Las mandíbulas de los cocodrilos tienen mayor sensibilidad que las yemas de los dedos de los humanos, según una investigación dada a conocer hoy por la prestigiosa revista científica The Journal of Experimental Biology de EE.UU.
De acuerdo con el estudio, estas mandíbulas «ultrasensibles» son las que permitirían a los grandes reptiles transportar a sus crías de un sitio a otro resguardadas en la boca con una dulzura extrema y sin causarles ningún daño.
Además, esto también explicaría la sorprendente velocidad con la que los cocodrilos y caimanes pueden abrir su gigante boca para morder a las presas, de alrededor de medio segundo, puesto que los nervios «ultrasensibles» transmiten inmediatamente al cerebro la información sobre la proximidad de una presa.
«Tan pronto como notan que algo les toca, lo muerden», explicó el investigador de la Universidad de Vanderbilt y autor del estudio, Ken Catania.
La parte de la mandíbula donde estos animales tienen los nervios «ultrasensibles» a las vibraciones y a la presión son los característicos pequeños «bultos» que cocodrilos y caimanes presentan alrededor de toda su zona bucal.
Estos nervios presentes en la mandíbula están directamente conectados con el cerebro de los animales, con lo que la comunicación es inmediata y permite una repuesta instantánea por parte del cocodrilo.
Los investigadores rozaron algunos de estos «bultos» ultra-sensibles con un finísimo pelo diseñado específicamente para calcular la sensibilidad en el tacto de la yema de los dedos de las manos humanas y comprobaron que los cocodrilos tienen mayor sensibilidad en la mandíbula que los humanos en los dedos.
«Los cocodrilos no son un ancestro directo de los humanos, pero sí son una vía importante para encajar piezas del rompecabezas evolutivo sobre cómo se han desarrollado los mapas sensoriales», explicó Catania.
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