El 17% de la población infantil de México, tiene problemas de obesidad o de sobrepeso y esto “no parece que represente ningún problema. Las mamás y los papás están encantados de los hijos gorditos; no manifiestan un problema de salud, porque el problema de salud está en el futuro. En medicina se define como riesgo de enfermedad, para cuando sean adultos», advirtió el connotado investigador mexicano doctor Ruy Pérez Tamayo.
Durante conferencia “Obesidad y síndrome metabólico en niños: mitos y realidades”, ofrecida en la Feria Universitaria del Libro de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, advirtió que esos infantes todavía no tienen enfermedades, «pero guardan un riesgo mayor de sufrirlas cuando sean grandes. ¿Cómo les decimos a estas personas en medicina?: ‘es un sujeto enfermo’; ¿cómo le decimos que está sano ahorita, pero que tiene una mayor probabilidad de estarlo cuando sea adulto?”, señaló el profesor emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México y miembro de excelencia del Sistema Nacional de Investigadores.
Con soporte en la información contenida en el libro «¿Gorditos o enfermos? La obesidad en niños y adolescentes», del cual Pérez Tamayo es coautor junto con Beatriz Y. Salazar Vázquez y Miguel A. Salazar Vázquez, le dijo a su publico:
“Párense en la esquina y cuenten las diez personas enfrente de ustedes, sin seleccionarlas: siete van a tener sobrepeso u obesidad; no se trata de que sea porque son unos comelones tremendos, o muy ricos; sino de un nivel económico promedio, y nos daremos cuenta que son los miembros de la mayor parte de la población.
“¿A qué se debe hayamos aumentado progresivamente de peso? Eso está en el libro y ha sido estudiado de manera específica con metodología de nivel internacional, porque México ocupa el primer lugar con obesidad infantil en el mundo, es decir, hay más niños con obesidad en México, que en Alemania o Estados Unidos”, dijo el científico.
El inmunólogo e infectólogo, divulgador de la ciencia y miembro emérito del Sistema Nacional de Investigadores y del Colegio Nacional, Ruy Pérez Tamayo, de 92 años, agregó: “Entonces se habla de los factores de riesgo. Un niño de 10 años de edad que sea obeso tiene un 20% de probabilidades (1 de cada 5) de tener diabetes mellitus tipo II cuando sea adulto., si sus papás son obesos su riesgo sube al 50%. ¿Qué pasa si sus abuelos también son obesos: 75% de probabilidades?, ¿y si sus papás también padecen diabetes?, entonces el niño tiene un 100% de probabilidad de tener diabetes cuando sea adulto”.
Y remató: “Esto está muy bien documentado: si tiene diabetes mellitus se va a sumar a la causa de la enfermedad que produce mayor gasto económico que cualquiera otra de las enfermedades que padecemos como país”.
Para mitigar y neutralizar la tendencia a seguir produciendo futuros diabéticos, el médico embriólogo, dio respuestas: “¿Qué podemos hacer al respecto?, nuestra orientación en esta campaña que estamos realizando, es enfrentarnos al problema en donde se origina: en la medicina, porque en los hechos se ha caracterizado de tratar a las enfermedades cuando aparecen, es una medicina terapéutica, ese es el esquema imperante de la medicina; nosotros queremos cambiar un poco este aspecto y decidir por aplicar la medicina preventiva, la que pretende evitar que la enfermedad se presente”, dijo.
“¿Para qué sirve la medicina? En su definición más clásica, se dice que sirve para conservar la salud; sirve para curar o aliviar y, de todas maneras acompañar o consolar al enfermo y a sus familiares; y sirve para evitar las muertes prematuras e innecesarias. Pero, ¿saben que lo último que se incorporó y aplicó fue lo primero que se mencionó?, la intención es que primero se conserve la salud para evitar se enferme la población; es una evolución de la concepción de la medicina relativamente reciente”.
Precisó que la sociedad se enfoca en las costumbres que van a ser permanentes; durante toda la vida se va a poder prevenir estas complicaciones producto de la obesidad.
El doctor Pérez Tamayo dijo que él y los coautores de “Gorditos o enfermos” forman parte de un equipo que trabaja en ese asunto desde hace tres años: “Se ha seleccionado y se ha tratado de educar a los niños de primaria en `Buenas Costumbres para un futuro saludable’, que son cinco y son muy sencillas: comer despacio, a sus horas, sólo en la mesa, no comer comida chatarra, tomar agua. Ya con eso se observa la conservación de la curva de crecimiento normal en los niños del grupo piloto. Funciona, ya lo demostramos en dos escuelas de tiempo completo, en Michoacán con 600 niños en primaria, que les dan de comer y desayunar y en Durango”.
“Tenemos dos oportunidades para educar a los niños, ya hemos demostrado que sí funciona. Esta campaña puede tener impacto real de un problema que es emergente en nuestro país”, añadió el doctor Pérez Tamayo.
Otro de los investigadores, el doctor Rubén Salazar, expresó que en las escuelas de tiempo completo en Durango el programa se está ampliando a 1,200 niños “y nuestra misión es que sea un programa educativo a nivel nacional; así como se intensificó la generación de entre 30 y cuarenta años, con la campaña del suero oral que erradicó las muertes por deshidratación a causa de enfermedades gastrointestinales”.
También hizo hincapié en atender los problemas médicos durante la edad pediátrica, “porque la obesidad es un factor de riesgo y ese factor lo medimos, que le demos la relevancia del problema no es nada más medirlos; nada de que el niño está gordito, pero ahora que dé el estirón va a adelgazar; este problema al ser tan grande, tan riesgoso y tan costoso puede evitarse”.
También añadió que en el libro hay consejos generales para padres y maestros que van a servir de guía para educar el futuro de la salud de los niños de nuestro país.
En la sesión de preguntas y respuestas con el público asistente, el doctor Pérez Tamayo indicó que éste y otros problemas se solucionarían si la sociedad opta por “pasar de la sociedad del consumo a la sociedad del conocimiento, con un programa nacional de desarrollo de la ciencia que es la que genera el conocimiento y este es la mejor arma contra el subdesarrollo. Es por la falta de conocimiento que tenemos subdesarrollo, no al revés, no es el subdesarrollo lo que provoca la falta de investigación en la ciencia”, culminó su presentación el investigador del Colegio Nacional.