Una especia invasora, la hormiga loca Rasberry (Nylanderia fulva) está desplazando a otros insectos en el sureste de EE UU. Investigadores de la Universidad de Austin en Texas han comprobado que esta hormiga segrega un ácido que le permite dexintoxicarse de los ataques químicos efectuados por el veneno de otras especies como las hormigas rojas o de fuego.
El estudio, publicado esta semana en la revista Science, constata por primera vez la capacidad de un insecto para neutralizar las toxinas de otra especie y alerta sobre las dramáticas consecuencias que pueden provocar las especies de hormigas invasoras en los ecosistemas del sur de EE UU.
«A medida que la hormiga loca se desarrolla, y a menos que suceda algo nuevo, esta nueva especie va a desplazar a las hormigas de fuego de gran parte del sudeste de EE UU y dominará la región», destaca Ed Lebrun, investigador del departamento de ciencias naturales de la Universidad de Texas en Austin.
Hasta ahora, las hormigas rojas o de fuego Solenopsis invicta, conocidas por su gran tamaño y potente y dolorosa picadura, incluso en humanos, se mantenían como especie dominante gracias al veneno con el infectaban a otros insectos. Un compuesto químico tópico que podía ser mortal para otras especies de artrópodos y más tóxico que insecticidas artificiales como el DDT.
Sin embargo, cuando una hormiga loca recibe ese veneno comienza un proceso de desintoxicación en el que segrega un ácido en la glándula de su abdomen que unta por todo su cuerpo para evitar los efectos del tóxico.
Un escudo invencible
Según los expertos, este escudo químico permite a las hormigas locas ser prácticamente invencibles en los enfrentamientos con las hormigas de fuego por los recursos alimenticios y las zonas de anidación.
El investigador Ed Lebrun ya había observado como las hormigas de fuego dominaban el territorio por el miedo que causaban sus ataques químicos mortales en sus semejantes. Pero la nueva especie invasora se enfrentaba a ellas y tras sufrir los efectos del veneno se enroscaba hacia su abdomen.
«Cuando las hormigas locas recibían el veneno de las hormigas de fuego, se acurrucaban en su abdomen y se tocaban la boca», recuerda Lebrun. Este extraño comportamiento evitaba la muerte de las hormigas locas gracias un ácido fórmico (compuesto orgánico) que segregaban y que posteriormente se extendían por el cuerpo.
Para comprobar la efectividad este compuesto químico, los investigadores sellaron las glándulas de hormigas locas con esmalte de uñas y las enfrentaron a las hormigas de fuego. Al inhibir esta capacidad perecieron en la batalla más de la mitad de las hormigas locas. Sin embargo, en el grupo de control con la segregación del ácido intacta, el 98% de los insectos sobrevivieron al veneno.
Los investigadores sugieren que este desarrollo de limpieza y desintoxicación es fruto de la evolución ya que ambas especies han coexistido en el continente suramericano.
Las Nylanderia fulva se propagan lentamente, a unos 600 metros por año, pero que si son transportadas por error en macetas o vehículos pueden viajar miles de kilómetros.
“Además de la intervención humana, lo único que impide la marcha implacable de las hormigas locas son los factores naturales. Al igual que las hormigas de fuego antes que ellas, su presencia estará determinada por la geología y el clima”, subraya Lebrun.
Referencia bibliográfica
Edward G. LeBrun, Nathan T. Jones, Lawrence E. Gilbert «Chemical Warfare Among Invaders: A Detoxification Interaction Facilitates an Ant Invasion». Science. 13 de Febrero de 2014