(EFE-REPORTAJES).- Se calcula que una de cada 5.000 a 10.000 personas puede considerarse excéntrica o extravagante, es decir que se comporta de forma ajena a las normas habituales.
“Que está fuera del centro, o que tiene un centro diferente”.
Esta definición de la palabra excéntrico que la Real Academia Española aplica a la Geometría, también podría servir para definir a los individuos con una personalidad fuera de lo habitual.
No están descentrados, como muchos piensan, sino que su vida gira alrededor de otros ejes. Y además este comportamiento o forma de ser, puede tener algunos beneficios para ellos.
Para indagar sobre la originalidad del pensamiento y el perfil exacto de los excéntricos, el neuropsicólogo David Weeks, del Hospital Real de Edimburgo (Reino Unido), entrevistó a cientos de personas consideradas extravagantes y realizó diversas investigaciones, que volcó en su libro “Excéntricos: Un estudio de cordura y rareza”.
Según el doctor Weeks la “gente fuera de lo común” suele ser inconforme con la sociedad, altamente creativa y consciente de sus rarezas sin sentir malestar por ello.
Además, consumen menos alcohol o drogas, visitan menos al médico durante su vida y viven un poco más que el común de las demás personas, porque “al no reprimir su naturaleza más profunda, el excéntrico sufre menos estrés”, según Weeks, quien calcula que la proporción de excéntricos es de uno cada 5.000 a 10.000 personas, al menos en el mundo anglosajón.
Se trata de individuos que en general son felices y optimistas, tienen un sentido del humor desarrollado y sagaz, una curiosidad infantil y un idealismo que busca mejorar el mundo.
El equipo del Hospital Real de Edimburgo estableció que la mayoría de los excéntricos se concentran entre los artistas y los científicos, actividades muy asociadas a la creatividad.
El doctor Weeks ha creado la “terapia de pensamiento excéntrico”, que busca que la gente recupere su excentricismo reprimido, sea consciente de los beneficios de su creatividad y curiosidad y sea coherente con su propio pensamiento sin temor.
María Jesús Ribas
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