El profesor universitario que suponga que su capital absoluto es sólo lo que sabe y conoce, está perdido; es posible que sea un buen maestro, pero para una época de 100 o 50 años atrás, aseguró Marcelino Arias Sandi, director de la Facultad de Filosofía de la Universidad Veracruzana (UV).

El universitario impartió la conferencia magistral “Producción y legitimación del conocimiento: Nuevos retos a la gestión”, en el auditorio de la Facultad de Contaduría y Administración, como parte del Coloquio de Investigación en Ciencias Administrativas y Gestión para el Desarrollo, Nuevos Paradigmas de Gestión y Organización desde la Perspectiva Latinoamericana.

El también Doctor en Filosofía por la UNAM indicó: “Tiempo, dinero y esfuerzo, como rezaba el antiguo comercial, se hacen necesarios en el proceso de legitimización del conocimiento, lejos del antiguo concepto de si es verdadero o falso, racional o irracional, metódico o no”.

Esa legitimización parte del hecho de que el conocimiento mismo resuelva problemas de contexto, que funcione para lo que se espera. “Tenemos de él su validez, aplicación, expansión y divulgación, su contribución a la solución de problemas conceptuables y su posibilidad de ser financiable. Ello genera una interesante colección de retos, porque lo que se encuentra demasiado inmerso en el núcleo generalmente produce poco conocimiento”.

En torno de esto último, indicó que en la actualidad quienes más saben del núcleo duro de la filosofía son vistos como buenos historiadores, ya no se les contempla como buenos filósofos.

“Uno de los problemas es que intentamos hacer cosas nuevas, pero las pensamos con palabras viejas. Resulta frecuente encontrar quien dice: ‘aprendí Popper o Kant, pero no quiero dar dos pasos después de ellos’. Se piensa que estas teorías son atemporales y que son campos que no cambian. Pero en su modificación, debemos ver qué autores y qué palabras corresponden a la comprensión efectiva de los nuevos contextos.”

Vino después una crítica mirada hacia los conceptos imperantes en el quehacer académico: “Muchos aún van por los tortibonos o por los puntitos de la productividad, con un distanciamiento y hasta desprecio hacia lo que son. Actualización, producción, divulgación, gestión, vinculación; todo eso debe ser parte de las tareas de un académico universitario en el presente; aquellos que lo ignoran pueden ser excelentes maestros pero de hace 100 años. Necesitará de una gestión asesorada que incluye, en muchos casos, la inevitable búsqueda de financiamiento. El salario es para que vivas, y nunca será suficiente para financiar una buena investigación”.

Otro detalle importante es el trabajo en equipo, dejar a un lado la añoranza del gran trabajo individual. Ironizó al mencionar que “son muchos los equipos en que existen especialistas, hasta en la estructura de la punta del ala de una mosca, sin tener una mínima idea del resto de la mosca”.

Pero hasta los artículos científicos publicados han requerido de la investigación de todo un equipo, “y esto debe conducirnos hacia serios replanteamientos de lo que hacemos en la UV en común”.

Explicó que cuando nos referimos a las líneas de generación y aplicación del conocimiento, hay allí una “Y” que, si la leyésemos de forma vinculativa y no cronológica, habría de llevarnos hacia otro concepto.

“La vemos en un sentido secuencial, pero si la pensamos en atención de problemas, generaríamos otra clase de proyectos de investigación. Estos términos nos obligan a reconocer la necesidad de cambios, a revisar continuamente nuestros propios léxicos para que describan y orienten adecuadamente el trabajo que llevamos a efecto.”

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