¿Cómo afecta la posición que ocupamos en la sociedad a la igualdad de oportunidades para conseguir un trabajo, aumentar nuestros beneficios o lograr un mejor acceso a los recursos? Nos gustaría pensar que nuestra sociedad es justa y fomenta la igualdad de oportunidades, pero un estudio desarrollado en el Grupo de Sistemas Complejos de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) pone de manifiesto que nuestra posición en la sociedad en la que vivimos sí nos limita, algo que puede cambiar gracias a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación.
Los investigadores han desarrollado un modelo matemático en el que las personas obtienen ganancias tanto por las ventas de los bienes que producen como por la distribución de los generados por otros. El primer tipo de beneficio se denomina meritocrático: las ganancias que obtiene cada persona son proporcionales a su talento); en el segundo caso, topocrático: los beneficios están definidos por el número de transacciones que consigue realizar la persona como intermediario, de modo que no se derivan del talento o las capacidades de cada cual, sino del lugar que ocupa en la red social.
Mediante este sencillo modelo los investigadores han demostrado la importancia de la conectividad media en la red a la hora de distribuir las ganancias. Así, en las redes densas (como sucedería, por ejemplo, en economías locales dentro de ciudades pequeñas en las que casi toda la población está directamente conectada), los individuos tienen más posibilidades de vender directamente su producto y no necesitan compartir sus ganancias con intermediarios. De esta forma, el éxito dependerá principalmente del talento del agente, encontrándonos en una situación meritocrática.
En cambio, en redes muy poco conectadas (como las de la sociedad actual), la importancia de la intermediación entre vendedor y comprador aumenta, convirtiéndose en la principal fuente de ganancias. En estos casos, la importancia de las conexiones disponibles para cada individuo (la cantidad de contactos o relaciones que tiene dentro de la red) se hace extrema, lo que deriva en un régimen topocrático en que el éxito de los individuos está determinado por la posición que ocupan en la red.
Aplicando la metodología de la teoría de redes, los investigadores han determinado que, cuando las ganancias de una venta se reparten de manera equitativa entre todos los participantes en la transacción, la transición de una red topocrática a otra meritocrática se produce cuando la distancia media entre agentes es igual a dos. Es decir, que la famosa teoría de los seis grado de separación implica una situación altamente topocrática.
“La conocida frase de los seis grados de separación está basada en los famosos experimentos que Stanley Milgram realizó en 1967 en los que se pidió a varios individuos del Estado de Nebraska que reenviaran un documento a través de cadenas de individuos que ellos conocieran hasta hacerlos llegar a un destinatario lejano de Massachusetts. El resultado fue precisamente que los documentos que llegaron a su destino, lo hicieron en promedio en tan solo 6 pasos. Es decir, según esta teoría estamos conectados a cualquier otra persona a través de una cadena de cinco intermediarios”, explica Javier Borondo, miembro del Grupo de Sistemas Complejos de la UPM y coautor de esta investigación.
Las herramientas de comunicación surgidas a través de las redes sociales y las tecnologías de la comunicación permiten a los individuos relacionarse entre ellos de una manera más directa, promoviendo una evolución hacia una sociedad más meritocrática. Así, la teoría de redes predice, por ejemplo, que internet, al permitir a los individuos comerciar entre ellos directamente (o a través de un único intermediario como iTunes, Amazon, o eBay), juega un papel relevante en la promoción de la meritocracia en la sociedad.
El estudio, según los investigadores, “puede ser de utilidad para promover la justa igualdad de oportunidades, al demostrar que las oportunidades disponibles para cada individuo no están limitadas solo por el talento, la educación o las propiedades, sino también por las conexiones disponibles para cada individuo”. En el trabajo, que se ha publicado en Scientific Reports, han participado también investigadores del Massachusetts Institute of Technology (MIT), Media Lab, la Universidad Autónoma de Madrid y la Universidad del Desarrollo.