La inmunoterapia contra el cáncer es una prometedora táctica que consiste en despertar a las defensas dormidas para que ataquen a los tumores. En el último año, esta estrategia ha acaparado la atención de los investigadores oncológicos, después de dar resultados positivos en melanoma y en cánceres de pulmón y riñón. Ahora, un grupo internacional de científicos ha revelado en la revista Nature la validez de dicha terapia en el cáncer de vejiga metastásico.

El estudio multicéntrico, que engloba cinco artículos, presenta los resultados de un ensayo clínico de fase I, que corresponde a la primera administración en humanos. 

Gracias a estos trabajos, con la única representación española de Cristina Cruz, del grupo de Desarrollo Clínico Precoz de Fármacos del Instituto de Oncología Vall d’Hebron (VHIO), y Antoni Ribas, actualmente en la Universidad de California (EE UU), se ha ampliado el número de cánceres que muestran respuestas clínicas prometedoras frente a la inmunoterapia.

Los nuevos estudios prueban la eficacia de un tratamiento de inmunoterapia (basado en bloquear la proteína PD-L1 del cáncer) para disminuir el tamaño de tumores metastásicos de vejiga.

Los cánceres de vejiga son más frecuentes en hombres que en mujeres, con una incidencia de 39 casos por 100.000 habitantes. Llegan a ser el cuarto tumor en cuanto a su incidencia entre los hombres y el quinto en población general.

Es una enfermedad muy relacionada con el consumo de tabaco y suele tener mal pronóstico, con pocas opciones terapéuticas y de baja eficacia, por lo que, según los expertos, cualquier mejora en su tratamiento y en la supervivencia de los pacientes supone un avance.

Un tratamiento de amplio espectro

Estudios previos habían detectado que la proteína PD-L1 se encuentra en una gran variedad de tumores y facilita a las células cancerosas escapar de la vigilancia del sistema inmune.

De ahí surge la idea inicial de este estudio, que propone administrarinmunoterapia dirigida a bloquear la PD-L1 –presente en un 30% de los tumores metastásicos de vejiga–, para compensar este intento de escape a las defensas del organismo.

“Esta proteína bloquea la respuesta inmune del paciente y la inhabilita para luchar contra las células cancerosas”, explica Cristina Cruz. Los resultados de este ensayo clínico con un fármaco anti-PD-L1 confirman que al administrar inmunoterapia se ha restaurado la respuesta inmunológica de los pacientes y disminuido el tamaño del tumor en un 43% en aquellos que presentaban la proteína PD-L1.

Ante estos resultados se decidió ampliar el grupo de estudio y administrar también el fármaco inmunoterapéutico a pacientes con cáncer de vejiga metastásico, independientemente del biomarcador PD-L1.

Los resultados evidenciaron que el fármaco también lograba un 11de respuestas en el grupo de tumor de vejiga sin expresión de la proteína PD-L1. 

Los trabajos, uno a uno

Dos de los artículos, liderados respectivamente por Thomas Powles, de la Universidad Queen Mary de Londres (Reino Unido) y Roy Herbst, de la Facultad de Medicina de Yale (EE UU), describen los datos de la primera fase de ensayos clínicos con un anticuerpo que bloquea el ligando PD-L1.

El grupo de Powles –en el que participa la española Cruz– muestra que este tratamiento es eficaz en pacientes con cáncer urotelial de vejiga metastásico, para los que no se han producido grandes avances en el tratamiento en los últimos 30 años.

Por su parte, el equipo de Herbst demuestra que el bloqueo de control produce respuestas duraderas en pacientes con cáncer de pulmón, piel y riñón, entre otros tipos de tumores, e identifica biomarcadores vinculados a las respuestas frente al tratamiento.

Un tercer estudio, liderado por el catalán Antoni Ribas, también identifica biomarcadores para predecir la respuesta al tratamiento mediante el análisis de muestras de tejido tumoral tomadas durante la terapia con un anticuerpo bloqueante del receptor PD-1. Su trabajo resalta que los tumores que expresan PD-L1 tienen una mayor sensibilidad en el bloqueo con estos anticuerpos.

Los dos últimos trabajos, dirigidos por Lélia Delamarre, de la compañía estadounidense Genentech, y Robert Schreiber, de la Facultad de Medicina de Washington (EE UU), muestran que, en modelos de ratón, las células T infiltradas que responden al cáncer a menudo reconocen las proteínas en el tumor que han sido alteradas por mutaciones.

Ambos estudios idean estrategias mediante las cuales estas mutaciones son identificadas por el sistema inmune, lo que ayudaría a identificar a los sujetos con más probabilidades de beneficiarse de las terapias de bloqueo. Además, los autores sostienen que estos péptidos mutantes pueden ser usados también para generar vacunas personalizadas contra el cáncer.

Una terapia inesperada

La  inmunoterapia se basa en utilizar el propio sistema inmune del paciente con cáncer para luchar contra las células cancerosas. En los últimos años, la inmunoterapia había mostrado su eficacia en el melanoma metastásico.

Después se halló, de forma menos esperada, eficacia en algunos tumores de pulmón y riñón, lo que animó a la comunidad científica a seguir buscando respuestas en otros tumores. Ahora, esta investigación ha demostrado su utilidad también en el cáncer de vejiga metastásico y abre así la puerta a un aumento de opciones y estrategias terapéuticas.

Tras estos resultados se ha diseñado un ensayo en Fase III que se iniciará próximamente en varios hospitales españoles. 

Referencias bibliográficas:

The Angeles Clinic and Research Institute; Pinnacle Oncology/Hematology; Carolina BioOncology Institute; Vanderbilt-Ingram Cancer Center; Institut Gustave Roussy; Comprehensive Cancer Centers of Nevada; Sarah Cannon Research Institute; Virginia Oncology Associates; New York Oncology Hematology, P.C.; Dana-Farber/Brigham and Women’s Cancer Center, Harvard Medical School; Beth Israel Deaconess Medical Center; Massachusetts General Hospital; Institut Claudius Regaud; Yale Cancer Center; St. Barts Hospital and The London NHS Trust; Vall d’Hebron Institute of Oncology; Centre Léon- Bérard, Lyon; Moffitt Cancer Center; Stanford University Cancer Institute; Johns Hopkins University School of Medicine. Nature, 27 de noviembre de 2014.

http://dx.doi.org/10.1038/nature13904

http://dx.doi.org/10.1038/nature14011

http://dx.doi.org/10.1038/nature13954

http://dx.doi.org/10.1038/nature14001

http://dx.doi.org/10.1038/nature13988

 

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