Samuel Morse no siempre fue el gran inventor que hoy se conoce, pues en un principio se ganaba la vida como retratista, lo cual desempañaba con habilidad, al grado de convertirse en uno de los pintores más importantes y respetado de EEUU, pero tuvo que dejar su arte para perfeccionar la máquina de transmisión de señales telegráficas y el código usado en la misma, el hoy famoso y empleado internacionalmente, Código Morse.
Samuel Finley Breese Morse, como tal era su nombre, nació en Boston, Massachusetts, EEUU, el 27 de abril de 1791.
Sus estudios los realizó en la misma ciudad, en ramas tan diversas como filosofía religiosa, matemática y veterinaria equina, las cuales estudio en el Yale College, mientras que la electricidad la estudió con Benjamin Silliman y Jeremiah Day, siendo muy destacado en todos estos campos, tanto que se graduó con honores Phi Beta Kappa (una sociedad de honor académica de Estados Unidos que busca introducir «a los estudiantes más destacados de las artes y las ciencias en las universidades líderes de Estados Unidos»).
Su primera gran inclinación fue el arte, la pintura, en la cual también era bastante talentoso; por una temporada, trabajó en Boston para un editor y posteriormente viajó a Inglaterra para estudiar dibujo en Londres, y pasó a ser un reconocido pintor de escenas históricas, pero sus ingresos eran sobre todo por los retratos que elaboraba, siendo su cuadro más célebre es el retrato de La Fayette (1825). De regreso a Nueva York, se había convertido uno de los retratistas más importantes del país, y formaba parte de los grupos intelectuales más distinguidos. En 1826 fue uno de los fundadores y primer presidente de la Academia Nacional de Dibujo.
A pesar de ser un genio, no llegó a ganar mucho dinero como pintor y durante esos años malvivía con sus escasos ingresos. En ocasiones, llegaba a pasar días sin comer, en lo que esperaba el pago por algún cuadro o lección de pintura.
Entre 1815 y 1832 viajó constantemente de Estados Unidos a Europa. En 1832 escuchó una conversación en el barco en que viajaba acerca del invento del electroimán; ahí concibió la idea de crear un telégrafo eléctrico que sirviera para enviar mensajes a larga distancia a través de un cable. La idea no era nueva, pero hasta ese momento nadie la había materializado, y para conseguirlo trabajo junto con el maquinista e inventor estadounidense Alfred Vail, para crear el telégrafo electromecánico.
En ese 1832, el 21 de octubre Pavel Schilling –uno de los que desarrolló transmisiones telegráficas antes que Morse y Vail- logró una transmisión a corta distancia de señales entre dos telégrafos en diferentes habitaciones de su apartamento. En 1836 el gobierno británico intentó comprar el diseño, pero Schilling aceptó la propuesta del zar Nicolás I de Rusia y probó su invento, pero el proyecto fue abandonado después de la muerte de Schilling en 1837.
De la platica que escuchó Morse en 1932 en el barco se le ocurrió la idea de poder transmitir señales mediante sistemas alámbricos, pues cuando estudiaba en Yale aprendió que si se interrumpía un circuito se veía un fulgor y se le ocurrió que esas interrupciones podían llegar a usarse como señales.
A partir de artículos de su estudio como un caballete, un lápiz, piezas de un reloj viejo y un péndulo, Morse fabricó un aparato entonces bastante voluminoso.
En 1835 apareció el primer modelo telegráfico que desarrolló Morse.
Dos años más tarde, al fallecer su esposa, abandonó la pintura para dedicarse completamente a sus experimentos, lo cual oscurecería sus méritos como pintor.
De hecho las referencias mencionan que su tragedia personal fue lo que lo impulsó a desarrollar más rapidamente la idea del telégrafo.
Cuando tenía 27 años Samuel Morse conoció a Lucrecia Walker, una bella y culta joven, con quien se casó. La pareja tuvo cuatro hijos, pero siete años después al poco de nacer el cuarto, su mujer murió, dejando desconsolado al inventor.
