Autopista Xalapa-Perote con Vía Láctea y un meteorito cruzando el cielo- Héctor Montes de Oca

Autopista Xalapa-Perote con Vía Láctea y un meteorito cruzando el cielo- Héctor Montes de Oca


Según datos de la ONU, más de la mitad de la población mundial —alrededor de 3 mil 300 millones de personas—vive en ciudades. Dentro de dos décadas se prevé que esta cifra aumente a 5 mil millones, lo que significa que más de tres cuartas partes de la población mundial residirá en entornos urbanos, lo que agravará los niveles de contaminación lumínica e impactará de manera importante el medio ambiente.

 

Esta contaminación lumínica, consideran expertos, es causada por la actividad humana y el alumbrado público de las urbes. La mala gestión y el exceso de iluminación en las ciudades disminuye la visibilidad de los objetos cósmicos y con ello el concepto ancestral, tradicional y científico de noche y el panorama del cielo oscuro. En la actualidad es muy difícil encontrar un cielo nocturno sin luz artificial, por lo que hace necesario repensar nuevos modelos energéticos sustentables que aseguren una adecuada iluminación de las ciudades.

 

Estas reflexiones se presentaron en enero del 2016, fecha en la que se llevó a cabo la Reunión Internacional Derecho a los Cielos Oscuros en la Ciudad de México y como resultado de ese encuentro de tres días de trabajo con la participación de medio centenar de expertos nacionales y extranjeros, se elaboró el libro Derechos a los Cielos Oscuros, publicación que fue presentada la noche del lunes en el auditorio del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).

 

La edición es una colaboración conjunta entre el Conacyt, la Oficina de Unesco en México, el Foro Consultivo, Científico y Tecnológico (FCCyT), la Coordinación de la Investigación Científica de la UNAM y la Academia Mexicana de Ciencias (AMC).

 

En la presentación del libro participaron Nuria Sanz, directora y representante de la Unesco en México; Enrique Cabrero, director de Conacyt; William Lee, coordinador de la Investigación Científica de la UNAM; José Franco, coordinador del FCCyT y ex presidente de la AMC.

 

“La conclusión principal de la reflexión que presentamos es que sin duda el firmamento es el patrimonio común de la humanidad, un recurso natural, pero también cultural”, dijo Nuria Sanz, quien reconoció que el tema del derecho a los cielos oscuros era una oportunidad de abrir una ventana para la Unesco en la tarea de promover la cooperación internacional en el marco de la agenda de las Naciones Unidas 2030.

 

Señaló que existe un crecimiento exponencial de las urbanizaciones y se proyecta que continúe hasta 2030, “la Ciudad de México, Sao Paulo, Osaka, entre otras, han superado los índices mundiales. No obstante, hay países que no tienen tanta urbanización ni tantas áreas naturales protegidas como las tiene México, donde la polución lumínica afecta procesos de anidación de las aves, de las cadenas migratorias de especies protegidas, de los insectos…”.

 

Agregó, por otro lado, que en los últimos años no ha habido tanta propensión de incluir en la lista de patrimonio mundial de la Unesco a más sitios astronómicos, porque en muchos lugares se ha perdido esa condición de visibilidad que forma parte de su valor intrínseco. Ingresan, por el contrario, los sitios arqueológicos que sí tuvieron la intención desde su origen de observar el Universo.

 

“El continente americano es el lugar que ha consagrado mayores monumentos y ruinas arqueológicas a la exploración y conocimiento del cielo. Y México es un punto central en esta reflexión”. Este libro, añadió, va a ayudar a los gestores de los sitios de patrimonio mundial, de las reservas de la biosfera y de los procesos de biodiversidad que necesitan análisis desde la problemática de la contaminación lumínica.

 

Resaltó que existen importantes ejemplos mexicanos, como el caso del Observatorio Nacional Astronómico (OAN) en San Pedro Mártir, en Ensenada, Baja California, el cual ha marcado la agenda local y nacional con una serie de hitos en el campo legislativo; asimismo, ha dado lugar a una cooperación científica multilateral, y se espera genere una fructífera cooperación internacional.

