Daniel Hernández Baltazar, catedrático del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y adscrito al Instituto de Neuroetología de la Universidad Veracruzana (UV), destacó que el estrés cambia la percepción del entorno que nos rodea, toda vez que genera alteración a nivel ocular, de vasos sanguíneos, cerebro, pulmones, articulaciones y órganos viscerales.
En el marco de su ponencia “¿Neuronas, raíces, espejos en el bolsillo?”, dentro del III Simposio Internacional Neuroetología Con-Ciencia y Naturaleza, el especialista precisó que hay enfermedades mortales asociadas al estrés oxidativo.
Éste ocurre cuando hay un desequilibrio en las células debido a un aumento en los radicales libres, cuyas fuentes más comunes son: humo del cigarrillo, contaminación del aire, luz solar, consumo excesivo de alcohol y drogas.
Subrayó que algunos de estos padecimientos son: degeneración macular o trastorno ocular que destruye lentamente la visión central y aguda, lo cual dificulta la lectura y la visualización de detalles finos; diabetes; aterosclerosis; Alzheimer; Parkinson; asma; osteoartritis, entre otras.
El investigador, quien cuenta con seis publicaciones internacionales, dijo también que el estrés es un trastorno de ánimo importante y que siempre será necesario para que se produzca y mantenga la vida.
Sin embargo, factores estresantes a nivel de tipo oxidativo pueden favorecer que las células proliferen.
Por ejemplo, la enfermedad de cáncer favorece la proliferación desmedida, incontrolada y casi inmortal de las células; en el caso de Parkinson o Alzheimer, las neuronas se degeneran o mueren a lo largo del tiempo. Esto es un efecto potenciado por la acumulación de radicales libres.
Por lo anterior, añadió, se debe prestar atención al nivel de comunicación a través del estrés oxidativo, cuyas consecuencias son: que las células pueden caer en atrofia (disminución del tamaño); hiperplasia (incremento en el tamaño y número de las células); displasia (cuando las células pueden ser normales o anormales); hipertrofia (cambio en el tamaño y volumen de la célula); metaplasia (incide más en células cancerosas), y neoplasia (masa anormal de tejido, producida por multiplicación de algún tipo de células).
Por lo tanto, el estrés celular a manera de comunicación de tipo estrés oxidativo puede impulsar que la célula no pierda función, no muera, pero sí cambie su estructura a nivel de tejido, compartió.
Durante su conferencia, enumeró varios casos de autores y artistas renombrados con determinados trastornos de tipo conductual. Uno de ellos fue Vincent van Gogh, pintor neerlandés que desarrolló esquizofrenia.
Explicó que increíblemente, en sus obras, el pintor destacaba los colores verde y azul que denotaba ansiedad en su vida; pero al final, cuando le fue detectada la enfermedad y no pudo controlarla, se le presentaron una infinidad de trastornos al grado que llegó a cortarse una oreja.
Al referirse a dichas evidencias, señaló que este tipo de emociones no siempre deben concebirse desde el punto de vista académico, tratando de explicarlas sólo por los movimientos y la conducta que tienen.
Por el contrario, hay que ver cuál es la fase celular que generó estas adaptaciones a nivel del tejido para que los autores pudieran crear estos contextos.
Daniel Hernández Baltazar, enfocado al estudio del estrés y la adaptación celular, comentó que los modelos citados tuvieron un trasfondo muy importante desde la parte celular.
“No se pueden entender estos trastornos sin imaginar que el primero de los daños que tuvieron fue la coordinación motora, que está regulada por el sistema dopaminérgico.”
El especialista, quien forma parte del proyecto de Cátedras Conacyt, participa en el proyecto “Neuroetología animal y humana: implicaciones en la salud mental”, mismo que desarrollan actualmente los investigadores Tamara Cibrián Llanderal, Carlos Roberto Hernández y Blandina Bernal Morales.
Claudia Peralta Vázquez
Xalapa, Ver. .