La Misión Arqueológica Francesa de Bubasteion (MAFB), del Centro Nacional francés de Investigaciones Científicas (CNRS) descubrió en 2001 un esqueleto de león prácticamente completo en la necrópolis de Saqqara, ubicada a 35 kilómetros al sudoeste de El Cairo, y según los indicios el animal había sido momificado.
El hallazgo se realizó en la tumba de Maia, nodriza real de Tutankhamón (1354-1346 a.c.), Faraón de la XVIII Dinastía, lo cual confirma que los antiguos egipcios rendían culto a ese animal y que su inhumación ritual era precedida de momificación.
Los antiguos egipcios practicaron masivamente la momificación de animales con procedimientos similares a los que se empleaban con los seres humanos: cocodrilos, gatos, halcones, toros, ibis, babuinos, y hasta peces, serpientes y ratones.
El estudio del hallazgo, publicado el 15 de enero de 2004 en la revista Nature, apunta que el león apareció durante las excavaciones en el área del Bubasteion de Saqqara, concretamente en la tumba de Maya -descubierta en 1996-, un sepulcro del Imperio Nuevo que fue, al igual que otros del entorno, reocupado parcialmente en época tardía y grecorromana (de la que dataría el gran felino), y convertido en catacumba de gatos como lugar consagrado a la diosa gato Bastet. Significativamente, esta diosa fue en su forma más antigua representada con cabeza de león.
La arqueozoóloga Cécile Callou analizó los restos del león encontrado y concluyó que se trata de un macho adulto de grandes proporciones, del que se preservó sólo el esqueleto, aunque la conservación de éste es excelente y muestra la posición característica de un cuerpo embalsamado; el león sin duda falleció de vejez, se determinó por las patologías dentales (dientes gastados hasta la encía y flemones) y restos de costillas rotas lo que demuestra que el animal no podía vivir en libertad.
Pequeños restos de tejido y la coloración que han adquirido los huesos (similar a la que presentan los de varios gatos momificados hallados en el mismo lugar) confirman sin lugar a dudas, según el egiptólogo Alain Zivie, responsable de la investigación, el proceso de momificación.
La tumba de Maya consta de dos niveles: el de la capilla (en la que figuran relieves de la propietaria original) y el de las habitaciones funerarias, reocupadas por los enterramientos intrusos, algunos de seres humanos, pero sobre todo de gatos. En la tercera de estas habitaciones, sembrada de ataúdes de madera y sarcófagos, aparecieron los restos de lo que parecía un gato desmesuradamente grande y que resultó ser un león. El enorme felino yacía directamente sobre la roca del suelo rodeado de numerosos huesos de otros animales y de restos de ataúdes rotos. Según Zivie, la conservación del espécimen de Panthera leo es excelente, excepto porque el cráneo está parcialmente aplastado. A diferencia de sus pequeños primos, no hay evidencia de que la gran bestia fuera sacrificada.
Según los científicos del CNRS, podría tratarse de un animal asociado al dios Mahes, hijo de la diosa leona Sekhmet. Pero como esta diosa estaba a su vez emparentada con la diosa Bastet, objeto de culto en Saqqara, se comprende el hecho de que haya sido encontrado entre los restos de numerosos gatos momificados. .
Los leones aparecen con frecuencia en los textos e imágenes del antiguo Egipto. Abundaban en estado salvaje y se cree que también eran criados en algunos santuarios y enterrados en necrópolis sagradas de animales. Diversas divinidades tenían forma o atributos leoninos, como Mahes (Miysis), Aker, Ruty (venerado en Leontópolis, en el Delta) o el meroítico Apedamak. Pero destaca sobre todo la feroz diosa leona Sekhmet, patrona militar. La figura del animal tenía cierto sentido protector. No hay que olvidar que la Gran Esfinge de Giza es, básicamente, un león. Ramsés II fue saludado como «fuerte león cuyo poderoso rugido hace temblar».