La oscuridad es benéfica para los recién nacidos, los ayuda a regular sus ritmos circadianos


Los bebés prematuros que no son sometidos a la exposición de luz constante, como sucede en las unidades de cuidados intensivos neonatales (UCIN), muestran mejoría en las condiciones de descanso, estabilidad del ritmo cardiaco, tolerancia de alimento y ganancia de peso, reducción en el tiempo de estancia hospitalaria y disminución de los riesgos de contraer enfermedades nosocomiales, según pruebas realizadas por los doctores Manuel Ángeles Castellanos y Carolina Escobar, investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

1 HEAD oscuridad0707

El doctor Manuel Ángeles Castellanos explicó que los ritmos circadianos son mecanismos adaptativos propios de los seres vivos como plantas, animales y el propio ser humano, lo que les permite estar organizados temporalmente desde el punto de vista biológico, es decir, tener una sincronización.

Recordó que una adaptación muy importante es al ciclo luz-oscuridad, es una señal constante y predecible generada por la rotación de la Tierra. Todos los días amanece y anochece. Tenemos periodos de luz y oscuridad y, en general, los seres vivos se adaptan muy bien a estos ritmos aunque parezca algo muy obvio. Sin embargo, cuando experimentalmente se modifican esas señales temporales, generan alteraciones dentro del organismo.

“La gente que trabaja de noche, por ejemplo, no tiene la misma eficiencia y rendimiento que la persona que trabaja de día. Como humanos tendemos a ser diurnos, es decir, nuestra actividad está asociada al día y el descanso a la noche y cuando alteramos eso por necesidades sociales o laborales, se generan o se predisponen enfermedades”.

El doctor Ángeles Castellanos recordó que un ejemplo de estas alteraciones las sufren, por ejemplo, los pilotos o los sobrecargos. En el caso de las mujeres, hay estudios que demuestran una mayor propensión a enfermedades como el cáncer cervicouterino o cáncer de mama.

“Nosotros en el laboratorio, junto con el grupo de la doctora Carolina Escobar, hemos explorado estas manipulaciones del sueño. Una de ellas fue quitar a las ratas el ciclo de luz-oscuridad y someter a los animales a luz constante. Lo que observamos es que la luz constante genera alteraciones dramáticas, como la pérdida del ritmo circadiano, alteración a nivel conductual, además de que presentan cuadros de depresión”.

Pruebas en neonatos

Tras estas observaciones, los doctores Ángeles Castellanos y Escobar han tratado de extrapolar sus experimentos al área médica y fue así como pensaron en las unidades de cuidados intensivos neonatales, donde los bebés están expuestos a luz constante, que puede ser muy brillante o tenue, pero constante al fin, y no suele haber una alternancia de oscuridad y luz.

1 angeles0707Dr. Ángeles Castellanos.“Nosotros, partiendo de estas bases de investigación experimental, hicimos pruebas piloto con bebés prematuros en el Hospital Juárez de México y en el Hospital General Manuel Gea González. Tomamos un grupo de bebés que no tenían ninguna complicación, solo que eran prematuros y de bajo peso. En estos casos, los bebitos lo que necesitan es ganar peso y esa es una de las razones por las que permanecen en las incubadoras de cuidados intensivos, solo para ganar peso, pues una vez que llegan a los dos kilos ya se pueden ir con sus padres”.

Estabilidad en los ritmos cardiacos

El doctor Ángeles Castellanos tomó una muestra de 50 bebés prematuros, apegados al protocolo de la universidad y del hospital y con consentimiento informado por parte de los papás para que conocieran las pruebas que se realizaban con el bebé.

Una vez conseguida la autorización de los progenitores, los niños fueron aleatoriamente introducidos a dos grupos. Uno fue el testigo, que no sufriría ninguna manipulación y seguiría con las mismas condiciones de luz constante, y otro, en el cual se modificó el ciclo luz-oscuridad con la colocación de un casco cubierto con una tela que impedía el paso de la luz.

