Las verdades científicas no son inmutables, como todo el conocimiento; son provisionales hasta que haya una mejor explicación que las sustituya. Y eso lo demuestra la historia y lo confirma la experiencia, aseguró Ernesto Rodríguez Luna, especialista en primatología y conservación.
El también coordinador del Centro de Investigaciones Tropicales (CITRO) de la UV, durante su participación en el Diplomado en Comunicación de la Ciencia, afirmó que «no es que la ciencia lo descubra todo de una vez y para siempre. Lo que hace es participar en la construcción de una narrativa, un ejercicio retórico para demostrar una realidad», explicó
A partir de una línea del tiempo, el científico mostró con ejemplos como se han transformado las narrativas de la realidad, desde que Plinio el Viejo escribió la primera enciclopedia en el siglo I, hasta los documentales de Discovery Chanel que hoy en día llegan a millones de personas en el mundo.
«Los agujeros negros, la teoría del Big Bang o la misma idea de «naturaleza» forman parte de la mitología contemporánea que configura la percepción pública de la realidad, no es que así sea, es que así se ve en una época determinada», dijo frente a investigadores, periodistas, educadores ambientales, académicos y divulgadores, todos participantes del Diplomado.
¿Qué es la naturaleza? preguntó a los estudiantes. La concepción histórica ha pasado de la naturaleza maravillosa o humanizada a la naturaleza dominada, fuente de recursos, eje de conflictos, riesgos, luchas. De San Francisco de Asís hasta la economía verde, a los bonos de carbono, el Protocolo de Kyoto, el heroísmo activista, GAIA o las grandes empresas transnacionales, y supuestos ambientalistas financiados por compañías petroleras.
Para Rodríguez Luna, las distintas ideas de naturaleza están determinadas por factores ideológicos, políticos y económicos, «una visión etnocentrista sostiene que la naturaleza fue hecha para cubrir las necesidades de la humanidad; una visión biocentrista reconoce un valor intrínseco en ella. Son posiciones distintas y casi siempre en conflicto».
Y en la intención de hacer valer esas posiciones, actualmente hay una lucha pseudocientífica, reconoció.
Las mediciones instrumentales, por ejemplo, tampoco son determinantes. El número de especies varía según el instrumento, el concepto de especie, el tipo de estudio. «Esta condición obliga a los comunicadores de ciencia a tener presentes los factores políticos, sociales, económico o ideológicos, y no sólo los datos, a la hora de comunicar», comentó.
La mal llamada «partícula de Dios»
Luego de su participación tocó el turno al físico Sergio Lerma, investigador del Instituto de Física e Inteligencia Artificial de la UV, quien presentó a los estudiantes la historia e implicaciones del premio nobel que el belga François Englert y el británico Peter Higgs recibieron este 2013 por sus ideas sobre la mal llamada «partícula de Dios».
Sus teorías de la existencia de una partícula fundamental, formuladas independientemente en 1964 y confirmadas en 2012 con el hallazgo del llamado bosón de Higgs, en experimentos realizados en el Centro Europeo de Física de Partículas (CERN) de Ginebra (Suiza) son actualmente una parte esencial del modelo para describir cómo está hecho el mundo.
Sin embargo, el físico universitario reconoció la dificultad de explicar la complejidad del tema, muchas veces malinterpretado ingenua o deliberadamente, o lejano a la comprensión de quienes no son especialistas en el tema. No obstante, refirió que su confirmación, que ha sido producto del trabajo de un equipo científico multinacional, tendrá implicaciones en el futuro de la ciencia y por tanto, de la humanidad.
Ambos participaron en el tercera sesión del Diplomado en Comunicación de la Ciencia, una iniciativa de la UV que busca profesionalizar a científicos, periodistas, académicos, divulgadores, educadores ambientales y profesionistas en el diseño de estrategias de comunicación con pertinencia social.