Martín Aluja Schuneman

Martín Aluja Schuneman


Detrás de una persona exitosa hay decenas de fracasos capitalizados, aseguró el doctor Martín Ramón Aluja Schuneman Hofer, director del Instituto de Ecología (Inecol).

Relajado y alegre, el investigador, quien ha obtenido más de una decena de reconocimientos tanto nacionales como internacionales, expresó que “en la vida no todo es éxito, de lo que uno más aprende es de las caídas y fracasos”.

Al preguntarle cuántas veces ha fracasado, sin pena respondió que muchísimas, “la vida es un vaivén, muchas veces estás arriba y otras tantas estás abajo, el saber que esto es así, que no es posible que siempre todo te saldrá bien, ayuda mucho a mantener los pies sobre la tierra”.

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Enfrentarse a la vida

A lo largo de su viaje por la vida, Martín Aluja ha tenido que trabajar en diversas cosas, por ejemplo fue chofer de un tractor, en la comunidad de Coroneo, en Guanajuato, y también fue chofer de una persona que era botánico.

También recuerda que cuando terminó la preparatoria se fue de “mochilazo” a conocer América Latina. En esta travesía que duró seis meses, conoció todo tipo de personas como guerrilleros, que le dejaron diversas experiencias de vida, las cuales han contribuido a su madurez emocional.

Después de este viaje estudió una ingeniería en agronomía, en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM). Al concluir sus estudios ingresó a trabajar en una dependencia de gobierno en la cual le iba muy bien, tan bien que lo llevó a su peor fracaso…

El peor fracaso

Al ingresar a su primer trabajo profesional, el talento y compromiso de Martín lo hizo subir como la espuma. A los dos meses de que entró a trabajar ya era jefe, tenía dos secretarias y viajaba en helicóptero.

“A los cuatro meses de que entré a trabajar llegué a la casa de mis padres y tontamente no saludé a don José, quien cuando yo era niño me llevaba a la escuela en bicicleta. Mi mamá se dio cuenta y me corrió de la casa”, relató.

Martin Aluja“Me dijo ‘Martín, vi que no saludaste a José y se me hace verdaderamente oprobioso porque a esa persona tú le debes todo’, para mí eso fue brutal porque me di cuenta de lo estúpido que estaba siendo, cómo tan fácil y tan rápido se te suben los humos y pierdes el piso”.

Evitar el culto al ego, la clave del éxito

Después de este fracaso, el cual Martín considera como el peor de toda su vida, comenzó a poner filtros para evitar el culto al ego y la adulación, ya que desde su perspectiva son la peor fórmula para ser un buen científico.

“Trato de poner filtros para evitar el culto al ego y que la gente te nuble la cabeza”. Así, pese a que sabía que tenía potencial y se había preparado bien, ya que realizó un doctorado en ciencias en la Universidad de Massachusetts y una estancia posdoctoral en la Swiss Federal Research Station, en Suiza, trataba de mantener la humildad.

Aunque reconoció que es complicado evitar el culto al ego, sobre todo cuando se está en un entorno que lo favorece, como sucede en la ciencia.

Desde 2010, cuando asumió el cargo de director del Inecol, nunca ha recibido a nadie en la oficina de dirección. “Las antesalas, las citas y la expresión ‘señor director’ están vetadas… Yo puse muchos filtros porque sé que uno como ser humano es propenso a caer en el juego de la adulación y eso es terrible porque mata a las personas, yo he visto a muchas personas caer por eso”.

Hacerse responsable de los errores

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Otra gran lección de vida que ha recibido Martín Aluja es el rechazo de un artículo, “pesadilla” a la cual todo científico se ha enfrentado por lo menos un par de veces.

“Es la experiencia más terrible, uno vuelca su pasión en una investigación, lo mandas a una revista con toda la ilusión del mundo y te contestan que no está aprobado”.

