La imagen de una mano y un GIF corto (cinco frames de la yegua Annie G. galopando en la película corta Human and Animal Locomotion de Eadweard Muybridge, con una resolución de 36 × 26 píxeles) se ha conseguido grabar y recuperar del genoma de bacterias.
El logro, publicado esta semana en la revista Nature por científicos de la Universidad de Harvard (EE UU), abre el camino al almacenamiento de datos digitales dentro de células vivas: la grabación molecular.
«Queremos convertir a las células en historiadores», destaca uno de los autores, Seth Shipman, neurocientífico del Harvard Medical School, quien añade: «Prevemos el desarrollo de futuros sistemas de memoria biológica mucho más pequeños y versátiles que las tecnologías actuales».
Datos digitales en secuencias de nucleótidos
Los investigadores comenzaron demostrando que el ADN se puede usar para codificar no sólo la información genética, sino cualquier otra. En su caso asociaron los datos digitales (píxeles en una escala de grises) de la fotografía de la mano a secuencias de nucleótidos (con citosina C, timina T, adenina A y guanina G), que insertaron en el genoma de bacterias E. coli con la ayuda de la tecnología CRISPR Cas de edición de genes.
Una vez codificada la información en el genoma de los microorganismos, se puede recuperar a conveniencia más tarde, para obtener de nuevo la imagen de la de la mano u otra. Siguiendo este método y de modo similar, codificaron y reconstruyeron el vídeo corto de la yegua galopando. Para trabajar con este GIF, las secuencias se entregaron a las bacterias de forma ordenada frame a frame a lo largo del tiempo.
“Una vez insertados en el genoma de E. coli, los datos pueden ser recuperados secuenciando el ADN, y las imágenes o GIF se reconstruyen leyendo el código de nucleótidos asociado a los píxeles, con una precisión del 90%”, explican los autores.
Los investigadores destacan que la capacidad de grabar secuencias a nivel molecular, como si fuera una película, resulta clave a la hora de reinventar el concepto mismo de grabación, que a partir de ahora se podrá realizar a esa escala tan pequeña en el interior de organismos vivos. En este contexto, las propias células podrían ser inducidas para registrar sucesos –como cambios en la expresión de sus genes– dentro de sus propios genomas. Luego, sería posible recuperar esa información simplemente secuenciando su genoma.
«La naturaleza secuencial de CRISPR hace que sea un sistema atractivo para grabar eventos a lo largo del tiempo», insiste Shipman, que adelanta: “Queremos utilizar neuronas para registrar la historia molecular del cerebro durante el desarrollo”.
Referencia bibliográfica:
Seth Shipman et al. “CRISPR-Cas encoding of a digital movie into the genomes of a population of living bacteria”. Nature, 13 de julio de 2017. Doi: 10.1038/nature23017.