Base lunar hecha con impresora 3D, ESA:Foster + Partners

Base lunar hecha con impresora 3D, ESA:Foster + Partners


Autora. Maricruz del Carmen Rodríguez Audirac

 

dedicado a los hombres, en el día internacional del hombre

 

LOS ASTRONAUTAS TRAMOYANOS

 

En 2017 siete ciudadanos tramoyanos, todos ellos varones, científicos con el grado de doctorado, fueron enviados a la estación espacial ubicada en el planeta Marte. Originalmente la invitación especificaba, entre otras cosas, que se trataba de un viaje sin retorno. La NASA, en 2012 había establecido una estación de estudios de simulación espacial en la cima del cerro denominado El Cofre del Peyote, a la cual se llegaba en 38 minutos por carretera, desde la capital de Tramoya. En 2015, la NASA había convocado a los científicos varones de Tramoya, a unirse a una expedición científica que incluía investigadores de otros países. El anuncio incluyó una cláusula que especificaba viaje sin retorno, parecía un sacrificio en aras de la Ciencia. Al menos eso fue lo que oficialmente apareció en los medios.

 

Uno de los siete científicos tramoyanos incluidos en la expedición, volvió en el año 2020, junto con algunos otros expedicionarios de otras nacionalidades. Se tiene noticia de que finalmente el resto de los científicos tramoyanos, volverán en el 2025 si es que para entonces ha finalizado la tercera Guerra Mundial. De no ser así, habrá que ver qué posibilidades hay de que envíen mujeres en el año 2030, ya sea alguna esposa actual o mujeres solteras para iniciar ahora sí una etapa de colonización humana a nivel de familias. Para el año 2020 las políticas de los países del G20 (grupo de los veinte) ya son de dar marcha atrás a la creación de biocombustibles, dar prioridad a los esfuerzos por mitigar el cambio climático, por la conservación y restauración de suelos y la erradicación de las semillas transgénicas junto con los pesticidas. Durante la intensa actividad volcánica en el mar Caribe, de los últimos tres años, han surgido nuevas islas, propiedad de los diversos países que conforman esta área. Varias de esas islas contienen petróleo, el cual pertenece a cada país aledaño, curiosamente entre estas islas, las más ricas en reserva de petróleo corresponden a Haití, Jamaica, República Dominicana, Cuba, Tramoya, Belice, Nicaragua y Honduras, en ese orden.

 

LA CACERÍA

 

Desde la estación espacial del planeta Rojo, Roberto miraba atento la pantalla led y escuchaba con enorme entusiasmo, la discusión madre-hijo:

 

Lo que Roberto veía era el área de jardín que rodeaba al multifamiliar donde se encontraban ahora sus seres más queridos, Rebeca y David, eran las 7.30 de la mañana.

Primero vió cómo, al bajar su esposa y su hijo, las escaleras del edificio, la gatita desde el jardín, soltó de su boca a su presa: una pequeña y oscura lagartija.

 

-Déjala mamá, no interrumpas la cacería de la gatita.

La mamá se quitó su zapato tipo “crox”.

-¿Y ahora qué? ¿Le vas a dar el chanclazo a la pobre lagartija?

 

Como toda madre práctica, sin dar explicaciones, rescató a la agitada lagartija, permitiéndole con delicadeza que se introdujera en su zapato con hoyitos, luego, se trepó a la pequeña barda y sacudió el zapato para que la lagartija huyera hacia el espeso lote baldío en el cual abundaban el gordolobo, el acuyo u hoja santa, el chichicaxtle, la huiguerilla, no la que trepa y cubre paredes, sino la Ricinus, acompañadas de un árbol de jinicüil, otro de zapote negro, un arbusto con granadas y dos de chile piquín; adornando la barda y perfumando el ambiente matutino: una enredadera de hermosas flores blancas en forma de campana: Ipomea alba.

 

-La “princesa” ya ha cazado demasiado y comida no le falta.

-Yo quería verla cazar en vivo.

-Es buena idea, un Domingo podrás dedicarlo entero a filmarla con tu celular. Hoy no le tocaba morir a esta lagartija. Ya sabes: cuando te toca aunque te quites y cuando no te toca, aunque te pongas….cerca de la princesa.

-Uy mamá, pues entonces a la primera que tengo que quitar es a tí para poder filmar.

-Así es mi niño, un Domingo que no vayamos a casa de tus abuelos.

– o un Domingo que tu vayas con los abuelos y yo me quede.

 

Rebeca miró seriamente al preadolescente David y más seria que divertida le advirtió:

– ¿Y de cuándo a acá los patos le tiran a las escopetas, eh?

