La zona geográfica en la que resida cada individuo influye «en gran medida» sobre su genoma, lo que puede predisponer a un determinado tipo de cáncer, ha explicado hoy el director del programa de Epigenética y Biología del Cáncer del Instituto de Investigación de Bellvitge, Manel Esteller.
El investigador ha expuesto este razonamiento en rueda de prensa en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), donde imparte un curso de verano sobre el papel de la genética y la epigenética -ciencia que ha definido como la «reguladora de la genética»- en el desarrollo de varias enfermedades.
Según ha dicho, existen estudios que respaldan que «diferentes etnias» poseen epigenomas similares, lo que hace pensar que hay «geografías relacionadas con determinados tipos de tumores» que se presentan con un mayor porcentaje entre los individuos que residen en esas zonas.
Como ejemplo, ha explicado la menor presencia de cáncer de mama en Japón o el aumento de casos de cáncer de colon en Estados Unidos.
No obstante, ha matizado que esta predisposición está basada en los hábitos de la población, en ocasiones sustentados en la cultura del territorio, que puede cambiar con el tiempo.
Según ha explicado, esto ya ocurrió en España, donde el cáncer de pulmón entre las mujeres fue más frecuente -ha dicho- tras el franquismo, algo que ha asociado con la presencia de más fumadoras como símbolo de libertad femenina.
Esta influencia del territorio en la genética no es permanente, ya que emigrar hacia otra localización con otros condicionantes, tal y como ha afirmado, hace que los epigenomas «se adapten a la segunda zona».
Esteller ha confiado en que estos descubrimientos permitan un tratamiento personalizado para cada individuo que «congele» los tumores en lugar de eliminarlos, en base a este conocimiento de las características genéticas personales.
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