 

El libro Derecho a los Cielos Oscuros, de 239 páginas, contiene textos, en español e inglés, de 22 autores, divididos en seis capítulos: “Astronomía y cooperación internacional: el papel de la Unesco”. “Astronomía”. “Telescopios”. “La protección de los cielos oscuros: perspectivas regionales”. “La protección de los cielos oscuros: aproximaciones globales y el papel de la colaboración interinstitucional”. “Divulgación y astroturismo”.

 

El sitio sí importa

En su participación, William Lee, coordinador de la Investigación Científica de la UNAM,  comentó que hay montañas y lugares en el mundo donde no tiene objeto colocar inversiones en infraestructura, pero que existen sitios que se usan para astronomía y son los mejores donde vale la pena invertir miles de millones de dólares.

 

Apuntó que existen dos sitios de este nivel en México: uno en Sierra Negra (Puebla), bajo la responsabilidad del INAOE, y el otro en San Pedro Mártir, que maneja la UNAM. Telescopios que tienen la capacidad de observar en el espectro infrarrojo, además del OAN, también hay en Hawai (Estados Unidos), en Atacama (norte de Chile) y Las Canarias (España).

 

“Este desarrollo de tecnología y ciencia puede servir para empujar la formación de recursos, tecnología y educación, y esto me lleva a plantear por qué es importante preservar los sitios, lo cual no significa quedarnos oscuras, es hablar de una iluminación inteligente, de tener respeto por el medio ambiente; la contaminación lumínica es la misma que la sonora, la del aire y la visual. Contar con cielos oscuros es poder ver el cielo, para la ciencia y por un aspecto cultural-histórico”.

 

Cielos oscuros para la ciencia, la salud, la biodiversidad y medio ambiente

La publicación que se presenta “es un abrazo entre la astronomía, la historia, la arqueología, la sociología, la medicina y la economía”, dijo José Franco, coordinador del FCCyT, quien añadió que se requieren cielos oscuros para hacer ciencia y poder observar el Universo, pero también porque plantea una serie de problemas para la biodiversidad, la salud humana, la economía, y es un factor de contaminación ambiental por el hecho de requerir la quema de combustibles fósiles para generarla.

 

Recordó los esfuerzos que se realizaron en el pasado para legislar la contaminación lumínica en Pima, Arizona (1972), Islas Canarias, España (1992), Chile (1999), y a nivel nacional en Ensenada, México (2006), que primero fue de carácter municipal y luego pasó a ser estatal en 2010, y ahora es una propuesta federal ante la Comisión de Medio Ambiente de la Cámara de Diputados para su análisis y discusión.

 

El expresidente de la AMC comentó que la publicación Derecho a los Cielos Oscuros se presentará el 21 de abril en Islas Canarias, España, para continuar la discusión sobre el tema.

 

México, llamado a ser un país líder

El director de Conacyt, Enrique Cabrero, expuso que preservar las noches oscuras es más que una causa noble y romántica, es también una forma de proteger la salud y el medio ambiente, además de los beneficios económicos que representaría usar la iluminación adecuadamente.

 

“Viniendo de trabajos de investigación en temas urbanos hay una enorme tendencia, creo muy errónea, en la planeación de ciudades de inmediatamente generar una capacidad lumínica mucho mayor de la que se necesita. Ha habido una distorsión, pues se cree que una ciudad es más importante si genera más luz. O que progresa si tiene un enorme derroche de luz por las noches”.

 

Por otro lado, sostuvo, la comunidad de investigadores crece continuamente en esta área. “Este año tenemos 269 miembros del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) que hacen investigación en astronomía y astrofísica, 7% más que en 2016, la tasa de crecimiento en esta área es superior a otras en el SNI. Además, se encuentran 155 becarios activos en México y 27 en el extranjero en programas de astronomía e ingeniería aeroespacial”.

 

Al ser conscientes de poseer lugares privilegiados para la observación astronómica, se ha trabajado fuerte en el tema con productos como el Observatorio de Rayos Gamma (HAWC, por sus siglas en inglés), reconoció Cabrero, quien añadió que para el próximo año se espera completar la superficie de los lentes para que empiece a trabajar a toda su capacidad.

 

“México está llamado a ser un país importante, líder, ya lo es, tiene una visibilidad importante y lo que corresponde hacer ahora, más allá de la agenda de investigación de los astrónomos, es insistir en el tema de la contaminación lumínica, seguiremos trabajando para que nuestro país sea una voz que se oiga a nivel internacional”.

Fabiola Trelles.

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