Aunque pudiera parecerlo, la situación de la ciencia en los países de América Latina, no es igual. Se enfrentan problemas similares, pero todo ocurre bajo condiciones, actividades, personajes, datos y cifras muy diferentes, según se expuso en el panel ¿Qué hacemos con la ciencia en América Latina?, el cual abrió las actividades del Quinto Coloquio Internacional de Cultura Científica, en el marco de la XVI Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2012.
 
Tres realidades sobre el estado de la ciencia, la tecnología y la innovación, además de la divulgación de la ciencia en Brasil, Chile y México, se abordaron en la conversación con la participación de José Franco, presidente de la Academia Mexicana de Ciencias; Álvaro Fischer, ingeniero matemático de la Universidad de Chile, y Marcelo Knobel, profesor titular de la Universidad Estadual de Campinas, en Brasil.
 
José Franco inició su intervención con una definición que consideró pertinente antes de ofrecer un panorama de lo que es el actual estado de la ciencia en México: “La ciencia es la generación de conocimiento. Es un error hablar de ciencia básica y ciencia aplicada. A la aplicación la llamamos tecnología e ingeniería, y el tercer elemento es cómo se utiliza el conocimiento para mejorar los procesos de administración o de producción y crear productos novedosos, lo que  denominamos innovación”.
 
Añadió que el papel del Estado es aportar los medios adecuados para que esta cadena pueda funcionar. “Es un proceso de retroalimentación de todas y cada una de las partes del sistema. Depende de la calidad de las personas y la inversión que se haga, pública y privada, para que se obtengan los resultados que se esperan. La apreciación de la sociedad es un tema relevante y el papel de la divulgación es importante, construye los puentes entre los generadores del conocimiento y la ciudadanía. La difusión es tan importante que no se pude dejar solo en los divulgadores”.
 
Por su parte, Marcelo Knobel apuntó que generalmente los países desarrollados invierten un mayor porcentaje de su Producto Interno Bruto en ciencia y tecnología, mientras que en México se invierte menos del 1% y en Brasil apenas un poco más de esa cifra.
 
Las realidades son diferentes. El Brasil de hoy –dijo-  forma más de doce mil doctores por año, México, dos mil. Sin embargo, el 90% de los estudiantes brasileños están en las universidades privadas, las únicas que hacen investigación.
 
“Desde hace 60 años hay una política pública muy clara de recursos humanos e inversión en ciencia y tecnología en Brasil, lo que genera más conocimiento, más gente trabajando en el sistema y más publicaciones por arriba de la media mundial.”
 
 Álvaro Fischer, quien también es presidente de la Fundación Chile, recomendó que la actitud para enfrentar las problemáticas de la ciencia en nuestros países es legitimarla dando a conocer las actividades humanas en la que está como soporte y que son fundamentales para vivir.
 
Aconsejó que no solo los científicos, sino que muchas más personas, «legitimen, validen, seduzcan y entusiasmen a la sociedad, y a aquellos que toman decisiones para ganarse el espacio que requiere la actividad científica».
 
Consideró que para que la ciencia sea vista como un factor importante del progreso de la humanidad en el futuro, requiere de dos ingredientes adicionales: la innovación y el emprendimiento, que serán pilar para mejorar la calidad de vida de los 7 mil millones de habitantes de este planeta.
 
Los tres panelistas reconocieron la importancia que tiene la innovación y el papel que juega en ello la iniciativa privada para impulsar a la ciencia y otras actividades del conocimiento científico en los países de América Latina. Se deben establecer relaciones entre los científicos y los empresarios para poder disfrutar de los productos y servicios basados en el conocimiento científico y tecnológico.
 
Destacaron la necesidad de atender a la educación básica y media superior para garantizar un buen desarrollo para la ciencia y la tecnología en el futuro, y un camino para ello es la divulgación de la ciencia. “Para la ciencia es necesario que haya ese movimiento de comunicación, pero hace falta que las políticas públicas la favorezcan”, precisó Marcelo Knobel.
 
Sobre este punto, José Franco expresó que hay mucho trabajo por hacer en la parte formal y no formal de la educación. “Hay varios factores que inciden en esta situación. La educación media de los mexicanos está en un promedio de primero de secundaria, esto quiere decir que no tienen las herramientas para contender con los problemas actuales y los del futuro”.
 
Previo al panel, se llevó a cabo la inauguración del Quinto Coloquio Internacional de Cultura Científica, con un presidium conformado por José Franco; Raúl Solís, coordinador académico de la Universidad de Guadalajara; Francisco Medina Gómez, director del Consejo Estatal de Ciencia y Tecnología de Jalisco; Ignacio Avelino, titular de Vinculación y Difusión de la Universidad de Guadalajara y Lorena González, de la Universidad del Valle de Atemajac.
 
Raúl Solís indicó que la ciencia por sí misma no tiene garantizado el éxito, por lo que  es necesario el trabajo de los divulgadores. “Si no tenemos divulgación no tenemos apreciación colectiva del significado de la ciencia como una forma de entender la realidad y comprendernos”.
 
En tanto, Avelino Rubio sostuvo que el objetivo de este encuentro es poder cumplir con una de las obligaciones más urgentes de las instituciones de educación superior y de los órganos de gobierno, que es hacer que el conocimiento científico llegue a la sociedad, un bien que al difundirse no se devalúa, sino crece.

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