La Ciencia desde el Macultépetl: Cinco por uno


Manuel Martínez Morales

 

No tengo amor.
Vivo este lunes frío para nadie.
En mi corazón hubo fortalezas y banderas;
hoy, que se le busque un brote,
una siquiera banderita verde.
Que alguien se la busque.

Alejandro Aura

 

  1. Debo confesar que el remedio se lo debo al genial Carlos Bouza quien, habituado a vivir en la opción cero en algún suburbio de La Habana, siempre tiene a la mano la mejor solución: «Mira chico -me dijo con un aire de autoritaria seriedad- lo que pasa e’ que tú te tas tomando la vida muy en serio; lo mejor pa’ tu dolor de muela’ e’ que te vayas pa’ la casa, té tome’ un ron y te olvide’ de esa seriedad’ que no tiene».

 

  1. Sobre la mesa café …, una taza vacía de café, una calculadora inservible, una libreta con hojas a raya, montones de mosquitos aterrizando sobre la pista rayada para morir en cuestión de segundos; aterrizan también en mi cabeza y mis brazos perturbando esto que pretende ser escritura. A un lado las dos docenas de naturalezas muertas de Alejandro Aura (Sobre la mesa café/ un río de alcohol/ simulado con popotes). Sobre la mesa café la libreta a rayas haciendo señas a las palabras para que toquen la blanca superficie; mas la neblina es densa, el piloto sigue volando en círculos sobre la mesa café…

 

  1. Lo que Borges consigna en Pierre Menard, Autor de El Quijote es cierto y se repite eternamente: Yo soy en 2015 el autor de Cinco Veces la Flor, colección de poemas que Alejandro Aura se atribuyó en 1967. Soy un autor-lector distinto ahora del lector de 1970; mi obra no es la misma que la de Aura aún cuando letra a letra, coma a coma, sean idénticas. La igualdad puramente formal no implica necesariamente la identidad semántica. Aquel lector que en, 1970 vagaba en las madrugadas por las calles de San Luis Potosí, repitiendo cinco veces cinco por uno, alegrándose de que el amanecer estuviese próximo, no es el mismo que ahora, en una noche lluviosa de Xalapa busca consuelo en las letras que calca del libro firmado por Aura (Nosotros los de entonces, ya no somos los mismos).

 

  1. Dicen que el país está a punto de derrumbarse. No es cierto, a saber qué pasa aquí, aunque hoy otra vez, como el acucioso Menard, reedito en la bioquímica de mis circuitos neuronales las crudas palabras de las que Alejandro Aura se apropió hace más de cuatro décadas: En el hollín del aire/ se han quedado libres/ los olores de los muertos/. Un millón de muertos/ para que se llenen los libros de lecciones./ Un millón de muertos/ y nadie supo nada./ Abran el cajón de la esperanza nos ahogamos, / nos van a encontrar ya congelados de horror cuando amanezca/ abran la puerta, / abran todo lo que se pueda abrir en este siglo.

 

  1. No puedo ahora quejarme de que Aura me haya plagiado hace cincuenta años. En realidad no importa tanto. Lo que interesa es que otros también reclamen lo suyo, sus derechos de autor. Alguien se levantó con hambre a media noche, siempre,/ y no encontró qué comer ni qué ponerse,/ y en este globo que digo/ van metidos los años y los años,/ alguien también se levantó con hambre a media noche/ y se encontró a los prójimos dormidos.

No puede ser que un individuo llamado Alejandro Aura, que tal vez ni siquiera existió, pudiera escribir hace un cuarto de siglo lo que solamente yo podría escribir hoy aquí en México, en el año de la plaga…

Porque aquí nada sucede/ el tiempo es oficial./ Una bandada de mariposas/ hace funcionar los engranajes… Nada sucede aquí, más que manzanas.

Dada la creciente confusión, es necesario consultar de nuevo al infalible Bouza…

(Por el plagio: Alejandro Aura, «Dos Docenas de Naturalezas Muertas«, “Nada Sucede Aquí«; en CINCO VECES. SEP, Colección El Nigromante, 1989)

Reflexionar para comprender lo que se ve y lo que no se ve.

 

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