a Universidad Veracruzana (UV) entregó su Medalla al Mérito a dos de los mejores exponentes del cine mexicano de la última mitad del siglo XX y de principios del XXI, Arturo Ripstein y Paz Alicia Garciadiego, la tarde del viernes 3 de mayo en el Foro al aire libre de la Casa del Lago.
Con esta ceremonia concluyó el Foro Académico “UV: orgullo que une”, que se desarrolló desde el 29 de abril, en el marco de la Feria Internacional del Libro Universitario (FILU) 2013.
La ceremonia fue presidida por el rector de la UV, Raúl Arias Lovillo, acompañado por Víctor Aguilar Pizarro, Leticia Rodríguez Audirac y Porfirio Carrillo Castilla, secretarios de Administración y Finanzas, de la Rectoría, y Académico, respectivamente, así como por el director de la Editorial UV, Agustín del Moral.
Para Ripstein, la UV “nos nutrió a todos”. Recordó que muy joven leyó Los funerales de mamá grande, “que era prácticamente lo único que tenía publicado Gabriel García Márquez, y fue publicado en esta casa”.
Agregó que a partir de la lectura de ese libro se acercó al escritor colombiano, con quien trabajó su primer filme “muy contra viento y marea”.
El cineasta enfatizó que recibir la Medalla al Mérito de la UV “es un gran honor y doble júbilo”, por ser en el marco de la FILU y por compartir la presea con personalidades como Paz Alicia Garciadiego y Carlos Prieto.
En su intervención Garciadiego enlistó las tres razones por las que le enorgullece haber recibido la Medalla al Mérito de la UV, y la primera es por que esta casa de estudios es su editora.
Al respecto comentó que normalmente los guiones son entes inexistentes que desaparecen cuando se filman y muy raramente alguien los publica. “Que la UV me haya permitido publicar estos dos guiones –El evangelio de las maravillas y El coronel no tiene quien le escriba- ha sido un enorme gusto”.
En segundo lugar, mencionó que es muy extraño y fortuito que se rinda homenaje a los guionistas y por ello expresó un agradecimiento a nombre del gremio.
La última razón es porque su abuelo dio clases en la UV, porque su madre y su abuela son xalapeñas “y porque uno es el idioma de su infancia…ay Dios, qué cursi”. La emoción y el llanto no permitieron a la guionista concluir su mensaje.
El Secretario Académico fue el encargado de leer las biografías de los galardonados. Citó que Ripstein fue discípulo de Luis Buñuel, hasta la muerte de éste, en 1983. Relató que la cinta con la que en 1965 inauguró su carrera fue Tiempo de morir, para la cual contó con la colaboración, en el guión, de los novelistas Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez; en la fotografía, de Alex Phillips, y en la edición, de Carlos Savage.
“Lo que Arturo hace, como dicen los especialistas, es un cine de autor en el que el director toma en sus manos todos los hilos de la historia: planea, organiza la producción y edita la película”, dijo Carrillo Castilla.
Aclaró que su obra no ha sido fruto de la moda o de las coyunturas en cuestión. “Ripstein ha sobrevivido con garbo a los vaivenes de las políticas culturales de este país tan poco dado a apoyar al séptimo arte”.
Frente a la exploración y el derroche de la época de Luis Echeverría, frente a una etapa oscura con José López Portillo, y frente al “nuevo cine mexicano” en el periodo de Carlos Salinas de Gortari, Ripstein supo conservar su distancia.
“Acaso por ello su obra siempre mantuvo la coherencia estética y temática que lo ha hecho merecedor de premios tanto a nivel nacional —el Ariel, que suma ya once estatuillas, o el Nacional de Ciencias y Artes en la categoría de Bellas Artes—, como a nivel internacional –como los obtenidos en España y Francia-“, insinuó.
En la década de los años setenta, Ripstein filmó tres cintas que lo ubicaron como un cineasta de culto en el extranjero: El castillo de la pureza, El lugar sin límites y Cadena perpetua.
“No exageramos al afirmar que esta triada de filmes constituyen ya un clásico del cine mexicano. Lo mismo podemos decir de La viuda negra o de La tía Alejandra, películas que examinan la condición humana con el agudo punto de vista de Ripstein”, aseveró.
De acuerdo con lo dicho por el Secretario Académico, después de este brillante periodo, Ripstein entró en un momento de aridez, del cual vino a rescatarlo, precisamente, Paz Alicia Garciadiego.
“A partir de la mitad de la década de los años ochenta, Paz Alicia se convirtió en pieza fundamental para el afianzamiento del discurso de Ripstein”.
Para definir a Paz Alicia, Carrillo Castilla retomó palabras que alguna vez citó el crítico literario Jorge Ruffinelli: “Llegó un día proveniente de Filosofía y Letras y de Estudios Latinoamericanos. Había nacido en la ciudad de México y estudiado en la UNAM y la Universidad Iberoamericana. Había escrito para la radio, y coordinado libros de historietas (cómics). Había hecho documentales para la televisión universitaria. Había adaptado cuentos de horror y leyendas mexicanas; había escrito sobre los exiliados españoles y los problemas económicos del Valle de México… Sin embargo, un momento decisivo de su vida fue su encuentro con Arturo Ripstein, en 1984”.
Entre los múltiples reconocimientos que su trabajo ha recibido cabe decir que su guión para Profundo carmesí ganó la Osella de Oro en el Festival de Venecia en 1996, y su guión para La perdición de los hombres, la Concha de Plata en el Festival de San Sebastián del año 2000.
Los asistentes al foro al aire libre, entre los que se encontraban funcionarios académicos, estudiantes, familiares de los galardonados y público en general, ovacionó a Ripstein y Garciadiego, quienes permanecieron en el recinto para escuchar el concierto que la Orquesta Sinfónica de Xalapa ofreció con el violonchelista Carlos Prieto como solista.