El 1 de junio fue instituido como Día Internacional de la Infancia por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1956, consagrado a la fraternidad y a la comprensión entre los niños y las niñas del mundo entero; atendiendo a que los niños son el colectivo más vulnerable y por tanto el que más sufre las crisis y los problemas del mundo. Para ese día, la ONU acordó que cada país debería promover actividades que involucrasen de manera directa a los infantes de cada casa. Muchos países mantuvieron la fecha, pero en muchos otros, se modificó, celebrándose el 20 de noviembre, o en el caso de México el 30 de abril.
Este día internacional recuerda que todos los niños tienen derecho a la salud, la educación y la protección, independientemente del lugar del mundo en el que haya nacido.
Esto, porque en el planeta, hay muchos niños que no viven su infancia. En el mundo, unos 600 millones de niños viven en la pobreza y más de 27 mil menores de cinco años mueren cada día por causas evitables. Más de 250 millones de infantes desde cinco a 14 años trabajan extensas y agotadoras jornadas laborales, otros 130 millones no reciben siquiera educación elemental.
Aproximadamente seis millones padecen lesiones limitantes causadas por los conflictos bélicos o han fallecido como consecuencia de las guerras y cada 24 horas, ocho mil 500 muchachos se contagian con el SIDA.
Hay unos trescientos mil niños menores de 18 años quienes en la actualidad sirven como combatientes alrededor del mundo (convirtiéndolos en casi el 10 % de todos los combatientes globales). Ellos prestan servicios en el 40 % de las fuerzas armadas, grupos opositores y organizaciones terroristas del mundo y luchan en casi el 75 % de los conflictos mundiales.
Durante los últimos cinco años, los niños han prestado servicios como soldados en todos los continentes (menos en la Antártica). Además, medio millón más de niños prestan servicios en fuerzas armadas que al presente no están en guerra.
Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), la prostitución y la pornografía infantiles, los llamados niños de la calle y el tráfico de órganos extraídos a muchachos menores de edad engañados o secuestrados y luego asesinados, rebasa con creces las peores experiencias.
Dedicar un día internacional a la infancia también sirve para hacer un llamado sobre las necesidades de los más pequeños y para reconocer la labor de las personas que cada día trabajan para que los niños y niñas tengan un futuro mejor.
Los derechos de la infancia se basan en cuatro principios fundamentales:
- La no discriminación: todos los niños tienen los mismos derechos. Esto significa: todos los niños y todas las niñas, en todo caso, en todo momento y sin excepciones. No importa su raza, su religión, su procedencia o las ideas de sus padres. Ningún niño debe recibir un trato injusto bajo ningún concepto.
- El interés superior del niño: cualquier decisión, ley, o política que pueda afectar a la infancia tiene que tener en cuenta qué es lo mejor para los niños y niñas. Cuando los adultos tomen decisiones tienen que pensar en cómo pueden afectar a los niños.
- El derecho a la vida, la supervivencia y el desarrollo: todos los niños y niñas tienen derecho a vivir, a desarrollarse y a alcanzar su máximo potencial en la vida. Esto incluye tener derecho a cosas como una alimentación y alojamientos adecuados, al agua potable, a la educación, a la atención sanitaria, al juego y el descanso, a actividades culturales y a información sobre sus derechos.
- La participación: los menores de edad tienen derecho a ser consultados sobre las situaciones que les afecten y a que sus opiniones sean tomadas en cuenta. Esto no significa que los niños puedan mandar sobre sus padres ni decirles qué tienen que hacer. La participación debe ir aumentando conforme a la edad y es importante para que los niños y jóvenes alcancen la madurez.
La preocupación por los niños y sus derechos se intensificó incluso tras la Primera Guerra Mundial y los horrores atestiguados por los participantes. Una de las primeras activistas sobre este tema fue Eglantyne Jebb, fundadora de la organización Save the Children, la cual con ayuda del Comité Internacional de la Cruz Roja impulsó la adopción de la primera Declaración de los Derechos de los Niños. Esta declaración fue sometida para su aprobación ante la Liga de las Naciones, la cual la adoptaría y ratificaría en la Declaración de Ginebra sobre los Derechos de los Niños, el 26 de septiembre de 1924.
En este documento se decretaba que todos los países estaban obligados a proporcionar a los niños disfrute espiritual, asistencia social, mejores oportunidades de vida y se prohibían los trabajos forzados y peligrosos para ellos. Después de esta conferencia los gobiernos de diversos países acordaron instituir un Día de la Infancia.
En agosto de 1925 representantes de 54 países asistieron a la Conferencia Internacional de la Felicidad de la Infancia, celebrada también en Ginebra, Suiza, y aprobaron la «Declaración de Ginebra sobre la Protección de los Niños», señalando para tal efecto el 1 de junio.
La Conferencia Internacional en Defensa de la Niñez, efectuada en Viena en abril de 1952 proclamó que, por el sólo hecho de nacer, el niño tiene derecho a ser feliz.
En 1954, la Asamblea General de las Naciones Unidas, mediante la resolución 836 (IX) del 14 de diciembre, recomendó que se instituyera en todos los países un Día Universal del Niño y sugirió a los gobiernos que celebraran dicho día en la fecha que cada uno de ellos estimara conveniente.
El primero de junio de 1942, durante la segunda guerra mundial, fascistas alemanes asaltaron Lídice, la villa checa y mataron a más de 140 jóvenes mayores de 16 años y a todos los bebés. Además, secuestraron a todas las mujeres y a 90 niños, todos llevados hacia los campos de concentración.
A fin de conmemorar la tragedia sufrida por los niños de esa villa y otros que murieron durante este conflicto bélico; como denuncia a las muertes de miles de niños en otras guerras, y a fin de garantizar los derechos de los niños, se estipuló en la conferencia de la Asociación Democrática Internacional de la Mujer, celebrada en noviembre de 1949, que el primero de junio sea el Día Internacional de la Infancia.