“Lo que hicimos fue ponerles un casco de acrílico cubierto con una tela y eso disminuía la cantidad de luz que les llegaba. Así los expusimos a 12 horas de luz y 12 horas en oscuridad, mientras que el primer grupo se mantuvo con las condiciones propias de la unidad de cuidados intensivos”.

Los primeros resultados reflejaron que con esta sencilla manipulación de luz, el estrés de los bebés disminuía, pues no se movían tanto y descansaban mejor. Pero fue, sin duda, la medición en su frecuencia cardiaca lo que arrojó resultados aún más significativos.

Los de luz constante, por ejemplo, tenían una variedad de la frecuencia cardiaca de 158 pulsaciones por minuto, hasta 140, pero los bebés que estaban con el ciclo luz-oscuridad mantuvieron una frecuencia promedio de 154 pulsaciones por minuto, lo que implicaba una estabilización en sus ritmos y, por lo tanto, una mejor oxigenación.

“Uno de los resultados más atractivos fue que los niños, midiendo únicamente la frecuencia cardiaca, en el caso de los niños sin casco, tenían resultados muy inestables. Unos días era muy alta, otros muy baja; y los bebés con el casco estabilizaron su frecuencia cardiaca”.

Un pequeño casco de acrílico

Otro de los resultados observados es que los bebés con el casco toleraban mejor el alimento y, por lo tanto, ganaban peso más rápido, aunque eso no implicaba que comieran más, sino que el organismo mostraba una mejor respuesta al alimento. Esa ganancia de peso favoreció para que los bebés pudieran egresar más rápido del hospital.

“Habíamos propuesto 50 bebés para cada grupo, pero se descartaron algunos bebés en la muestra por algunas complicaciones y otros porque las mamás al observar que los bebés que usaban el casco mejoraban más rápido, pedían que también a sus hijos les pusieran el mismo instrumento y por ética no podíamos negarlos, entonces eso afectó la muestra. Al final nos quedamos con 20 niños de un grupo y 20 del otro”.

De la muestra de 20 niños a los que les fue colocado el casco, el equipo del doctor Ángeles Castellanos documentó que en promedio tuvieron una estancia de 35 días, mientras que los menores que estuvieron expuestos a luz constante permanecieron 53 días en promedio en las incubadoras, lo que hace una diferencia de al menos 20 días por cada grupo. Esto, dijo, permitió reducir la exposición de los bebés a enfermedades propias del hospital, además de reducir gastos hospitalarios y contar con espacios disponibles para otros bebés.

¡Apaga la luz!

El doctor Ángeles Castellanos aclaró que es necesario tener muy en cuenta que los bebés no nacen con ciclos circadianos, los establecen a partir del segundo o tercer mes y su adaptación dependerá mucho de las condiciones en que los mantienen los padres, ya que algunas mamás los tienen en permanente luz por el miedo a que algo les suceda, utilizando incluso lámparas en la noche, esto conlleva a que los bebés no consoliden el sueño.

“Lo recomendable es que cuando lleguen a casa los bebés, los padres les apaguen la luz por ciertos periodos ya que tienen ciclos ultradianos, de tres horas, pero asociados a la alimentación. Recordemos que en sí la oscuridad lo que produce es la liberación de la hormona melatonina y esta se inhibe con la luz. Esta hormona es muy importante desde el punto de vista celular, es una hormona que está involucrada en la regeneración celular y en el propio desarrollo celular”.

Finalmente, el doctor Ángeles Castellanos agregó que con financiamiento Conacyt, este año planean realizar pruebas de los efectos luz-oscuridad en bebés prematuros en al menos tres estados para sumar muestras de al menos 300 menores, con la finalidad de presentar los resultados a la Academia Nacional de Medicina de México para que valide las pruebas y resultados de sus investigaciones y se puedan gestionar, a futuro, cambios en los hospitales y centros de salud donde hay áreas de terapia intensiva para recién nacidos.

Los comentarios están cerrados.