Manuel Martínez Morales
La gramática de la vida, la semántica de los hechos, las metáforas, las hipérboles y las analogías han quedado convertidos en residuos de un mundo en el que el miedo a pensar se une al rechazo a la praxis teórica y la autocensura como mecanismo para justificar la ignorancia que nos rodea. El poder es consciente, promueve la ignorancia colectiva, generaliza el miedo a la crítica reflexiva, hasta hacerla irrelevante. Pensar trae consecuencias. Mejor no hacerlo. Es peligroso y subversivo.
Marcos Roitman: Miedo a pensar
Se ha dicho que en el proceso de definir e imponer la llamada reforma educativa se ha puesto la carreta delante de los bueyes para indicar que se ha realizado a tontas y locas, puesto que en lugar de partir de un diagnóstico preciso de la condición presente de la educación en México, y de una conceptualización concreta, se propusieron una serie de medidas producto de las ocurrencias de quién sabe quién. Se pusieron los bueyes en su lugar sin que hubiera carreta alguna que arrastrar.
Conviene aquí recordar lo que alguna vez apuntara José Revueltas: «Me tienen por un heterodoxo del marxismo, pero en realidad no saben lo que soy: un fruto de México, país monstruoso al que simbólicamente podemos representar como un ser que tuviese al mismo tiempo forma de caballo, de serpiente y de águila. Todo es entre nosotros contradicción.»
Pues, me parece, así está conformado el engendro llamado reforma educativa: armada en pedazos inconexos e incongruentes: se comenzó por algunas reformas legales referentes únicamente a cuestiones laborales y administrativas relacionadas con los maestros. Más tarde, y después del rechazo masivo a tal propuesta, los burrócratas encargados de la educación recuerdan que la educación tiene que ver con la pedagogía y la didáctica e intentan armar otro pedazo -que ahora llaman modelo educativo- de ese monstruoso ente. De tal manera que ahora, la susodicha reforma, tiene forma de caballo, se serpiente y de águila, una verdadera quimera.
Aún cuando yo diría que también tiene algo de ajolote, espléndido y legendario ser, llamado xolotl por los aztecas y considerado dios de la muerte. El ajolote podría considerarse un ser incompleto, contradictorio, como que se quedó a medias en su evolución, ya que es también conocido como «el pez caminante» a pesar de que es un anfibio. Este vertebrado posee una cabeza ancha y redondos ojos sin párpados, así como branquias, patas cortas y una cola con forma de aleta que le sirve para nadar. Incluso desarrolla pulmones. Es una especie neoténica, lo que significa que conserva características de su etapa larvaria cuando ya ha alcanzado la adultez. Su aspecto es parecido a una salamandra que no llegó a ser salamandra, por decirlo de alguna manera.
Y así es la reforma educativa, una salamandra que no llegó a ser salamandra. Pues el propuesto modelo educativo es un ente incompleto y no se ve la forma en que se «pegará» a la primera parte de la reforma cuando, según señalan los expertos, primero debió definirse el modelo y después proceder a las reformas legislativas correspondientes; pero el gobierno se encaprichó en poner los bueyes detrás de la carreta.
Como no soy un experto me atengo a la definición encontrada en Wikipedia: «Un modelo educativo es una representación conceptual general global y simbólica, ya sea explícita o implícita, de la realidad en el ámbito de la enseñanza que permiten analizar, diseñar, implementar y controlar los componentes curriculares esenciales de un proceso formativo y las interrelaciones que se dan entre ellos, junto con las prácticas pedagógicas que le son atinentes.»
Definición que resume y concuerda con otras consultadas en otras fuentes. Procedo a leer el documento llamado Modelo Educativo 2016, subtitulado El planteamiento pedagógico de la Reforma Educativa. Comienza con una especie de reseña histórica sobre la educación pública en México, a partir del primer tercio del siglo XX, muy esquemática e incompleta. Entrando ya en materia comienza con generalidades como la siguiente: «Los fines de la educación están establecidos en el Artículo 3º constitucional y se refieren al desarrollo armónico de todas las facultades del
ser humano. Es primordial que la educación se proponga formar a los estudiantes en la convicción y capacidades necesarias para contribuir a la construcción de una sociedad más justa e incluyente, respetuosa de la diversidad, atenta y responsable hacia el interés general.» Ah, qué bonito se oye.
Ya entrando en materia, en el apartado denominado «Los principales ejes del modelo 2016», el citado documento enuncia lo siguiente: «El modelo educativo 2016 reorganiza los principales componentes del sistema educativo nacional para que los estudiantes logren los aprendizajes que el siglo xxi exige y puedan formarse integralmente, tal como lo contempla el Artículo 3º constitucional. En ese sentido, el planteamiento pedagógico -es decir, la organización y los procesos que tienen lugar en la escuela, las prácticas pedagógicas en el aula y el currículo- constituye el corazón del modelo. Partiendo de un enfoque humanista y tomando en cuenta los avances de las ciencias de la educación, la presente propuesta describe las principales características del currículo. Este habrá de servir para orientar y encauzar los esfuerzos de los maestros, padres de familia, estudiantes, autoridades educativas y de la sociedad en su conjunto a fin de asegurar el logro de los fines de la educación. Para materializar el nuevo planteamiento pedagógico, se parte de una nueva visión que pone la Escuela al Centro del sistema educativo, como espacio en donde convergen todos los recursos y esfuerzos de los distintos actores. Bajo este enfoque, las comunidades escolares deben contar con más apoyo, recursos y acompañamiento para progresivamente desarrollar las capacidades que les permitan ejercer una mayor autonomía de manera responsable.»
Y de ahí pa’l real, diría mi abuelita; el resto del documento no pasa de ser un listado de buenas intenciones en donde en parte alguna se encuentra algún esbozo preciso de, por ejemplo, objetivos y metas del modelo, etcétera. Vaya ni siquiera se acerca a alguna conceptualización elemental de lo que debía ser el modelo, como apunta la concisa definición de Wikipedia. Lo que si se deja ver entre líneas -ya que la escuela es el centro del modelo, se contará con la participación de autoridades, maestros y padres de familia y será necesario destinar mayores recursos- es que los padres de familia tendrán que aportar o gestionar parte de estos recursos que no provengan de fondos públicos. ¿Y la educación pública gratuita apá?
En resumidas cuentas el mentado modelo es como la quimera descrita por Revueltas, o un ajolote Frankenstein y, por tanto, sirve para dos cosas que les permito adivinar.
Tal vez, como en el cuento de Julio Cortázar, ya nos transformamos en ajolotes y desde el estanque nos contemplamos a nosotros mismos, con forma humana, cuando acudimos al estanque a admirar al legendario ser.
Por lo pronto los bueyes ni siquiera van tras la carreta, ya tiraron pa’l monte y la carreta va rodando cuesta abajo sin control alguno, directo a la barranca.