Los medicamentos de receta de origen sintético han tenido un papel muy importante en la salud de las poblaciones humanas; sin embargo, existen a la fecha muchos estudios sobre sus efectos adversos, no sólo en los seres humanos sino en el medio ambiente, de ahí la importancia del debate sobre el avance científico técnico de la farmacia social y la ecofarmacovigilancia, sostuvo el doctor  Salvador Vega y León, rector general de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

Durante la inauguración del 2do. Simposium Iberoamericano de Farmacia Social. Ecofarmacovigilancia  el doctor Vega y León dijo que la también llamada “farmacia verde” o “farmacia ambiental” es la disciplina que se ha encargado de estudiar los efectos contraproducentes de los fármacos en la salud.

Señaló que desde 1970 se reportó por primera vez la presencia de medicamentos de receta de origen sintético en el medio ambiente, tanto terrestre como acuático, pero no recibió gran interés por parte de la comunidad científica; a partir de 1990 la presencia de medicamentos en el agua potable ha sido tema de preocupación no sólo de investigadores, sino del público en general, ya que su liberación continua al medio ambiente los convierte en agentes contaminantes.

El doctor Vega y León explicó que residuos de medicamentos llegan al medio ambiente a través de diferentes fuentes y mecanismos como desechos y subproductos industriales, excreciones humanas y animales, así como en la basura doméstica, los cuales logran infiltrarse a los efluentes acuíferos alcanzando las fuentes de agua potable, lo que representa un riesgo para la salud humana y animal.

La doctora Marina Altagracia Martínez, investigadora del Departamento de Sistemas Biológicos de la Unidad Xochimilco y presidenta del comité organizador de este simposio, afirmó que si bien los medicamentos han contribuido a la salud de poblaciones humanas y de los animales, todos “intrínsecamente pueden tener riesgos para la salud”.

Explicó que hasta ahora, los que se distribuyen en el mercado han sido evaluados en fases preclínicas y clínicas. Las primeras implican la valoración de un medicamento nuevo en animales y ahí se detectan sus efectos; si pasan todas estas pruebas, van a una fase clínica para evaluar su actuación en seres humanos; es en esta etapa que se detectan posibles consecuencias adversas que pudieran afectar órgano blanco, como hígado, riñón, piel, entre otros. Al realizarse estas pruebas en grupos restringidos de voluntarios sanos, esa muestra no es representativa de la población potencial mundial que va a usar el medicamento.

En ese sentido, la farmacovigilancia “sigue a las poblaciones humanas en el uso posterior a la autorización de su comercialización”; se trata de un seguimiento permanente porque incluso a la aspirina se le han detectado efectos benéficos como protector cardiovascular, pero también otros efectos nocivos como causante de úlcera gástrica, puntualizó.

La investigadora agregó que aun a los medicamentos muy viejos se les pueden detectar nuevas indicaciones terapéuticas, pero también efectos adversos, porque a medida que aumenta el número de personas que usa un medicamento hay mayor probabilidad de detectar dichos efectos.

Inauguración Farmacia social

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