 

Roberto suspiró con ternura reconociendo y admirando la entereza de Rebeca y la curiosidad de David.

 

Cuando en la casa de Rebeca eran las 9 de la noche, Roberto a través de la pantalla de la computadora, platicaba con ella:

-Los ví, con la princesa cazando lagartijas.

 

Roberto sólo tenía acceso directo a las cámaras de seguridad del exterior del edificio multifamiliar. Para comunicarse con su familia dentro de la casa, Rebeca debía utilizar una clave secreta, al igual que para los familiares de los otros expedicionarios casados. Los solteros se habían comprometido a comunicarse únicamente con la estación de la NASA en la Tierra, de manera que sus familiares debían acudir a la estación de estudios de la NASA ubicada en el cerro Cofre del Peyote, cada determinado tiempo, para poder comunicarse con los expedicionarios. Tramoya era un país centroamericano cercano a El Salvador, Guatemala y México.

 

-¿Y qué te parece tu hijo, queriendo permitir que la princesa descuartice a la lagartija?

-Bueno, has de reconocer que la cacería es una actividad muy masculina y el Naturalismo se basa en no interferir con la Naturaleza.

-¿Y tu hijo es un natural o un antinatural?

– Por lo menos no anda con resorteras cazando pajaritos. Y por cierto, ¿dónde anda?

– Soñando. Mañana si puedes conéctate antes de las ocho de la noche para que platiques con él, de hombre a hombre.

-¿Algún tema en particular te preocupa?

-No, era broma. ¿No ves que ayer fue el día internacional del hombre?

-Yo ni en cuenta

– Felicidades.

– Espero me extrañes un poco

– Sí, es bueno saber que ya falta un mes.

– Besos.

– Chao, cuídate.

 

 

 

EL ASTRONAUTA CHAMÁN

 

Desde que el Dr Bradley lo vio preparando su té de estafiate con manzanilla y particularmente cuando probó sus quesadillas de masa negra con setas, epazote y frijoles con polvo de hoja de aguacate, lo bautizó como “el chamán”. A Roberto le agradó que su comida tuviese éxito entre los comensales. Por lo demás, el sobrenombre ni le iba ni le venía, podían haberle puesto como apodo “Chef”, “Doctor Chapatín” o “Xoconoxtle”; el ambiente de cordialidad que se respiraba entre los doctores en ciencias, en la estación espacial de Marte, desde hacía tres años, era más que suficiente, para no afectar a alguno ante cualquier apodo. Al Doctor Svlec, por ejemplo, venido de Praga, le decían Michael Jordan, porque era el mejor encestando en basquet. En cambio al uruguayo Dr. Ramírez le llamaban Leo Messi por el singular parecido y en un inicio, hasta le cuestionaban si no había algún extraño parentesco con el simpático e inigualable Messi.

 

La pasión de Roberto por su proyecto, único enmedio de estudios de física, microbiología, hidrología y otros, le hacía sentir que el tiempo se le iba como agua. Él había comenzado con la idea de tener gran diversidad de plantas para la comida y no ese polvo uniforme de proteína aislada de soya con colores y sabores artificiales que una empresa norteamericana había patentado y que además, provenía totalmente de soya transgénica, cultivada con pesticidas. El absurdo de los absurdos, vender la idea de la necesidad de crear una semilla transgénica para que resultase resistente a un pesticida. Dos venenos en combo. De todos los preparados en polvo, Roberto sólo había aceptado cuatro polvos: el chile piquín con ajonjolí, la leche entera cien por ciento tramoyana; leche cuyo origen y marca eran de su tierra: vacas libres de la hormona del crecimiento y libres de antibióticos, alimentadas durante verano y otoño con pasto al aire libre que ellas mismas buscaban, (algo inconcebible para las mega empresas norteamericanas, que daban maíz transgénico a sus vacas siempre encerradas) y con coco y paja seca en invierno, el café tramoyano instantáneo, deshidratado al alto vacío y sin químicos, proveniente de cultivos orgánicos bajo sombra, protectores de fauna y flora nativas, así como el sustituto de huevo, denominado “sustituto de huevo para veganos en polvo”, creado por un mexicano y hecho a base de proteína vegetal, de una variedad de leguminosas, como chícharo, haba y unas siete variedades de frijol del querido terruño de la mamá de Roberto: Teziutlán, en México.

