Central Hidroeléctrica Pangue , Biobío, Chile

Central Hidroeléctrica Pangue , Biobío, Chile


Manuel Martínez Morales

Sentir la humillación de ser incapaz

de cambiar prácticamente nada,

y de que, cuando parece que se ha conseguido algo,

se queda una vez más, en agua de borrajas.

Uno de los siete niveles de la desesperación, según J. Bergier.

Una nota periodística, fechada el 7 de marzo de 2002, consignaba que la novelista india Arundhati Roy no perdió el buen humor mientras era conducida a la prisión de Tihar, en Delhi, tras haber sido condenada a un día de cárcel y 2.000 rupias (cerca de 30 euros) de multa por el Tribunal Supremo de la India. “He traído la mochila”, decía sonriente.

La ganadora del premio literario Booker de 1997 con El dios de las pequeñas cosas pagaba así su oposición a la construcción de una inmensa presa en su país natal y su lucha contra las instituciones indias.

Roy se enfrentó en aquellos años a políticos, jueces y partidos para liderar la campaña de grupos indígenas y medioambientales contra la presa de Narmada, en el estado indio de Gujarat. Participó en una manifestación contra la decisión del Tribunal Supremo de permitir la reanudación de los trabajos de una obra hidráulica que provocaría el desplazamiento de decenas de miles de personas y la desaparición de decenas de pueblos.

La escritora acusó a las máximas autoridades judiciales del país de tratar de silenciar las voces disidentes y puso en duda la honradez de unos procedimientos que cree influidos por las presiones políticas. “El mensaje enviado a los desfavorecidos es que, si eres pobre y el Gobierno decide construir una presa que inundará tu pueblo, mala suerte. Márchate y sin quejarte”, escribió Roy en uno de sus artículos.

La India ha construido desde su independencia en 1947 cerca de 4.300 presas que han desplazado de sus hogares a unos 56 millones de personas. El plan de la presa de Narmada incluyó la construcción de 30 grandes diques, 150 medianos y otros 3.000 de menor tamaño a lo largo de cuatro estados indios. La principal de esas presas medirá 88 metros de alto y desplazará a 200.000 personas, dañando para siempre el ecosistema del valle de Narmada.

Comprender lo que está ocurriendo, descifrar la naturaleza de los acuerdos comerciales concertados con las transnacionales es un paso muy importante para entender, aunque sólo sea de modo rudimentario, lo que se nos hace mientras nosotros, pobres ilusos, permanecemos de pie contemplando cómo pasa la comitiva y aplaudimos y lanzamos vítores. Y cuando digo nosotros, quiero decir la gente, los seres humanos. No los países ni los gobiernos, afirmó la escritora.

La historia no deja de repetirse, gracias a la llamada “globalización”, en distintos tiempos y en distintos puntos del planeta.

En Veracruz, año 2015, existen 112 proyectos de presas hidroeléctricas. En la Sierra de Zongolica está a punto de empezar a operar la primera de ellas, en la confluencia de los municipios de Zongolica, Mixtla de Altamirano y Texhuacan, afectando a poblaciones nahuas de esa sierra. Hay proyectos de presas sobre el río Bobos-Nautla, el río Pescados-La Antigua y el Blanco. De realizarse estos proyectos, afectarán indudablemente los ecosistemas fluviales, lo cual a su vez tendrá impactos sobre las economías locales y los estilos de vida de muchas poblaciones indígenas y campesinas, violando diversos derechos individuales y colectivos, y contraviniendo el Convenio 169 de la OIT.

No se justifican los proyectos hidroeléctricos actualmente porque ya existe suficiente capacidad instalada de generación de electricidad, aunque ciertamente hay que pensar a futuro y adoptar modelos sustentables de producción/consumo de energía. Según los especialistas, debe priorizarse la transición hacia estilos de vida con menor requerimiento de energía y evitar, a toda costa, la afectación de ecosistemas en aras del negocio de producción de energía. Muchas comunidades y organizaciones están movilizándose en defensa de los ríos, como en otras regiones del país y del mundo, como es el caso de los pobladores de Ixtaczoquitlán.

En este lugar, los empresarios promotores de la hidroeléctrica El Naranjal han incurrido en tráfico de influencias e incluso corrupción en dependencias federales para agilizar la venta de tierras contempladas en el proyecto de construcción; ejidatarios de este municipio acusan que hay comuneros amenazados para obligarlos a vender sus tierras, declaró recientemente Adolfo Tlaxcala, representante de la agrupación Timocepanotoke Noche Altepeme Macehualme (Unión de Todos los Pueblos Pobres, o Tinam).

Arundhati siempre se ha sumado a la lucha de los afectados por el sistema de presas construidas por todo el país, una verdadera tragedia. La escritora recuerda que la presa Farakka, que desvía el agua del Ganges al puerto de Calcuta, redujo la disponibilidad de agua potable de cuarenta millones de personas que viven en la zona de Bangladesh regada por el curso inferior del río.

Dice Roy: “Construyen una presa y les quitan agua a cuarenta millones de personas. A la vez, dicen que construyen una presa con la pretensión de proporcionarle agua a cuarenta millones de personas. ¿Quiénes son estos dioses que nos gobiernan? ¿Acaso no hay límites de su poder?”

En otra parte, ella misma se responde que estos dioses están representados por Rumpelstiltskin, un soberano poderoso, implacable y armado hasta los dientes. Un rey dios distinto de cualquiera que haya conocido el mundo antes. “Su reino es el frío capital; sus conquistas, los mercados emergentes; sus oraciones, el beneficio; sus fronteras ilimitadas; sus armad, nucleares. Tratar de imaginarlo, intentar verlo mentalmente en su totalidad, es situarse al borde de la locura, arriesgarse a hacer el más espantoso de los ridículos.” (A. Roy: El álgebra de la justicia infinita. Anagrama, 2001)

Los vecinos del sitio donde se construye la hidroeléctrica El Naranjal, al igual que muchos otros veracruzanos que están siendo desplazados y su vida amenazada como consecuencia de los proyectos de construcción de las 112 presas, ya se oponen a los designios de Rumpelstiltskin. El resto de ciudadanos veracruzanos tenemos que elegir entre acompañar esa lucha arriesgando hacer el mayor de los ridículos o hacer otro todavía peor, pobres ilusos, permaneciendo de pie contemplando cómo pasa la comitiva de Rumpelstiltskin, aplaudiendo y lanzando vítores.

Y si no aplauden, ya saben…

Un Comentario para “Hidroeléctricas para Veracruz, ¿Quién gana?”