Cuando ocurrió el deceso Samuel Morse estaba en Washington, trabajando en el retrato del Marques de Lafayette; su padre le envío una carta avisándole del estado de gravedad en que se encontraba su esposa, la cual viajó por el sistema normal, con mensajeros a caballo. Cuando Morse recibió la misiva abandonó inmediatamente la capital y corrió a su casa de Connecticut, pero al llegar se encontró con que su esposa ya estaba muerta y había sido enterrada incluso.
Se cree que Morse, desconsolado se planteó que si su invento ya hubiera estado en funcionamiento podría haber recibido la noticia casi inmediatamente, ante lo cual cambió su foco de atención, dejando su carrera artística para dedicarse a mejorar el estado de las comunicaciones de larga distancia.
La idea de Morse y Vail consistía en un aparato que permitiese cortar la la corriente eléctrica en su transmisión mediante un alambre y que el receptor interceptaría este corte de electricidad para deducir mensajes.
En 1838 Morse ya había perfeccionado su código de señales y para crearlo estudió el idioma inglés, asignando los patrones más simples de puntos y rayas para las letras más comunes para facilitar la comunicación.
El funcionamiento básico era simple: si no había flujo de electricidad, el lápiz dibujaba una línea recta. Cuando había ese flujo, el péndulo oscilaba y en la línea se dibujaba un zigzag. Paulatinamente, Morse introdujo varias mejoras al diseño inicial hasta que finalmente, junto con Alfred Vail, creó el código que lleva su nombre. Surgió así otro código que puede considerarse binario, pues de la idea inicial se pasó a considerar un carácter formado por tres elementos: punto, raya y espacio.
El 6 de enero 1838, Morse primero probó con éxito el dispositivo en las industria siderúrgica Speedwell Ironworks en Morristown (Nueva Jersey) y el 8 de febrero de ese año, hizo otra demostración pública ante un comité científico en el Franklin Institute de Filadelfia, Pensilvania.
Con su invento ya listo buscó tanto en Estados Unidos como en Europa los recursos para instalar una línea de tendido para transmitir las señales; en 1839 con la ayuda adicional de Leonard Gale, la invención estuvo lista y solicitaron una patente.
Por fin Morse consiguió en 1843 que el Congreso de Estados Unidos aprobase un fondo de 30,000 dólares para construir una línea telegráfica de 60 kilómetros entre Baltimore y Washington.
El 1 de mayo de 1844, la línea se había completado entre el Capitolio de los EE.UU. y Annapolis Junction, una comunidad del estado de Maryland (y distinta a la capital Annapolis del mismo) intermedia entre Washington y Baltimore. Ese día, el Partido Whig de los Estados Unidos nominó a Henry Clay como candidato a la Presidencia; la noticia fue llevaba mediante tren a Annapolis Junction, donde se hallaba Alfred Vail quien la transmitió por telégrafo a Morse quien se hallaba en el Capitolio.
El 24 de mayo de 1844 Morse envió desde el Capitolio de Washington a Baltimore el primer mensaje telegráfico del mundo, una cita bíblica que ponía de manifiesto su propio asombro de que Dios lo hubiera escogido a él para dar a conocer de esa forma a la humanidad el uso práctico de la electricidad. El mensaje transmitido era el siguiente: “What Hath God Wrought?” (¿Qué ha creado Dios?). Según indica la Biblioteca del Congreso, el mensaje de Morse fue sugerido por Annie Ellsworth, la hija de uno de los amigos de Morse.
El segundo cable telegráfico se extendió entre las ciudades de Washington y New Jersey. En un inició las primeras líneas telegráficas enlazaron solamente estaciones ferroviarias, después se utilizaron para uso oficial de los gobiernos y, por último, para el envío de mensajes a particulares. Una vez demostrada en la práctica la posibilidad de enviar mensajes por ese medio a grandes distancias, comenzó de inmediato el rápido enlace entre diferentes ciudades de los Estados Unidos.