 

El día en que preparó un menú que incluía frijoles en caldo, con bolitas de masa blanca, calabaza, epazote y salsa de chile cascabel con chiles seco y ancho en un arroz blanco muy esponjoso, con sabor a ajo y adornado con plátano macho frito en aceite de cánola, no faltó quien le comentara:

 

-Es bien sabido que todo mundo sirve los mejores frijoles al principio, y deja los descongelados cuando ya todos están medio llenos. Tú en cambio has dejado este platillo que es único y es muy sabroso hasta ahora que ya llevamos muchos meses y los que estamos a unas semanas para regresar a la Tierra quizás será la única vez que los probemos. ¿Nos puedes decir por qué?

 

-Pues porque hoy los he cosechado. En la tierra de mi madre les dicen “nuevos” por este hecho; y además porque es mi manera de festejar a distancia, el cumpleaños de mi hijo y esa felicidad la comparto con todos ustedes. Estos frijoles son de mata, no como la mayoría de los frijoles que son rastreros o enredaderas. Además son de Teziutlán. Son grandes, suaves, de un sabor único y desde luego como ya he mencionado: son “nuevos”. En la Tierra, los frijoles negros cultivados al nivel del mar y hasta 400 metros sobre este nivel, son pequeñitos, se cuecen rápido y son deliciosos, como los frijoles “Michigan” y los “Nayarit”, en cambio los frijoles de zona montañosa como Teziutlán, a más de 1700 m de altitud, son grandotes y tardan en coser, su sabor no es tan rico como los pequeños. Sin embargo, la excepción son estos, que no son rastreros sino de mata, por eso les dicen “matudos” . De niño me tocó ver cuando mi tía vendía estos frijoles y gente conocedora de Altotonga, se atrevía a cambiar dos kilos de manzanas rayadas por uno de este frijol.

 

El proyecto de Roberto, al cual se unieron seis doctores tramoyanos, era muy singular. Cualquiera hubiera creido que partía como un subproyecto norteamericano de décadas atrás, ubicado en un desierto y denominado Biósfera II, en el cuál, una de las fallas había sido no abordar adecuadamente la complejidad del suelo, desde los conceptos de ecosistema e interconexiones necesarias con otros ecosistemas hasta considerar el concepto de paisaje, región, continente, etcétera. Más bien el proyecto de Roberto partió del concepto de los puntos Vavilov. Y siendo él mismo, originario de Tramoya, país centroamericano perteneciente al punto Vavilov denominado Mesoamérica, rico en cultivos de especies vegetales que alimentan a la humanidad y que siguen siendo diversificadas por los distintos pueblos indígenas (tal es el caso de la diversificación de maíz y de frijol); decidió dedicar su proyecto a establecer en su fase experimental en Marte, cultivos alimenticios mesoamericanos para el ser humano. Por eso, él mismo no dudó ni un instante en incluir primero, a un especialista en suelos, después a otro en interacción suelo-planta, a tres agrónomos de diferente origen indígena y a dos biólogos más; desde luego todos ellos doctores como lo exigía la NASA. Su biósfera incluía abejas meliponas, abejas europeas, colibríes, otros insectos, algunos anfibios y reptiles, en fín: toda una red trófica, pero no pudo darse el lujo de incluir otros mamíferos más allá de los investigadores mismos. Por eso la cacería era importante, alguien del equipo de los tramoyanos, debía trabajar como depredador. Y otro más substituyendo la labor en la red trófica de algunos mamíferos herbívoros.

 

Al visitar la extensa Biósfera artificial, que abarcaba cierto paisaje, entre cultivos y manchones de ecosistemas, los investigadores de otras áreas como la Física o la Informática, se mostraban admirados por ejemplo, ante el delicado aroma del Floripondio amarillo en el amanecer.

 

EL RETORNO DEL ASTRONAUTA

 

Desde su entrenamiento, los siete astronautas tramoyanos sabían que sí tendrían regreso. Lo sabían también sus familiares cercanos, pero todo era un ultra secreto. Había que dejar a la expectativa de la sociedad la expedición tipo heróica. Como aquella epopeya de los que llegaron con Hernán Cortés a fundar la Villa Rica de la Vera Cruz, (hoy Veracruz en México), en la que por órdenes del mismo Cortés, los expedicionarios quemaron sus naves para no pretender volver a Cuba. En este viaje espacial, en cambio, los astronautas sabían que la fecha de regreso sería hasta el 2030 y que podría haber cambios, con mayor probabilidad retrasos en años.