No obstante, reconoció que estas lecciones de vida son increíblemente saludables, porque “en resumen, después de muchos años de estar en la ciencia, estoy convencido de que a pesar de que hay sesgos y hay árbitros que no son honestos, la mayoría lo hace de buena fe e invariablemente tiene razón en sus críticas”.

Recordó que una vez alguien le dijo “no le eches la culpa a tu entorno, hazte responsable de tus actos y deja de echarle la culpa a los demás o de proyectar tus inseguridades y complejos en otros”.

Eso, sin duda, lo cimbró y lo hizo cambiar de actitud ya que, dijo, en algunas ocasiones los investigadores, y las personas en general, no suelen reconocer sus errores y toman un papel de víctima, que les impide mejorar.recuadrocosas3 1207

“Uno tiende a echarle la culpa siempre a todos y caer en el papel de la víctima, yo creo que ese es un error garrafal, uno tiene que ser profundamente honesto con uno mismo, humilde y saber que no eres perfecto y lo que haces no siempre está bien”.

Añadió que no hay nada más sano que la crítica constructiva. “Si caes en ese papel (de mártir) nunca vas a desarrollarte, nunca vas a crecer porque siempre vas a tener un paliativo al excusarte de tu propia ineptitud”.

Así que puso en práctica estas recomendaciones, se hizo responsable de sus actos, dejó de echar la culpa a los demás de sus errores, evitó el culto al ego y la adulación y le ha ido muy bien, actualmente es miembro nivel III del Sistema Nacional de Investigadores (SNI).

Además, a lo largo de su trayectoria ha publicado más de 139 artículos científicos, los cuales tienen más de mil 760 citas; y entre los reconocimientos que ha recibido se encuentra el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2013.

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Madurez emocional

Los fracasos a los que se ha enfrentado, como que le rechacen un artículo, no le aprueben un proyecto, que sus alumnos “cuchareen” los datos de una investigación, un divorcio y otras experiencias personales, lo han ayudado a madurar emocionalmente, lo cual indicó es el “ingrediente” fundamental para el éxito.

Resaltó que hoy en día las empresas serias a nivel internacional y los grandes laboratorios, principalmente en Europa, ya no necesariamente buscan en su personal las aptitudes intelectuales, sino que tengan equilibrio y madurez emocional, para que puedan enfrentar grandes retos.

Pero ¿cómo estar equilibrados emocionalmente?, Martín Aluja indicó que nada mejor como el deporte porque pone retos constantemente, enseña la disciplina y a trabajar en equipo, además de que te prepara para enfrentar los fracasos.

Con nostalgia recordó que era un atleta de alto rendimiento, practicaba atletismo en pruebas de 400 y 800 metros. “Había días que llegaba a mi entrenamiento y mi entrenador me decía hoy toca 30 repeticiones a un ritmo de entre 24 y 25 segundos. A la décima repetición yo ya estaba que no podía, pero sacaba fuerza de flaqueza y lo lograba. Cuando terminaba el entrenamiento me sentía inmensamente feliz porque había logrado dominar el dolor y me demostré que la verdadera fuerza es la mental, que uno puede superar cualquier circunstancia si está preparado mentalmente”.

Preparar a una nueva generación de científicos

Para finalizar, Martín Aluja resaltó que por todo ese aprendizaje que le ha dejado su recorrido por la vida, trata de preparar a sus estudiantes con otro “chip”.

“Los mando mucho a que salgan a congresos, tanto en México como el extranjero, para que se enfrenten a la vida misma, a lo que van a vivir cuando dejen de ser estudiantes”.

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Además, les pide que lean mucho ya que eso les dará mayor conocimiento y el poder de la imaginación. Asimismo, les sugiere que hagan deporte porque el deporte les dará la disciplina necesaria para su trabajo científico y los enseñará a trabajar en equipo.

“Yo les digo que si son muy buenos como investigadores y además tienen la madurez emocional, van a llegar muy lejos y van a ser mucho más felices… Yo creo que a la nueva generación de científicos mexicanos hay que formarla con esta madurez emocional”.

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