauración de metales desde la década de 1950, cuando se comprobó el profundo e irreversible deterioro que causan.
Otro de los tratamientos usados por el Sr. Marina Othón consistió en utilizar fibras de acero para sacar “brillos en las partes de mayor realce”.
Aunque en el documento menciona que estos brillos se darían al terminar la aplicación de una nueva pátina, resultó evidente que se utilizó también como método de limpieza.
En la imagen publicada por el diario, Reforma el 19 y el 25 de septiembre de 2013, se observa a personal dirigido por el Sr. Marina Othón usando cardas de metal con un taladro.
Si bien la obtención de brillos es un proceso común en la patinación de obras recién producidas, es un grave error utilizar este mismo método en un monumento histórico. La visita de inspección realizada el 25 de septiembre permitió observar los daños irreversibles en la superficie de la escultura, generados por el uso de estas cardas de metal.
También se pudo observar negligencia en la calidad de los trabajos realizados, así como una total falta de sensibilidad al trabajar sobre un monumento histórico.
Por una parte, se observó que los andamios (sumamente inestables e inadecuados) se amarraron a tres de las cuatro patas del caballo, incluyendo aquella que tiene una grieta visible en la cañuela.
Asimismo, se encontró un tablón de andamio (de metal y madera) apoyado directamente sobre la escultura, en las ancas del caballo, lo cual puede generar daños físicos por el movimiento de los andamios, así como manchas de corrosión del metal del tablón. Además, el andamio está en contacto directo con el pedestal del monumento, produciendo daños físicos.
Se pudieron constatar daños en el pedestal. Los escurrimientos del ácido nítrico, productos de corrosión y metal en disolución a lo largo del paño del cuerpo medio, en acumulaciones en las molduras y en la plataforma, produjeron un serio manchado de la piedra.
Además, estos productos penetraron en los poros de la piedra, creando una mayor disolución de sus materiales constitutivos (tanto de los clastos como de la matriz de sílice).
El ácido nítrico reaccionó con el cemento que se encuentra en las juntas, entre los sillares y el núcleo de concreto armado, así como en los sillares de revestimiento del pedestal, produciendo una mayor disolución en ellos. Hay evidencias de que el ácido penetró en dicho espacio, lo cual favorece la posterior filtración de humedad.
El mármol es un material particularmente susceptible al ataque por ácidos. En los tableros conmemorativos de mármol se encontraron manchas muy localizadas de óxidos metálicos. Algunas de ellas, de color amarillo-ocre, son resultado de la disolución del hierro de los andamios al entrar en contacto con el ácido nítrico.
Las otras son de color verde y provienen de los escurrimientos producidos durante la intervención en la escultura. Es evidente que estos tableros fueron limpiados con agua a presión. Es decir, hubo un deterioro y pérdida de material por esta agresiva limpieza.
Detalle de escurrimientos en el manto de la escultura Carlos IV.
CONCLUSIONES DEL DICTAMEN
La intervención realizada en septiembre de 2013 por el Sr. Arturo Javier Marina Othón, presuntamente contratado por funcionarios del Centro Histórico de la Ciudad de México, ocasionó los siguientes daños irreversibles en el monumento histórico, “Estatua Ecuestre de Carlos IV”.
1. En la escultura de bronce.
- Daños en aproximadamente el 50% de la superficie de la escultura por:
- Pérdida irreversible de la pátina original a causa del uso de ácido nítrico al 30%.
- Desaleación y pérdida irreversible de elementos (estaño y zinc) por el uso de ácido nítrico al 30%.
- Corrosión del bronce.
- Abrasión de la superficie por el uso de cardas metálicas.
2. En el pedestal.
- Daños por:
- Disolución de materiales constitutivos por escurrimiento y absorción del ácido nítrico y óxidos.
- Manchas en la piedra por el escurrimiento y absorción de la solución del ácido nítrico.
- Manchas en los tableros de mármol por escurrimiento del ácido nítrico.
- Manchas en los tableros de mármol por salpicaduras de óxidos de hierro de los andamios.
- Incremento de los daños preexistentes en la piedra, lo que alteró las propiedades físicas del material y demeritó las cualidades estéticas del monumento histórico.
- Disolución y desprendimiento de capas superficiales de carbonato de calcio, ocasionados por una limpieza con agua a presión de los tableros de mármol.
3. La intervención realizada no contó ni cuenta con la autorización del Instituto Nacional de Antropología e Historia.
4. Al realizar los tratamientos sin autorización, se violó la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos, y su Reglamento.
5. Los documentos presentados por el Fideicomiso del Centro Histórico de la Ciudad de México y por el Sr. Arturo Javier Marina Othón, mediante los cuales se pretendió obtener solicitud de autorización por parte del INAH de manera extemporánea están incompletos.
- No se presentó cédula profesional de restaurador responsable.
- No cuenta con un curriculum completo del responsable de los trabajos.
- No se presentó un diagnóstico preliminar que justifique las intervenciones realizadas.
- Planteó métodos y materiales de intervención sumamente agresivos que afectaron la integridad del monumento histórico, y su ejecución no autorizada generó daños irreversibles.
6. El valor cultural del monumento histórico intervenido es incalculable. Sin embargo, la estimación de los daños ocasionados al monumento histórico por la intervención realizada por el Sr. Arturo Javier Marina Othón, presuntamente contratado por funcionarios del Centro Histórico de la Ciudad de México en septiembre de 2013, asciende a $1’415,723.00 (–Un millón cuatrocientos quince mil setecientos veintitrés pesos 00/100 M.N.–).
7. Los daños generados son irreversibles. Es urgente iniciar un proceso de intervención para estabilizar el monumento histórico y restituir los elementos necesarios que garanticen su conservación.
8. Atendiendo al presente dictamen, el proyecto para estabilizar el monumento histórico y restituir los elementos necesarios que garanticen su conservación deberá ser presentado al Instituto Nacional de Antropología e Historia para su aprobación.
Uso de cardas en el rostro de la escultura. (Imagen: Reforma, 19 y 25 de septiembre de 2013).
La ejecución de los trabajos que al efecto se autoricen por el INAH, será supervisada por personal de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural y de la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos.
El INAH agradece a la sociedad civil su compromiso solidario con la conservación del Patrimonio Histórico y Cultural de México.