Elevado a tres metros de altura en un pabellón presurizado, el transbordador espacial Enterprise se puede ver de cerca a partir de este 19 de julio de 2012 en el museo Intrepid de Nueva York, el legendario portaaviones convertido en museo naval que fue elegido para ser su nuevo hogar.
Nombrado Enterprise para recordar la popular nave insignia de la flota de la Federación Unida de Planetas de la serie televisiva ‘»Star Trek'», el transbordador por fin puede ser visitado un año y medio después de que ese museo de la Gran Manzana fuera seleccionado para albergar este pedazo de la historia espacial.
La travesía ha sido larga y no exenta de dificultades, pero este jueves neoyorquinos y turistas podían caminar por debajo de la aeronave, alzada a varios metros de altura para que pueda ser contemplada con mayor detalle y situada en una cabina presurizada y bajo temperatura controlada para asegurar su preservación.
El pabellón en el que está situado también cuenta con una plataforma elevada que permite a los visitantes observar desde las alturas este prototipo, construido por la NASA en 1976 y que, si bien nunca realizó una misión al espacio, fue esencial para construir otros transbordadores que sí realizaron esas misiones.
Con el Enterprise se trabajó para que las naves pudieran retornar a tierra y ser utilizadas en repetidas ocasiones, y el transbordador efectuó cinco vuelos atmosféricos libres, planeando, en ensayos de cómo aterrizarían sus sucesores al final de las travesías orbitales.
Ahora cualquiera puede ver con detalle esta importante pieza, que está acompañada por imágenes, textos explicativos y vídeos que muestran al transbordador ‘»como un vehículo que permite un mayor entendimiento de la ciencia y la tecnología'», detalló el museo Intrepid en un comunicado.
A la ceremonia de apertura de la exposición acudió Fred Haise, quien realizó cinco vuelos en el Enterprise en 1977 y fue uno de los tres astronautas que se encontraba en el Apolo XIII, que en 1970 vio frustrado su objetivo de volver a la Luna tras un incidente que hizo célebre la frase ‘»Houston, tenemos un problema'».
‘»Como piloto, era una increíble máquina para volar. Tenía lo que nosotros llamamos cualidades de manejo'», recordó Haise, según publicó el diario The New York Times en su edición digital.
El pasado 27 de abril, el transbordador fue acoplado a un avión Boeing 747 para viajar desde Virginia hasta la Gran Manzana, donde fue recibido con verdadera expectación al sobrevolar puntos tan emblemáticos como la Estatua de la Libertad para finalmente aterrizar en el aeropuerto internacional John F. Kennedy.
Desde allí fue trasladado temporalmente a la costa del vecino estado de Nueva Jersey y, tras varios retrasos, viajó montado sobre una enorme barcaza que surcó el río Hudson el 6 de junio hasta el museo Intrepid, donde una grúa lo izó hasta colocarlo encima de ese legendario portaaviones de la Marina estadounidense.
Pero el Intrepid, que se convirtió en museo flotante en 1982, no será el hogar definitivo del transbordador, que permanecerá allí alrededor de tres años hasta que se consigan recaudar los fondos necesarios para construir su hogar definitivo, que podría situarse junto a ese portaaviones.
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