Los tres países firmantes del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) han acordado que innovación es el tema que debe ser eje de desarrollo para avanzar más rápido en una agenda que asegure la prosperidad económica, pero sobre todo, mejore la calidad de vida de sus sociedades, dijo Sergio Alcocer Martínez, subsecretario de Relaciones Exteriores para América del Norte en la Casa de la Universidad de California en la Ciudad de México.
Entrevistado con motivo del simposio titulado: New Horizons in Science (Nuevos Horizontes en la Ciencia) convocado por las Academias de Ciencias de Canadá, Estados Unidos y México, destacó que para lograr lo anterior es “necesario pasar por la ciencia y por la ingeniería”.
Destacó la relevancia de esta reunión promovida por los representantes de los grupos científicos de las tres academias, “esto habla de la sinergia que se da no solo a nivel del gobierno, y por otro lado la importancia que se le piensa dar a este tema de manera regional, no únicamente local o binacional”.
Alcocer Martínez reconoció que el sistema científico mexicano es pequeño comparado con el de Estados Unidos o Canadá, pero consideró que la manera de crecer es: “identificar proyectos conjuntos o iniciativas concretas que nos permitan elaborar alrededor de ellas y lograr un avance para los tres países en temas estratégicos como cambio climático, agua, obesidad o tópicos relacionados con la nutrición, temas que son compartidos por los tres países”.
El funcionario opinó que en la medida en que se puedan identificar temas como los anteriores y lanzarlos como iniciativas trinacionales, esa será la mejor manera para el caso mexicano y poder ir elevando el nivel y atraer el interés de los jóvenes.
Dijo que “es importante hacer conciencia (en los empresarios) de que el desarrollo está basado en la innovación y al reconocerlo es claro que no se resuelve esto con servicios, sino con un mejoramiento en la calidad de los servicios y con el desarrollo de nueva tecnología que le permita a las empresas ser más competitivas, lo que implica desarrollar más y mejor conocimiento y buscar aplicarlo”.
En el mismo tema opinó que no le debe ser ajeno a las empresas acercarse a las universidades y los centros de investigación públicos o privados, “necesitamos convencerlos, seguir trabajando para que el sector privado mexicano aporte recursos a la investigación, pero también es necesario reconocer que la evaluación de los sistemas académicos mexicanos debe permitir este tipo de iniciativas y admitir que no siempre las iniciativas son exitosas”.
No siempre, indicó, una idea que presumiblemente es innovadora y con una gran inventiva va a terminar siendo exitosa, sobre eso hay historias a nivel mundial, el número de fallas contra el número de éxitos y eso se debe reconocer. “Hay que insistir en la creación de un ecosistema completo para que la innovación se dé y es en ese sentido que vamos a lograr ver participación de las empresas”, recalcó.
Para apoyar esta idea han surgido nuevas iniciativas en el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y en el Instituto Nacional del Emprendedor para apoyar a la pequeña y mediana empresa, pero naturalmente no se ven resultados de inmediato, mencionó.
Sergio Alcocer habló asimismo de la creación del Consejo México-Estados Unidos de Emprendimiento e Innovación, donde “ya hay estrategias bien claras, bien definidas sobre cómo apoyar a estas empresas para que asuman las mejores prácticas compartidas por los dos países en donde haya una mayor posibilidad de innovación y de emprendimiento”.
Aseguró que hay proyectos concretos en este sentido y que toman tiempo implantarse, y existen casos, incluso, que implican cambio de cultura pues se necesita que los jóvenes, por ejemplo, egresados de las universidades tengan no solo espíritu crítico, sino también emprendedor para generar nuevas ideas y poderlas materializar.
El TLCAN
En opinión de Alcocer Martínez, el TLCAN ha promovido o generado un interés en ciertas áreas del conocimiento y es el caso el tema relacionado con la industria automotriz, un sector tradicionalmente reconocible en este tratado, pero alrededor de esta industria hay grupos de investigación en diferentes partes del país que desarrollan nuevos materiales, sistemas, software y que a su vez ha tenido una vinculación fuerte con la ciencia.
Pero ahora, destacó, “lo estamos viendo también con fuerza en la industria aeroespacial que empieza a tener un auge importante en el país, además de Estados Unidos y Canadá, por eso (identificar) un tema que sea común a los tres países, en donde para los tres gobiernos resulte de interés, es en donde vamos a poder lograr -que en el caso de los gobiernos- facilitemos que se den estos intercambios científicos y tecnológicos y así poder involucrar a las empresas y a las comunidades científicas”.
Recalcó que por ello este encuentro de intercambio de conocimiento trilateral es muy útil, ya que “uno aprende qué es lo que funciona en un país -que no necesariamente hay que copiar- , son experiencias muy valiosas, como las canadienses, por ejemplo, con sus centros de excelencia, donde han logrado aglutinar a los mejores investigadores en una manera virtual sobre un tema en particular y las redes de Conacyt de alguna manera van por ahí”.
Por otro lado, el funcionario, doctor en ingeniería, miembro de la Academia Mexicana de Ciencias, mencionó que los modelos de la vinculación universidad-empresa que tienen los estadounidenses son dignos de revisar y de ver cómo se puede articular en nuestro contexto. “Ya la Fundación México-Estados Unidos está tratando de trabajar con el Conacyt en este tema, (…) siempre es útil conocer cómo se acercan los sectores y poder facilitar los intercambios”.
Los casos mexicanos que pueden compartirse, precisó, son los fondos sectoriales, ya que son ejemplo de cómo hay direccionalidad en los recursos para apoyar la investigación, y los centros de innovación en energía impulsados por la Secretaría de Energía y el Conacyt, también son ejemplos interesantes que pueden ser emulados por otros países, “sin duda hay experiencias que México puede compartir”.
La Academia interlocutora
Sergio Alcocer sostuvo que en este marco de colaboración y cooperación en temas de corte científico la Academia Mexicana de Ciencias juega papel muy relevante al representar a la comunidad científica y ser interlocutor con el gobierno, generando ideas para la elaboración de políticas públicas, de la importancia de la ciencia y, sobre todo, de transmitir no solo la importancia per se de la ciencia, sino del impacto que tiene en la solución de los problemas que aquejan a nuestro país.
“El doctor Franco ha encabezado a la Academia con un gran entusiasmo, con una visión clara de la importancia que la ciencia tienen para un país que aspira a ser un país más justo, con un desarrollo más sustentable, basado en el conocimiento. La Academia ha hecho que la agenda de ciencia sea cada más visible dentro de las consideraciones de política pública”.