Con el objetivo de reducir el riesgo por terremoto y tsunami en la costa del Pacífico mexicano, se desarrolla el proyecto “Evaluación del peligro asociado a grandes terremotos y tsunamis en la costa del Pacífico mexicano para la mitigación de desastres”, un trabajo de colaboración internacional México-Japón, que se prevé finalice en el año 2021.
La realización de esta Evaluación, que tendrá una duración de cinco años, considera una inversión total de siete millones de dólares, de estos, 63% son procedentes del gobierno japonés a través del consorcio SATREPS, y el 37% restante provenientes de la Universidad Nacional Autónoma de México, principalmente, y del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.
El proyecto tiene como responsables a los investigadores Víctor Cruz Atienza, en México, y en Japón a Yoshihiro Ito, y participan en él un amplio grupo de instituciones científicas y de educación, como los Institutos de Geofísica, Ingeniería, Geografía, Centro de Ciencias de la Atmósfera, todos de la UNAM, y el Centro Nacional de Prevención de Desastres; así como las universidades de Kyoto, Tokio, Tohoku, Kobe, Tokushima, Kansai, Utsunomiya, y la Agencia Japonesa de Ciencias Marinas y Tecnología (JAMSTEC).
Para el año 2021, cuando concluya el proyecto, se espera tener una mejor comprensión de los fenómenos que ocurren en la Brecha de Guerrero –un segmento con una extensión de 230 km desde el sur de Acapulco hasta Papanoa– donde no se ha registrado un sismo de alto impacto en más de 100 años, “debido a la ocurrencia de sismos lentos o transitorios que ocurren cada cuatro años a través de los cuales se libera parcialmente la energía acumulada, pero al mismo tiempo estos sismos pueden detonar terremotos devastadores, como el de 7.2 del 18 de abril de 2014 en Petatlán, Guerrero”, explicó el doctor Atienza.
También se espera que se pueda entender lo que está ocurriendo en el contacto de las placas tectónicas para poder identificar fenómenos que podrían ocurrir sistemáticamente antes de un sismo potencialmente destructivo y que a su vez pueda generar un tsunami.
Con la información generada en el proyecto, también se podrán hacer mapas de peligro y de riesgo que incluyan, por ejemplo, las zonas inundables por tsunamis, los tiempos de llegada de los mismos y la altura de olas, lo que le permitirá a la población tomar las medidas necesarias para su protección.
Un trabajo interdisciplinario
El proyecto fue dividido en tres grupos en el que intervienen profesionales de diversas disciplinas. El grupo 1 comenzó a operar desde marzo del año pasado, sus tareas han consistido en la compra e instalación de los equipos que constituirán la red Sismogeodésica consistente en sismómetros (en tierra), y sensores de presión hidrostática y GPS acústicos (en fondo marino) que se sincronizarán con el fin de cuantificar el potencial sísmico y tsunamigénico. De los 80 instrumentos previstos, el 60% provienen de donaciones japonesas y aproximadamente el 40% de fondos mexicanos, informó el geofísico.
Entre el instrumental que se colocará en mar se encuentran los GPS acústicos para el fondo marino, más un prototipo mejorado para este fin (Wave Glider), que se diseña actualmente en la Universidad de Singapur, con partes armadas previamente en dicho país, en Reino Unido y Estados Unidos; el conjunto se ensamblará en Houston, Texas. Se tratará de la segunda tecnología a nivel mundial más sofisticada en este campo, indicó el académico.
El grupo 2 va a integrar la información del análisis de datos que se obtengan de la red Sismogeodésica, con el fin de construir modelos tridimensionales de terremotos y tsunamis, y conformar diferentes escenarios de terremotos potencialmente devastadores en la Brecha de Guerrero, donde convergen la placa de Cocos y la Norteamericana, y en todo el estado.
En vista de que la mayoría de los tsunamis son producidos por la deformación del fondo oceánico debido a un terremoto, con los escenarios de sismos se podrá simular también los posibles tsunamis que pudieran ocurrir tras un terremoto, “lo vamos a hacer con modelos computacionales sin precedente en México porque vamos a integrar, entre otros aspectos, la geometría del fondo del mar en alta resolución y la topografía del terreno”.
En los últimos 250 años han sido registrados más de 55 tsunamis en la costa del Pacífico mexicano, el más devastador del que se tenga conocimiento ocurrió en 1787 en la costa de Oaxaca, en lo que hoy es Puerto Ángel, y fue producido por un terremoto de magnitud aproximada de 8.6. “Entonces existe evidencia de grandes tsunamis en México como los que han ocurrido en otras partes del mundo, como en 2004 en la isla de Sumatra, el de 2010 en Chile o el de 2011 en Japón, por lo que es una obligación poder cuantificar de la manera más precisa posible el peligro de terremotos y tsunamis”.
Y el grupo 3 tiene como misión integrar toda la información de peligro sísmico y por tsunami para generar mapas de riesgo. “El riesgo no es sinónimo de peligro, pero el peligro es uno de los dos componentes que se requieren para estimar el riesgo”, dijo Atienza.
El otro componente es la vulnerabilidad, la exposición de centros urbanos densamente poblados en la costa. “Se harán estimaciones de la vulnerabilidad socioeconómica estructural de diferentes poblados, nos vamos a enfocar en Zihuatanejo, que será la localidad piloto en donde se llevarán a cabo varios trabajos más”.
En este mismo grupo se ha avanzado en la concientización entre las poblaciones escolares a partir de análisis de expertos no solo en prevención, sino en la creación de material didáctico educativo para la reducción de la vulnerabilidad de la población, pero falta avanzar en otros aspectos que dependen de los trabajos de los otros dos grupos.
La idea de estas actividades es sentar bases muy sólidas para la reducción efectiva del riesgo asociados a sismos y tsunamis.
Para Victor Cruz Atienza, este proyecto es sin duda el más ambicioso desde la perspectiva científica dentro del Instituto de Geofísica, “hay otros proyectos en ciernes incluso más grandes en cuanto a recursos, pero son principalmente para la instrumentación de la Red Nacional de Sismómetros, son proyectos de infraestructura. El proyecto de Evaluación ha causado mucho revuelo porque están implicados dos países y ha habido mucho interés de autoridades por ambas partes”.