La producción de gas natural en México alcanzó su pico en 2009, por lo que ahora se busca recurrir al gas shale; sin embargo, la inversión para extraerlo es altamente costosa y sus beneficios son a corto plazo, afirmó el doctor Luca Ferrari, investigador del Centro de Geociencias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Durante el pasado Congreso Mexicano del Petróleo 2017, el Secretario de Energía, Joaquín Codwell anunció que en julio se abriría la licitación para el desarrollo de campos petroleros que contienen gas y petróleo no convencional (tipo shale).
Sin embargo, la inversión que se necesita realizar para explorar estos recursos en nuestro país, supera con mucho los recursos históricamente destinados a este rubro, además de que el costo ecológico puede ser elevado, enfatizó el investigador de la UNAM, institución que forma parte de la mesa directiva del Foro Consultivo Científico y Tecnológico.
Los bloques para exploración de petróleo y gas no convencional que podrían ser licitados se encuentran en Veracruz, Nuevo León, Tamaulipas y Coahuila. En total, la Comisión Nacional de Hidrocarburos, estima que existen 81 trillones de pies cúbicos de gas, aunque el secretario de Energía consideró recientemente que la cifra asciende a 545 trillones de pies cúbicos, basado en una estimación anterior de la Agencia de Información de Energía de Estados Unidos. Estas diferencias tan grandes demuestran la gran incertidumbre que existe al respecto.
“Para producir 6 mil millones de barriles de petróleo de lutita (shale), equivalentes a 7 años de la producción actual, se necesitarían 6.8 millones de millones de pesos, es decir, 34 veces el presupuesto de PEMEX (Petróleos Mexicanos). El costo es espeluznante y aunque serán las empresas privadas que invierten buena parte de este dinero, estamos atrayendo grandes cantidades de capitales hacia un recurso de corto plazo y que tiene un alto costo ambiental en lugar de dirigirlos hacia las energías renovables.
“En el caso del gas shale, si sacamos 10 por ciento de los recursos prospectivos, equivalentes a tres años de consumo, se invertirían casi 2 millones de millones de pesos, 10 veces el presupuesto de PEMEX”, calculó el especialista en tectónica regional de México y el Caribe.
Durante la charla “Costo económico y ambiental de la explotación de petróleo y gas no convencional”, Ferrari señaló que en 2004 México alcanzó su pico de producción petrolera y a partir de ahí, las reservas del crudo han disminuido considerablemente y lo seguirán haciendo pues se trata de un recurso fósil no renovable.
“Bajó, principalmente, porque el 71 por ciento de la producción era del famoso yacimiento súper gigante de Cantarell, que fue el segundo campo del mundo en producción, es decir, tuvimos un regalo de la naturaleza que nos hizo adictos al petróleo, creó muchos otros problemas y ‘nos lo echamos’ en 30 años. Hoy Cantarell produce 200 mil barriles de petróleo, cuando producía 2 millones hace poco”, dijo, ante estudiantes reunidos en el Auditorio del Jardín Botánico.
Lo mismo, precisó, ha ocurrido con la producción de gas que alcanzó su mayor producción en 2009, pero desafortunadamente PEMEX tiraba a la atmósfera el gas asociado al petróleo debido a que se carecía de la infraestructura para procesarlo en los campos de aguas someras.
El problema es que, desde la década pasada, se construyeron plantas eléctricas que utilizan gas natural, por lo que actualmente México importa el 40 por ciento del gas natural que necesita, señaló el ganador del Premio Universidad Nacional 2015 en ciencias exactas.
Las reservas probadas, hasta enero del 2017, equivalen a 9 mil millones de petróleo crudo equivalente, es decir, que al ritmo de producción actual esta fuente duraría ocho o nueve años, y del gas las reservas podrían alcanzar para unos cinco años, apuntó.
“Si uno suma la producción acumulada en toda la historia de explotación más la reserva probada, hemos gastado el 86 por ciento del petróleo que con certidumbre sabemos que existe en México”, calculó Ferrari.
Ante esta situación, reflexionó, lo que queda es la explotación del gas no convencional o shale, que es una de las grandes apuestas de la reforma energética, pero cuyos beneficios son mucho menores que los obtenidos años atrás con yacimientos como Cantarell.
El gran problema es que nos hemos convertido en importadores netos de energía si restamos la importancia de gasolina, diésel y gas, al petróleo crudo que exportamos, lo que implica que este es un tema de seguridad nacional, y nos encontramos en una situación en la que los riesgos de la extracción de los recursos son demasiado altos para un país como el nuestro, finalizó Ferrari.