Para el investigador de la Universidad de Guadalajara y divulgador científico Luis Javier Plata Rosas, escribir y leer sobre temas científicos es una actividad placentera que se disfruta igual que un concierto de música o una visita al estadio de futbol, pues se trata de una faceta cultural de los individuos.
Luis Javier Plata Rosas es oriundo de la Ciudad de México (9 de mayo de 1973) y radica actualmente en Puerto Vallarta, Jalisco. Su actividad como divulgador inició a temprana edad, cuando compartía con sus compañeros de primaria las lecturas que hacía. Su actividad se profesionalizó, por así decirlo, hace 15 años, cuando decidió escribir sobre ciencia.
Su quehacer en esta actividad se ha plasmado en revistas como Algarabía, ¿Cómo ves? y Quo, en más de 700 artículos de divulgación y en la publicación de 10 libros. En 2014 el doctor en oceanografía costera por la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) obtuvo el Premio Estatal de Ciencia de Jalisco, en la categoría de Divulgación. A principios de este año publicó su más reciente obra La física del Coyote y el Correcaminos.
Infancia
Luis Javier Plata Rosas descubrió el interés por temas científicos desde muy pequeño gracias a la lectura. En una ocasión pidió a sus padres que le compraran libros sobre experimentos, y es que los textos de ciencia de la escuela le eran insuficientes.
“Leía todo lo que llegaba a mis manos. En mi casa los únicos libros que existían eran dos enciclopedias que mis padres tenían guardadas en cajas para cuando yo fuera a la universidad, o al menos eso me decían porque no querían que las maltratara. A escondidas sacaba las enciclopedias de sus cajas y eso era lo que leía. Cuando cayeron en cuenta de mi gusto por la lectura comenzaron a comprarme libros”, recuerda.
Hoy la divulgación escrita representa para Javier Plata Rosas una forma de compartir con el lector sus inquietudes. “Lo que me gusta del proceso de escribir es que me permite poner en orden las ideas dispersas y que dé como resultado algo para compartir. Leer es muy amable, cuando una parte del texto nos aburre o cansa cerramos el libro, en cambio si una plática te aburre por cortesía esperas a que termine. Cuando escribes, lo haces para alguien, es algo muy individual”, explica.
Y es esta, la lectura, una de las actividades que impulsa en sus dos hijos, quienes motivaron al investigador a escribir.
Una de las cosas que disfruta el divulgador son los dibujos animados, mediante estos trata de explicar cómo la ciencia está en todos lados. En 2013 publicó El teorema del patito feo de la colección Ciencia que Ladra, que muestra cómo en los cuentos clásicos también se habla de química, biología física e incluso psicopatología. Por esta obra, el autor recibió en 2012 una Mención Especial en el Primer Concurso Internacional de Divulgación Científica Ciencia que Ladra-La Nación, durante la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, Argentina.
“Siempre me ha fascinado la idea de comunicar ciencia a un público no especializado. El tema de las caricaturas fue algo natural dado que yo tengo dos hijos y cuando eran más pequeños les leía cuentos de hadas, de ahí surgió el libro El teorema del patito feo. Conforme crecieron los niños vieron la televisión y las caricaturas, muchas de estas las vi con ellos porque a mí siempre me han gustado”.
Con su reciente obra La física del Coyote y el Correcaminos, explora el mundo de los dibujos animados para explicar cómo estos han sido objeto de estudio en muchas investigaciones, incluso han llegado a inspirar a los científicos.
Descubrimiento de una vocación
Aunque su interés por la ciencia ha sido desde siempre, el también autor de los libros Mariposas en el cerebro y Mitos del Siglo XXI: Charlatanes, gurús y pseudociencia encontró su verdadera vocación en la preparatoria, cuando un grupo de oceanólogos compartió con él su trabajo en esta área.
“Una maestra de clase nos dijo que sus compañeros habían estudiado oceanología y que ahí se veían áreas como la geología, física, química. Entonces a mí me llamó la atención porque siempre me ha interesado conocer muchas cosas de la ciencia. Gracias a esa plática me gustó este aspecto multidisciplinario”, rememora.
Entonces decidió estudiar oceanografía en la Universidad Autónoma de Baja California (UABC). Más tarde, en 1999 realizó la maestría en oceanografía física en el Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE) y en 2006 el doctorado en oceanografía costera en su alma mater, la UABC.
“Me interesan todas las áreas de la ciencia, pero tenía que especializarme en algo que más me gusta como la física y por eso hice el doctorado en oceanografía costera, que en realidad es oceanografía física porque estudio el movimiento del agua y ondas internas en el océano, que son ondas que se generan a diferentes profundidades, donde hay un cambio brusco de temperatura o de salinidad. Estudié el doctorado porque me gustó cómo describir, a través de ecuaciones, los movimientos del agua, como en el oleaje, las mareas y las corrientes”, comenta.
En la actualidad, Javier Plata Rosas forma parte de un equipo de investigadores pertenecientes a la Universidad de Guadalajara que busca conocer los procesos hidrometeorológicos de la Bahía de Banderas, ubicada entre las costas de Jalisco y Nayarit.
“Las ondas internas, al igual que las olas que vemos en la playa, como en el caso de las olas, pueden romper y mezclar la columna de agua cerca de la costa. Esta mezcla es muy importante porque gracias a ella, por ejemplo, especies fitoplanctónicas que se hallan a cierta profundidad pueden alcanzar la superficie y recibir la luz solar y, por otro lado, especies zooplanctónicas son transportadas a profundidades en las que sirven de alimento a los organismos que ahí habitan”, detalla.
Próximo proyecto
Actualmente Javier Plata escribe un libro sobre taxonomía dirigido a niños y jóvenes, con la idea de explicar cómo y qué influye en los investigadores al momento de nombrar una nueva especie. El texto estará listo a finales de este año.
”La idea es cubrir un tema importante como es el de la nomenclatura científica, pero no como ejercicio de memorización sino como comprensión: por qué los especialistas nombraron a una especie de una manera. Hablar de los aspectos biológicos, genéticos o hasta el puro gusto por algún personaje famoso real o de ficción, que han hecho a los científicos elegir estos nombres”, comparte.