 

¡Roberto no podía creerlo! De vuelta con su familia, encontró una ciudad, su ciudad, Tramoya, capital de Tramoya, con un flujo vehicular como en los inicios de los años ochentas. Cuando él partió a la misión en 2017, la ciudad seguía siendo la de mayor densidad de autos por kilómetro cuadrado y por número de habitantes en todo el país y en todo Centroamérica. En el Centro Histórico, la estructura de las calles de tipo “plato quebrado”, aunado a la topografía: muchas subidas y bajadas, lejos de permitir alguna solución, se sumaba a la principal causa: demasiados automóviles particulares. Resultaba ser una actitud de inconciencia en la mayoría de los automovilistas, el exagerado uso de los mismos: a las horas de mayor flujo, era común ver en cualquier arteria vehicular saturada, cientos y cientos de autos con uno o a lo sumo dos pasajeros.

 

Además, también en las horas pico era común observar demasiados taxis sin cliente, circulando. Incluso antes de las primeras decisiones para el gran cambio al respecto, hubo un reportaje filmado “a escondidas”, el cual mostraba cómo los taxistas se daban el lujo de rechazar cualquier petición respondiendo “no voy al centro”, “no voy al Sumidero”, “es mi hora de cambio”.

 

El problema ya no sólo estaba en el centro histórico, también se saturaban las arterias vehiculares ubicadas en las colonias y fraccionamientos de las orillas.

 

Era obvio que la solución no estribaba en quitar el transporte público del centro histórico.

 

Algunos automovilistas particulares “exigían” que se permitiera el tráfico por callejones sin salida como la parte de la calle Alfancourt que termina en veinte escalones hacia la Avenida Ávila Picacho; que se expropiara una casa donde el callejón del Infiernillo se hace angosto, para poder permitir el flujo vehicular, que se pavimentara toda calle empedrada, excepto la calle 5 de Febrero. Absurdo, nada más absurdo. O se enfocaban en solucionar el problema ambiental o se consideraba la opinión de los peatones. Desde ambos enfoques la constante era esta: hay demasiados autos particulares.

 

Hasta que comenzaron a visualizar la ciudad como un organismo vivo y al tráfico como la circulación sanguínea, no faltó quien mencionara la solución tradicional ante la policitemia: extraer sangre.

 

¿Hasta qué horas y en qué arterias vehiculares se podría poner un límite para la entrada de autos?

¿Bajo qué circunstancias era indispensable tomar otras alternativas?

 

Pues dos acciones fueron realizadas: se implementó el transporte escolar con inversión de todos. Pública (federal, estatal, municipal e internacional) y privada (también principalmente internacional). Se permitió la llegada de niños a la escuela en autos particulares, siempre y cuando fuese dentro del esquema de familias que rotaban este servicio entre ellas y llevaban entre 4 y 7 niños por auto, dependiendo de la capacidad del mismo.

 

Y se realizó el límite de entrada de autos al centro por las principales arterias vehiculares. Particularmente en la mañana, entre 7:30 y 9:00 hrs. Automóviles que sólo trajesen uno o dos pasajeros, a esas horas, pasando un límite de autos que al principio pareció exagerado, no podían ingresar al centro.

 

Para no perjudicar a los estacionamientos públicos se llegó al acuerdo de prohibir que en

varias calles se estacionaran autos. Y en otras calles se permitió que los autos estuviesen estacionados únicamente hasta tres horas. Con esto, bastantes automovilistas que trabajan en el centro se vieron obligados a utilizar taxi o autobús para ir a su trabajo.

 

El transporte escolar en vehículos híbridos con capacidad para 44 alumnos, traídos desde India, angostos como las antiguas camionetitas denominadas “hormiga”, llamó la atención del Instituto Estatal de Ecología, ubicado a 2.5 km de la ciudad, el cual alguna vez, en los mismos años ochentas y parte de los noventas, había contado con el servicio de un autobús alquilado para estudiantes y becarios. Seis meses después de que la ciudad comenzó a resolver su problema de tráfico, el Director del Instituto Estatal de Ecología decidió utilizar el transporte público alquilado, nuevamente, pero ahora para todos los que acuden al Instituto, desde los investigadores, técnicos, estudiantes, personal administrativo, hasta visitantes. Este hecho fue algo realmente insólito: que el pueblo hubiese puesto el ejemplo a los científicos, pero más aún, que los científicos, que viajan en los mejores aviones para acudir a Japón, Francia, India y Sudáfrica por ejemplo, se atrevieran a prescindir de la comodidad de sus vehículos para aunarse a una solución ambiental.

