A la pregunta de por qué protegemos la naturaleza existen dos respuestas posibles: la intrínseca argumenta que se debe proteger por su propio bien, y la instrumental dice que salvar la naturaleza es interesante para ayudar a los humanos. La ciencia de la conservación se encuentra, por tanto, con escasos puntos de vistas y pocos interlocutores.
En la actualidad, “estamos enfocando la ciencia de la conservación sin abarcar una diversidad de valores ni de personas”, explica a Sinc Heather Tallis, investigadora principal de un artículo publicado esta semana en Nature.
En el escrito, 240 conservacionistas de diferentes nacionalidades proponen una ética de conservación unificada a la vez que diversa. Se trataría de una ética que reconozca y acepte todos los valores de la naturaleza –intrínsecos e instrumentales– y que acoja todas las filosofías que justifiquen la protección y la restauración de la naturaleza.
Para Tallis, las luchas internas en la comunidad están “estancando la protección del planeta” . El escrito que ella encabeza explica que las disputas están dominadas por un pequeño número de voces, en su mayoría masculinas. Por eso, piden “una ética de la conservación diversa en géneros, culturas, edades y valores”.
Pero lo que proponen no es nuevo. Existen ejemplos en los últimos cien años de historia de la conservación en los que se muestra que es posible aplicar cada perspectiva en función del contexto sin renegar de los otros valores.
“El debate sobre los valores de la conservación se ha deteriorado y ahora estamos observando los efectos de una larga situación en la que se han sesgado el género y la cultura en este campo enfocado en salvar la diversidad de la vida”, asegura Tallis, primera mujer en liderar la organización internacional The Nature Conservancy.
Diferentes voces para un mismo objetivo
Tallis y sus colegas apuestan por alzar todas las voces que hasta ahora no se han oído en este campo de la conservación. “Pedimos una ética conservacionista que respete las diferentes razones por las que protegemos la naturaleza. Sin embargo, esto no cambiará del día a la mañana”, apunta la investigadora.
Para llegar a estos objetivos, la científica propone recordar la historia de la conservación a lo largo de sus 150 años, en los que se han mostrado diferentes valores. “También es necesario animar y motivar a las mujeres y a las culturas poco representadas a defender sus opiniones”, añade.
Un aspecto esencial en este cambio es el liderato cada vez mayor de mujeres en organizaciones internacionales, pero “no las oímos”. Según la autora principal, las mujeres representan más de la mitad de los estudiantes y de los trabajadores en conservación. “Sus voces deberían ser escuchadas”, recalca. Para los autores, los medios de comunicación y el desarrollo de la ciencia de conservación permitirían encauzar este cambio.
Referencia bibliográfica:
Heather Tallis et al. ‘A call for inclusive conservation’ Nature vol 515, 6 de noviembre
(SINC)