En condiciones de esclavitud y trabajo forzado cerca de 2 millones de campesinos e indígenas en México: Armando Bartra


Las protestas de los jornaleros de San Quintín, en Baja California, visibiliza las condiciones de esclavitud y trabajo forzado en que se encuentran cerca de dos millones de campesinos e indígenas en diversos estados del país, obligados a trabajar lejos de sus lugares de origen para sobrevivir, señaló el doctor Armando Bartra, profesor del posgrado en Desarrollo Rural de la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

Esta situación, dijo, se ha incrementado en los últimos 30 años, en un ejercicio de violencia que se practica desde el momento en que trabaja toda la familia, incluyendo niños pequeños en diversos campos para cosechar.

En entrevista apuntó que el trabajo forzado tiene una línea de continuidad en toda la historia moderna. No es verdad que la esclavitud, el trabajo forzado y la coacción más allá de lo económico sobre los trabajadores sea una situación propia del pasado.

El especialista en economía campesina y autor de 30 libros, muchos de ellos en torno al tema rural e indígena, apuntó que el capitalismo nace esclavizando africanos para llevarlos a América y suplir la mano de obra de los pueblos originarios que había sido aniquilada por las enfermedades y la guerra. Así nace y continúa este proceso de sometimiento.

Más que en las metrópolis, se presenta de forma más dramática en la periferia de los países dependientes y más claramente en el mundo agrario que para el capitalismo es un mundo que no funciona si no es forzando el trabajo.

Como el trabajo en la milpa es temporal, para completar sus ingresos y sobrevivir,  familias completas migran aunque sea a lugares lejanos; por ello en Baja California hay zapotecos, mixtecos, triquis, tlapanecos, nahuas que llegaron desde las décadas de los años 60 al 90 y se fueron quedando allí, se establecieron. Pero hay una parte que sigue llegando y es enganchada en trabajo forzado.

Son llevados por un intermediario, un outsurcing cuyo sistema data del siglo XIX, proporciona la mano de obra a partir de una subcontratación, la acarrea y es quien define el trato que tendrán y lo que perciben.

Por otro lado, las modalidades del trabajo agrícola se prestan para el trabajo infantil y femenino por eso cuando llegan al campo a emplearse, todos trabajan aunque no todos cobran como es el caso de los niños.

No es que el campesino del sur desee ir al norte o los de la sierra bajar a la costa a la siembra del café o pizca de algodón. Esto sucede porque primero el campesino está arruinado y no les queda más remedio que jornalear.

El modelo es un sistema de economía campesina de infrasubsistencia combinada con el trabajo a jornal. Por esta fórmula es que los campesinos están buscando al enganchador, quien los contrate aunque sea en condiciones tan precarias.

Ante la necesidad de las familias existe una gran demanda de mano de obra y ésta se emplea muy barata en 19 estados del país, entre los que se encuentran Baja California, Sinaloa, Sonora, Chihuahua, Guanajuato, Jalisco, Nayarit, Colima, San Luis Potosí, Querétaro, Veracruz, Morelos y Chiapas.

Enfatizó que se debe obligar a cumplir la Constitución y la Ley Federal del trabajo, el problema es que a los jornaleros no se les reconoce siquiera los derechos disminuidos que tienen otros trabajadores, y por ello entre sus demandas está el salario diario de 200 pesos, el respeto a los derechos de las madres trabajadoras y el fin al acoso sexual por parte de los patrones.

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