Durante el siglo XIX (y hasta mediados del siglo XX), la península de Baja California fue un territorio dependiente del poder centralista mexicano. Para el año de 1886, las divisiones o «partidos» norte y sur eran gobernados por mandos políticos nombrados directamente por el gobierno supremo. Ese mismo año, en la entonces capital del territorio norte, Ensenada, se construyó el edificio que actualmente alberga el Museo Histórico Regional. Durante un siglo, la construcción fungió como cárcel, pero en la actualidad resguarda y exhibe colecciones museográficas donde conviven la historia y las ciencias naturales de la región.
Tania Valdivia, encargada del área de Servicios Educativos del museo, refirió que el edificio se empezó a construir en 1886 para albergar los juzgados y las oficinas del gobernador, y al estar ahí los juzgados, pues funcionó también como cárcel pública municipal. Luego, en 1888 se usó como cuartel militar, cuando se instaló el batallón 21 de zapadores. Entonces la sede del gobierno cambió de edificio, pero durante muchos años se quedaron ahí los soldados, los juzgados y los presos.
Las celdas y los pasillos, cuyas instalaciones se conservan sin luz eléctrica y con puertas antiguas, ahora son espacios donde vestimentas militares de la época y reproducciones de documentos históricos dan cuenta de la vida cotidiana del cuartel y la prisión. La muestra de fotografías que complementa la exhibición ofrece una ventana al pasado, cuando los alrededores de Ensenada aún eran inhóspitos.
«En ese entonces, vivir en el norte no era nada sencillo, imagínate venir de la Ciudad de México, o de Guadalajara, de ciudades bien establecidas, y llegar aquí en aquella época, donde no había agua, donde había que pescar o cultivar para comer. Dicen que la gente del norte es muy brava, puede ser, pero también somos muy trabajadores, quizás porque cuesta mucho producir en un lugar así», explicó Valdivia, quien agrega que el lúgubre pasado del museo, como vieja cárcel del noroeste de la región, aún causa impresión en los visitantes. «Imaginarte la cantidad de personas que estuvieron encerrados aquí, la cantidad de sufrimiento, pero también esperanza», añadió.
Para 1915, cuando Mexicali se había convertido en la nueva capital, el batallón guarecido en el edificio se disgregó, pero miembros de la infantería continuaron resguardando el edificio y custodiando a los presos que ahí cumplían su condena.
«Durante la Segunda Guerra Mundial, por instrucciones de Lázaro Cárdenas, la Armada Naval ocupó estas instalaciones como base militar una vez más. En 1946 y con Baja California declarado como estado libre y soberano en 1952, la autoridad civil se instaló para continuar usando el edificio como cárcel hasta 1986», explicó Valdivia, quien además se encarga de organizar talleres y visitas guiadas.
Ciencias paleontológicas
En 1995, el INAH abre las puertas a los visitantes, convirtiendo finalmente el antiguo edificio en museo. Actualmente el recorrido del Museo Histórico Regional también incluye la historia previa a la llegada de la especie humana. Baja California posee una riqueza fosilífera que se asoma en la primera sección del recinto. Trilobites del Paleozoico, que habitaron la Tierra hace unos 245 millones de años, y moluscos primitivos como el amonites, que habitaba los mares mientras los dinosaurios dominaban la Tierra, son ejemplos de la diversidad prehistórica de este estado costero de la república. Destaca el fósil de un mamut de Columbia, el gran gigante de la Edad de Hielo que también ocupó territorio mexicano junto con el Homo sapiens.
De esta forma, la historia natural da paso a la exhibición arqueológica del museo, con las primeras evidencias de presencia humana en la península, en un momento de grandes cambios climáticos en Norteamérica. Con una geografía muy diferente a la actual: gran cantidad de arroyos que nacían en las sierras, abundante agua y también grandes zonas pantanosas, la vida humana se abrió paso en el territorio.
Es así que el museo resguarda grandes puntas de flecha, algunas de ellas aserradas, con lados o «marges» con múltiples muescas, llamadas puntas «Descanso», nombre que deriva de la locación en el Pacífico norte de Baja California donde se encontraron y donde han sido más abundantes. Se estima que hace siete mil años fueron usadas por los antiguos pobladores para cazar por igual mamíferos terrestres y marinos.
Para finalizar, existe un espacio dedicado a los grupos indígenas de la región, los Kumiai, los Cucapá, los Cochimí, los Kiliwa y los Paipai; sus artesanías y objetos de uso cotidiano: arcos de flecha, dardos, raspadores, puntas de proyectil, recipientes de barro y textiles, conforman una exhibición tanto antropológica como artística de la riqueza del estado.
Hoy, el Museo Histórico Regional también organiza actividades de divulgación científica como cursos de verano y talleres, donde destacan las charlas del último viernes de cada mes, que permiten al visitante interactuar con los investigadores y académicos del INAH, para abordar temas relacionados con la historia, la arqueología, la antropología y la paleontología.