Los medios de comunicación en México constituidos en un complejo poder fáctico han establecido una guerra mediática prolongada creando, entre otras cosas, estrategias emocráticas, es decir la gestión, movilización y administración de las emociones por parte del gobierno en momentos de gran conflictividad política.
Así sucede ahora con el conflicto de los maestros de la CNTE, quienes además de sufrir la presión gubernamental padecen el linchamiento mediático y de una sociedad acrítica, individualista y sometida a los mensajes mediáticos, señaló el doctor Pablo Gaytán Santiago, profesor-investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Al comentar su libro Guerra mediática prolongada. Emocracia, violencia de estado y contrainformación, el también profesor-investigador del Departamento de Relaciones Sociales de la Unidad Xochimilco indicó que en el texto se hace un análisis sobre los medios en el país constituidos como poder fáctico que, a manera de espectáculo político integral, conforman una compleja red de intereses empresariales y relacionados con el poder político.
Otra dimensión es el trabajo que realizan en momentos de alta conflictividad política: elecciones o movimientos sociales, donde el complejo produce una serie de mensajes y discursos que se enmarca en una guerra mediática prolongada que inició en los años 90 del siglo pasado, con el asesinato de Colosio y el movimiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).
Esto ha permitido, dijo el especialista en educación, cultura y procesos urbanos, que “presenciemos la historicidad en tiempo real, es decir, la vivimos, la reflexionamos en los medios de comunicación abiertos: uno a uno; uno a muchos o en interacción mediante las redes sociales muchos a muchos.
En el libro se analiza la subjetividad ciudadana reticular consumista, conformada por integrantes individualizados y consumistas que al estar sobreexpuestos a las miserias de la clase política –mostrada por los medios de comunicación mediante sus estrategias de desencanto político– optan por desertar de la política y hasta del espacio público. Se lleva a cabo un linchamiento mediático y una interacción simbólica mediada, apuntó.
Ante ello se está conformando un nuevo activismo comunicacional integrado por minorías que tratan de crear formas alternativas de información y contrainformación a partir de grupos de cine, colectivos que crean páginas para la red o revistas que ponen su saber al servicio de demandas justas, entre otras acciones.