AGENCIA CTyS/DICYT Hasta el momento los científicos sabían que el cortisol, una hormona que surge como respuesta al estrés crónico, intervenía en el desarrollo de ciertas enfermedades. Lo que este equipo de científicos de la Universidad de Buenos Aires (UBA) ha identificado es que los casos de estrés conducen a un aumento en los niveles de cortisol, lo cual impacta sobre el marcador tumoral del cáncer de próstata, conocido como PSA (antígeno prostático específico).
“El cortisol opera como un moderador entre los eventos de vida y el biomarcador de la patología”, afirma en diálogo con la Agencia CTyS la directora de la investigación, Gabriela Berg, Doctora y Profesora Asociada del Departamento de Bioquímica Clínica de la FFyB, y aclara que por “eventos de vida” se refiere a sucesos tanto positivos como negativos, como por ejemplo el nacimiento, la mudanza, el matrimonio, la muerte.
Estas situaciones estresantes se asocian a un mayor riesgo de padecer la enfermedad, caracterizado por el aumento del mencionado cortisol, y a un desarrollo hormonal que, en definitiva, favorece un entorno pro carcinógeno.
El hallazgo invita a incorporar progresivamente la evaluación de los factores psicosociales en los protocolos de identificación y tratamiento de los pacientes vinculados con el desarrollo de la enfermedad oncológica.
El cáncer de próstata es la neoplasia visceral más común en hombres americanos y europeos mayores de 50 años precediéndole el cáncer de piel, y es el tumor urogenital mas frecuente del varón. Presenta una incidencia del 30 % en la quinta década de vida.
La complejidad de medir el estrés
La investigación, de carácter multidisciplinar, contempla la medición del estrés, para lo cual se utilizó una encuesta. “Hemos aplicado una encuesta de sucesos o eventos de vida, la escala de Holmes y Rahe, en la que el paciente indica cuáles son aquellos eventos que le causaron estrés en el último año”, destaca la Doctora Bibiana Fabre, bioquímica de la FFyB y miembro del equipo de trabajo.
Se trata de una escala validada originariamente en Estados Unidos pero, luego, también en distintas poblaciones latinoamericanas, por lo cual fue utilizada por el equipo de científicos de la UBA. Según Fabre, es “de rápida y de fácil resolución” y, por eso, se empleó en individuos que concurrieron voluntariamente a un programa de detección temprana de cáncer de próstata organizado por el Hospital de Clínicas José de San Martín junto al Servicio de Urología y el Departamento de Bioquímica Clínica.
“Todos los tumores tienen un componente genético pero, en este caso, está fuertemente condicionado por el estilo de vida, que incluye la alimentación, la actividad física y la obesidad, ya que se ha demostrado que también se asocia con la progresión del tumor, aunque no tanto con el desarrollo inicial”, señala la investigadora a cargo del estudio.
“Observamos que el cortisol interaccionaría con los eventos de vida, aumentando los niveles del antígeno prostático específico”, aporta Fabre.
Frente a cierta resistencia médica por el carácter “subjetivo” del estrés, Berg defiende la utilidad de las herramientas para evaluar el estrés, como las encuestas de este tipo, y asegura que se encuentran “cada vez más adaptadas y validadas”.
Esta encuesta no considera la subjetividad del evento, es decir, no refiere cómo el paciente lo percibió, sino que mide si sufrió o no la situación.
“En definitiva -cierra Berg- se trata de darse cuenta de que el paciente es vulnerable psicológicamente, está en una sociedad complicada y hay que actuar antes de que desarrolle la patología”. Los resultados de la investigación fueron publicados en revistas internacionales como Psychoneuroendocrinology y Stress.