José Luis Cuevas Novelo (que tal era su nombre completo) fue un pintor, dibujante, escritor, grabador, escultor e ilustrador mexicano, que alcanzó fama internacional, como un destacado representante de la Generación de la Ruptura, el movimiento de pintores y artistas que rompió con el movimiento muralista mexicano, que dominaba en ese tiempo la escena artística y uno de los más destacados representantes del neofigurativismo.
Entre sus biógrafos ponderan su gran talento, tanto que enaltecen que tan sólo su habilidad en el dibujo lo puso a la altura de Pablo Picasso.
Su fecha de nacimiento no está clara, pues su biografía en su sitio menciona que nació el 26 de febrero de 1934, en la Ciudad de México, pero su hermano mayor, el médico Alberto Cuevas, aseguró que en realidad nació en 1931, pero que modificó su fecha de nacimiento porque le gustaba decir una edad menor a la que tenía.
Lo que sí es claro es que nació en los altos de la fábrica de lápices y papeles “El lápiz del águila”, administrada por su abuelo paterno, Adalberto Cuevas, un inmueble que se ubica en las inmediaciones del centro de la Ciudad de México.
Fue conocido como el «niño terrible» (enfant terrible) de la pintura en México y tuvo también el apodo del «Gato Macho», por su fama de mujeriego, la cual el alimentaba, al grado de que en un periódico de la Ciudad de México, en una columna periodística, aseguraba haber tenido más de 650 encuentros eróticos.
Fue un artista autodidacta, con muchos estilos e influencias muy marcados en el lado oscuro de su vida, frecuentemente distorsionando figuras y debatiendo en la humanidad. Fue una figura muy controvertida, no solo por motivos artísticos sino también por sus polémicas con otros escritores y artistas.
Mediante el trabajo con la línea -de gran ferocidad gestual- desnuda las almas de sus personajes retratando la magnificencia de la degradación humana en el mundo de la prostitución y el despotismo; su trabajo, junto con el de sus contemporáneos, trajo un cambio en la visión artística en México e incluso influyó en el mundo.
En 1941 ganó el primer lugar del concurso de dibujo infantil promovido por la SEP, el cual le valió ser llamado “el güerito pintor”. En 1944 ingresó a la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado ‘La Esmeralda’, pero salió rápidamente a causa de una fiebre reumática. Tenía 10 años al comenzar, según su decir, o 13, de acuerdo con la referencia de su hermano.
La enfermedad lo mantuvo 2 años en cama. De acuerdo con la biografía del artista publicada en su portal de Internet, esos años, que pasó en cama, los dedicó a la lectura y el dibujo.
Después continuó su formación artística en el México City College (ahora llamado Universidad de las Américas Puebla), tomando clases de grabado con Lola Cueto.
Su primera exposición llegó en 1948, en el modesto local del Seminario Axiológico, mientras que a principios de la década de los 50 trabajó para el periódico The News, como ilustrador de las entrevistas de la periodista estadounidense Anita Brenner (1905-1974).
En ese periodo y gracias a su hermano Alberto asistió al manicomio «La Castañeda», donde enfermos mentales posaron para sus cuadros.
La primera exhibición individual de Cuevas, se realizó en 1953 en la Galería Prisse y fue recibida favorablemente por la crítica nacional. Además, en ese tiempo el coleccionista Alvar Carrillo Gil (1898- 1974) adquirió su serie La Casa Rosa, que un año después presentó en el Hotel Mérida, en Yucatán.
A partir de ahí, Cuevas adquiere notoriedad por sus constantes exposiciones, tanto en Estados Unidos como en México, el resto de Latinoamérica y en Europa, incluso en la Galería Edouar Loeb de París, donde Pablo Picasso compró obra de Cuevas.
Cuevas recibió galardones como el Primer Premio Internacional de Dibujo, Bienal de Sao Paulo (1959), el Premio Nacional de Bellas Artes (1981), el Premio Internacional del Consejo Mundial del Grabado, San Francisco (1984) y mereció la Orden de Caballero de las Artes y de las Letras de la República Francesa (1991).
“Lo que busco es que, hasta el último momento de mi vida, no se pierda mi vocación por el arte; quiero trabajar todos los días hasta que el último dibujo aparezca. ¿Cuál será ese dibujo final? Es algo que me pregunto con frecuencia. Cuando llegue el final quiero ser yo mi última obra”, declaró en febrero de 2016, en el marco de la inauguración de El color del amor, última muestra que expuso en el museo que lleva su nombre.
José Luis Cuevas también viajó a Filadelfia, para ilustrar la obra de Franz Kafka e igualmente tuvo exposiciones en La Habana, Caracas, Lima y Argentina, en este último país conoció a quien se convertiría en uno de sus mejores amigos, Jorge Luis Borges (1899-1986).
Al artista se le atribuye haber nombrado Zona Rosa, a esa parte de la colonia Juárez de la capital de México, que se ha vuelto un lugar icónico y representativo del país. Ahí dibujó su Mural Efímero, con el que se mofó de los afanes continuistas del muralista mexicano.
La noche del 8 de junio de 1967, una multitud en la esquina de Londres y Génova, en la Zona Rosa, miraba expectante al techo de un edificio de dos pisos, esperando que retiraran el telón que cubría la obra de José Luis Cuevas que, por entonces, la prensa llamaba el niño terrible. Ahí fue donde Cuevas montó su Mural efímero: un dibujo sobre papel de 24 metros que estaría sólo cuatro semanas en exhibición antes de ser quemado, una acción a contracorriente de las pretensiones de eternidad del muralismo mexicano.
Aquella noche -relatan las crónicas del evento-, Cuevas apareció acompañado de guapas modelos vestidas con playeras que llevaban un autorretrato suyo, el de siempre: la frente voluminosa, los ojos separados por una grandísima nariz y el rostro inclinado casi de perfil. Cuevas quitó la cortina blanca que cubría el mural y aparecieron las figuras de un jugador de futbol americano y un dibujo con temas bélicos sobre el conflicto árabe-israelí de aquellos años.
El Mural efímeroterminó siendo uno de los happenings más recordados del siglo XX en México y un acto generacional. “Allí están los grandes trazos de Cuevas, desafiando, incitando. La gente aguarda algo especial, música o discurso, la diversión que se prolongue. Cuevas permanece un instante más. Desaparece”, escribió el cronista Carlos Monsiváis sobre aquella noche en su libro Días de Guardar.
La idea después de ese Mural Efímero le surgió después de ver una película de Judy Holliday, Born Yesterday, donde una chica alquilaba una valla publicitaria para anunciar allí su nombre y teléfono en busca de fama.
En 1992 en honor al destacado artista, se inauguró el Museo José Luis Cuevas y un año más tarde el Sistema Nacional de Creadores de México lo designó Creador Emérito y publicó su libro autobiográfico Gato Macho.
José Luis Cuevas falleció el 3 de julio de 2017, en la ciudad de México.
Para tener una mejor visión de su personalidad está un video de Canal Once sobre la vida de José Luis Cuevas