Las abejas traen de cabeza a científicos y ecologistas por el alto declive de su población en todo el planeta. Una investigación, publicada hoy en la revista Nature, ha descubierto que el abejorro común (Bombus terrestris) y la abeja europea (Apis mellifera) no son capaces de detectar la presencia de los tres pesticidas neonicotinoides más comunes –que actúan en el sistema nervioso central de los insectos– para poder evitarlos.
De hecho, lo más sorprendente de este estudio es que las abejas mostraron una preferencia por los alimentos que contenían dichos pesticidas. Cuando se les dio a elegir entre una solución de azúcar, y otra con azúcar y neonicotinoides, eligieron la segunda opción.
Geraldine Wright, coautora del trabajo en el Instituto de Neurociencias de la Universidad de Newcastle (Reino Unido) explica: «Las abejas no pueden distinguir los neonicotinoides en su comida y, por lo tanto, tampoco evitarlos. Esto las pone en riesgo de intoxicación cuando comen néctar contaminado. Y lo que es peor, ahora tenemos evidencias de que prefieren consumir comida con pesticidas”.
El trabajo, basado en una investigación en el laboratorio, también demostró que los abejorros consumieron más alimentos con pesticidas que las abejas, por lo que se expusieron a dosis más altas de toxinas.
Las abejas y otros insectos polinizadores son importantes para aumentar el rendimiento de los cultivos. Su valor económico se ha estimado en, al menos, 153 mil millones de dólares –115 mil millones de euros– al año a escala mundial.
Varios estudios han demostrado que los pesticidas neonicotinoides tienen efectos negativos en la búsqueda de alimento de las abejas y en la salud de sus colonias. Como consecuencia, la preocupación pública sobre el impacto de estos pesticidas en los polinizadores ha crecido.
En abril de 2013, la UE introdujo una prohibición temporal sobre la utilización de los plaguicidas neonicotinoides en los cultivos en flor, mientras se recaba más información científica y técnica.
La ‘droga’ de las abejas
Los neonicotinoides actúan sobre los mismos mecanismos del cerebro en las abejas, que los que se ven afectados por la nicotina en el cerebro humano. El hecho de que además los prefieran preocupa a los científicos, ya que sugiere que, al igual que la nicotina, los neonicotinoides pueden actuar como una droga para que los alimentos que contienen estas sustancias les sean más gratificantes.
«Esto podría tener una reacción en cadena de impacto negativo en colonias enteras y en las poblaciones de abejas», asegura Wright.
Jane Stout, profesora de botánica y coautora también del estudio en la Facultad de Ciencias Naturales en el Trinity College de Dublín subraya: «Nuestros resultados implican que, incluso si se proporcionan fuentes alternativas de alimento para las abejas en paisajes agrícolas donde se utilizan pesticidas neonicotinoides, las abejas pueden preferir alimentarse de los cultivos contaminados. Además, los neonicotinoides llegan a las plantas silvestres que crecen junto a los cultivos, por lo que podría ser mucho más frecuente en las dietas de las abejas de lo que se pensaba».
Referencia bibliográfica:
Geraldine A. Wright, «Bees prefer foods containing neonicotinoid pesticides«, Nature DOI 10.1038/nature14414
(SINC)