Las tabletas electrónicas consumen un millón de veces menos energía que la primera computadora de la historia, explicó a Efe Juan José Moreno Navarro, comisario de las celebraciones en España del centenario del nacimiento del padre de la informática, Alan Turing.
Según Juan José Moreno Navarro, de la Universidad Politécnica de Madrid y comisario del Año Turing en España, aquel primer ordenador ideado por el genio británico poco después de la Segunda Guerra Mundial, tenía una potencia de alrededor de 175 kilovatios, sus dimensiones eran en torno a la tercera parte de un campo de fútbol y estaba fabricado con materiales muy costosos.
«Dado que no existían transistores ni memorias como los que se utilizan ahora en los ordenadores, para la memoria de datos se utilizaba un material muy caro, el mercurio», ha explicado el experto.
Ese primer ordenador «consumía tanta energía que era toda una odisea ponerlo en marcha e incluso provocaba cortes de luz cuando se utilizaba», ha añadido.
Aunque anteriormente se habían desarrollado máquinas para cálculos masivos, Turing consiguió por primera vez en la historia diseñar un aparato de propósito general, es decir, con aplicaciones de cómputo a gran escala en diversas disciplinas y no limitadas a un sólo ámbito.
Según Moreno, Turing no sólo fue un «visionario» de lo que sería la computación y la informática años más tarde, sino que además inventó la inteligencia artificial a partir de sus estudios sobre cómo las máquinas emulan el cerebro humano.
Asimismo trabajó con juegos de ajedrez en el ordenador, propuso el modelado de sistemas y planteó la verificación del software, para asegurar que los programas no fallaran. Muchas de estas disciplinas fueron reinventadas mucho después por otros investigadores.
Turing fue asimismo «un espía de laboratorio» que colaboró con el Gobierno británico en el descifrado de códigos nazis en la Segunda Guerra Mundial y creó una máquina con algoritmos para decodificar claves secretas.
Las funcionalidades de dicha máquina ayudaron a acelerar el final del conflicto, probablemente unos dos años, con lo que se habrían evitado cientos de miles de muertes, según los expertos.
Moreno ha añadido que, como otros genios de la historia, Turing terminó de forma trágica sus días al suicidarse con poco más de 40 años, deprimido por una condena por homosexualidad.
Se trataba de un personaje muy «romántico», que disfrutaba con historias mágicas, como la del popular cuento de Blancanieves, que probablemente le habría inspirado para ingerir cianuro en una manzana envenenada y acabar así con su vida.
Este suceso es el que motivaría más tarde al fallecido Steve Jobs para elegir una manzana mordida como logotipo de Apple, tal como él mismo reconoció públicamente en alguna ocasión aunque sea hoy negado oficialmente por Apple.
En España se acaba de inaugurar oficialmente el Año Turing, que asimismo se celebra en numerosas ciudades del mundo, y a lo largo de los próximos meses se celebrarán conferencias, escuelas de verano, actividades para niños, exposiciones en museos y otras muchas actividades para recordar al genio en el centenario de su nacimiento.
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