Este es un fragmento del libro «Un clavado a tu cerebro» del Dr. Eduardo Calixto, édico cirujano y doctor en Neurociencias, quien describe las funciones que se desatan en el cerebro con los diversos tipos de amor, además de la importancia del amor, en el cerebro.
Este fragmento corresponde al capítulo 1 «Amor y Cerebro», en el apartado «El amor de tu vida: en el cerebro».
Un clavado a tu cerebro, Penguin Random House; Edición 1 (15 de febrero de 2017)
El amor verdadero en el cerebro
“El amor compasivo o el amor verdadero, llega después de un enamoramiento, como una consecuencia congruente con la fisiología y psicología.”
Este amor se debe a un cambio de organización y conexión de áreas de nuestro cerebro, que modifica la actividad en instancias anatómicas relacionadas con la memoria y toma de decisiones: el amor migra de estar en la amígdala cerebral y el área CA3 del hipocampo a la corteza prefrontal, giro del cíngulo, ganglios basales; sucede gradualmente, con recuerdos mezclados y evaluaciones mejor realizadas.
“El amor verdadero logra del cerebro uno de los procesos más evolucionados en el humano: ser objetivo y al mismo tiempo solidario.”
Psicología y fisiología del amor verdadero
A diferencia del enamoramiento, el amor compasivo es reflexivo, racional, congruente, pensante. Otorga a cambio de nada. No condiciona, no demerita. Si ofende pide disculpas y perdona por el bien de la pareja. El cerebro cambia su idea egoísta. La corteza prefrontal relaciona con sus neuronas en espejo mayor actividad altruista, se preocupa por el otro; si hay hijos, el proceso es irreversible. La dopamina disminuye, pero en esta etapa de la pareja se incrementa la oxitocina, vasopresina, factores de crecimiento neuronal, óxido nítrico y glutamato. Los apegos son muy fuertes. Los celos se controlan más al tener certidumbre y conocimiento de la relación y de la pareja.
Evaluación del amor de acuerdo con las neurociencias
El cerebro logra evaluar por completo tres cosas, después de pasar la etapa de enamoramiento, a través de las cuales otorga certidumbre y contribuye a una relación estable. Dichas características deben estar completamente equilibradas entre sí:
1. Apreciación
La persona que amas te debe gustar. Al cerebro humano le gusta la simetría de la cara (proporción áurea, una relación armoniosa de la nariz con la boca), nos encantan los ojos simétricos. A la mayoría de las mujeres les son muy agradables los varones con mentones grandes y voz grave. Hombros amplios y cadera en armonía con ellos, es decir, musculosos y proporcionados. Los varones aprecian además de la simetría de cara de ellas, los hombros breves, la cadera amplia y el busto.
2. Inteligencia
Ambos sexos tienden a admirar al ser amado. El amor sin admiración es prácticamente inexistente. La inteligencia se valora por dos cosas: 1) El sentido del humor, las risas que se comparten en momentos juntos, la calidad de tiempo que se otorga la pareja. 2) Cómo se ayudan mutuamente a resolver problemas. Una pareja inteligente ayuda de inmediato, no pospone. No se permite diluir tiempos, encuentra soluciones.
3. Reconocimiento social
Nuestra pareja nos parece atractiva cuando tiene un entorno social en el que es admirado por otras personas. Es decir, es exitoso y su éxito se basa en su trabajo, en su talento o en su profesión. Este proceso se acompaña de una promesa de mejora económica en el tiempo. Tiene halagos externos, es admirado o tiene elementos que lo caracterizan como diferente en su entorno social.
Estudios en psicología indican que si el cerebro tiene estos tres elementos, es más difícil ser infiel. La evaluación, a través de estos factores, otorga como resultado altas posibilidades de sostener relaciones más estables. La pareja se mantiene más tiempo unida. Por lo anterior, se sugiere que esas tres condiciones se tomen en cuenta para reconocer el amor verdadero.
Enamorarse es un proceso fisiológicamente favorecido, pero desarrollar el amor es toda una actividad que conlleva conocimiento de la pareja, experiencias, proyección y tiempo. La atracción es un proceso más sencillo que el de amar. Amar es un proceso objetivo, implica decisión e inteligencia de nuestro cerebro.