Francisca Suárez Estrella, Universidad de Almería
Casi dos años después de que la Organización Mundial de la Salud declarara el estado de pandemia a causa del SARS-CoV-2, siguen surgiendo dudas acerca de la fecha en la que venceremos al virus.
Es cierto que la implantación de medidas preventivas a nivel gubernamental, así como la adopción de las correctas prácticas higiénico-sanitarias a nivel individual, han servido para el control intermitente y cada vez más eficaz del virus.
Aun así, nos encontramos actualmente en una nueva ola de contagios y no parece, por el momento, que esta vaya a ser la última. Ante tal situación, la pregunta que está en el aire es: ¿ha llegado el covid-19 para quedarse? ¿Pasará el virus de tener un carácter epidémico a convertirse en endémico? ¿Podrá la población humana convivir con el covid-19 igual que lo hace actualmente con el virus de la gripe?
¿Qué es un virus endémico?
Para responder a estas preguntas debemos distinguir primero entre un virus epidémico (o pandémico) y otro endémico. Cuando un nuevo virus emerge en una población humana, bien a causa de una zoonosis, bien por movimientos migratorios o, incluso, debido a cambios significativos en el clima de una determinada zona geográfica, puede convertirse en epidémico si se propaga rápidamente entre la población.
Si el virus se extiende mundialmente, entonces la epidemia se convierte en una pandemia. Sin embargo, el virus puede pasar a un estado endémico cuando se detecta un número relativamente bajo y estable de infecciones en la población.
Para todos estos casos, la vacunación sigue siendo la forma preferida de tratar la mayoría de las enfermedades infecciosas. De hecho, en el caso del covid-19, la vacunación durante la fase epidémica está siendo esencial para reducir la carga de la enfermedad. Especialmente en individuos de edad avanzada y con factores de riesgo subyacentes.
Además de influir directamente en la reducción de la susceptibilidad, la infectividad y la patología en el individuo, la vacunación genera un tipo de inmunidad colectiva o “de rebaño” que reduce también la probabilidad de infección de un individuo susceptible (no vacunado) o de reinfección.
Sin embargo, dado que la vacunación contra el SARS-CoV-2 solo puede generar una inmunidad colectiva transitoria, su erradicación se convierte en algo poco probable, siendo la endemicidad el resultado más esperado a largo plazo.
Mayor inmunidad en el camino hacia la endemia
En el caso de los virus contra los que la infección no genera inmunidad de por vida, como es el caso del SARS-CoV-2, es muy importante entender cómo la infección natural y la vacunación pueden reforzar la protección frente al mismo.
La transición entre fase epidémica y endémica ocurre a medida que los niveles de inmunidad efectiva aumentan en la población. Durante dicha transición se puede observar un cambio importante en el número de individuos infectados. Además, se observan variaciones en la distribución por edades de las infecciones primarias y las reinfecciones. También en la gravedad de los síntomas desarrollados por los individuos infectados.
Por tanto, la susceptibilidad de los individuos a la infección y la gravedad de su patología son aspectos a tener en cuenta durante la fase de transición. Ambas variables son muy importantes, ya que van a determinar muchas de las decisiones sanitarias y políticas que se tomen en un determinado momento.
¿Cómo sería la fase endémica?
Para cuantificar los daños por covid-19 durante la fase endémica, habrá que considerar la gravedad, tanto de las infecciones primarias como de las reinfecciones.
Se conocen dos patrones generales que definen la relación entre la edad y la gravedad de las infecciones primarias. En el primer patrón, típico del SARS-CoV-2, la enfermedad es leve en niños y jóvenes y más severa en ancianos. En el segundo patrón, la enfermedad es más leve a una edad intermedia y más grave en los muy jóvenes y ancianos.
Durante la transición de fase epidémica a endémica del SARS-CoV-2 se prevé que la mayoría de las infecciones primarias ocurran en niños, con síntomas muy leves. Por eso, cabe pensar que estas no contribuirán sustancialmente a la gravedad y la carga de la enfermedad. Este último es el escenario endémico esperado en el caso del SARS-CoV-2.
Cómo actuar hasta entonces
Es evidente que la vacunación es la mejor vía para reducir la carga de enfermedad por covid-19. Dado que, en términos generales, la patología es leve en los niños y más grave en los ancianos, debe darse prioridad a la vacunación de los individuos de mayor edad. Sin embargo, es imprescindible conocer y entender cómo la inmunidad de rebaño de tipo transitorio puede facilitar la transición del virus hacia un estado endémico.
Por tanto, si se persigue un estado endémico óptimo, es importante que la inmunidad proporcione protección no solo frente a la infección sino también frente a la patología (es decir, que no produzca síntomas graves).
Para ello, es importante conocer cómo difiere la protección contra las nuevas variantes del virus tras la vacunación, así como determinar si son necesarias múltiples infecciones o vacunaciones para generar una protección duradera contra la enfermedad.
Muchas son las dudas acerca del comportamiento de este virus durante los próximos años. Pero lo que sí está claro es que en este momento no se debe bajar la guardia. Es imprescindible continuar con los programas de vacunación masiva hasta que el estado endémico del virus se haya alcanzado.
Francisca Suárez Estrella, Profesor Titular de Universidad. Área de Microbiologia, Universidad de Almería
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.