 

Lo que más asombró a Roberto fueron los cuatro puentes vehiculares y los diversos puentes peatonales, algunos colgantes, otros fijos, que conectaban algunas “montañitas” dentro de la ciudad. Los peatonales, completamente protegidos para la lluvia y para suicidas potenciales, e iluminados toda la noche, por energía eléctrica producida por las pisadas de los usuarios de todo el día, al subir y bajar las escaleras de los mismos puentes; y además vigilados completamente por cámaras de seguridad. Y qué decir de los siete puentes para bicicletas, tricicletas y vehículos individuales o duales con motor eléctrico.

 

El primer puente colgante peatonal que se atrevió a cruzar Roberto, por los recuerdos de su infancia, fue el que iba desde la parte alta de la calle Hilario C. Sales (cerca del parque de los Molcajetes) hasta la parte alta del la zona habitacional cercana al parque ecológico El Huya. Roberto corrió con felicidad mirando la espesura de árboles varios metros abajo de sus pies.

 

El segundo puente que se atrevió a utilizar fue el más largo de los siete puentes para bicicletas, que venía desde la entrada ubicada al Sur-Sureste del Cerro Tecuiltépetl y terminaba en la zona universitaria. Le recordó aquella promesa de campaña de un político de los años setentas; en aquel entonces Roberto era un niño de siete años y el candidato había llegado a ser conocido ya en su puesto como “el gobernador ecológico”, pero esa promesa, hecha a los universitarios, de construir un teleférico desde la cima del cerro Tecuiltépetl hasta la zona universitaria, nunca fue cumplida.

 

A Roberto le agradó el diseño de este puente. Su bicicleta junto con otras tres que en ese momento coincidían, subieron en un elevador de bambú, ligero y diseñado especialmente para colgar las bicicletas al descubierto, movido a base de celdas solares. Rebeca le explicó que cuando el día estaba nublado, la fuerza de los jóvenes era suficiente para hacer funcionar, de manera alterna unas poleas y subir ese artefacto con las bicicletas.

 

Ante la pregunta esperada de cómo se habían logrado los cuatro puentes para automóviles, Rebeca sonriendo respondió:

 

-¿Recuerdas la destitución del Presidente de Guatemala, en 2015? pues recién partieron ustedes a Marte, se descubrieron más escándalos entre gobernadores y en otros políticos de nuestro vecino país que ha resultado un gran ejemplo… Un virus que destruye el mármol y otro virus que ataca al vidro de color, fueron la respuesta inmediata.

-¿Un atentado virológico?

-No… más bien un golpe bajo, un gancho al hígado de la corrupción de los de arriba… Bueno, en realidad la acción del virus del mármol fue el detonante para la rendición de cuentas. Allá se puso orden y resultó que con la riqueza incautada hasta nos financiaron a nosotros, como país hermano. Aquí en Tramoya se hizo uso de espacios abandonados, casas horribles, algunas sin testamento, pero todas abandonadas, en donde ahora se sostienen las más fuertes bases de los cuatro puentes, junto con algunas áreas estratégicas, expropiadas, que hasta hace poco eran “horroroxxos” u “horrorosas” esquinas.

 

El virus del mármol comenzó a destruir el mármol de las mansiones de algunos políticos de Guatemala, no la del mero mero, pues ya era un secreto a voces que tanto recorte en los pagos de algunos empleados y pensionados, era debido a una descarada robadera de recursos, que estaban siendo destinados a la construcción de esas mansiones no lejos del corazón de la ciudad de Guatemala. Y a gastos lujosos en vitrales.

 

-¿Y el virus del vidrio?

Cuando Anonimous se adjudicó el atentado virológico al mármol también amenazó con el virus que destruye los vitrales. Entonces hubo respuesta a nivel de todo Guatemala para destituir a los corruptos. No se sabe cómo se detuvo la infección viral, tampoco si la amenaza del virus que acaba con los vitrales está basada en un virus real o sólo fue eso: una amenaza. Hoy las mansiones incautadas a los corruptos, son propiedad de todo Guatemala; son inexpropiables, invendibles. La ley tuvo que cambiar. La única casa que sí se vendió fue la del mero mero para crear fondos y buena parte de ellos han subsidiado mucho del cambio de nosotros los capitalinos de Tramoya. Y esos políticos ya están en tras las rejas.

 

El transporte escolar es semi-subsidiado. Lo que alguna vez fue un problema, la topografía de sube y baja, ayudó ahora a diseñar los mismos puentes vehiculares, peatonales y de bicicletas. Dicen por allí que la infraestructura y los biotecnólogos que replicaron el virus de mármol se encuentran en algún lugar de Tramoya.

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